La algarabía y el olor a incienso se convierten en la mejor ofrenda de amor, para cruzarse las miradas de una Madre, con su Hijo en brazos, al unísono, con las de las vecinas y vecinos anhelosos de mostrar a los demás la alegría, emanada de sus corazones como el camino de salvación y de conducción a la Gloria de Dios.
Las puertas de la centenaria ermita se abren y enseñan La
Luz y al Guía, que iluminan nuestro peregrinar por este valle de lágrimas. Con
sus manos extendidas, desde su altar recogen los cientos de plegarias, ruegos,
promesas y gratitudes de los que la nombran a diario, y para eso les aseguro, a
veces no hace falta mover los labios. Nos acogen el silencio para llevarlo como
cuentas del rosario a su Dios.
En la festividad de la Natividad de la Virgen María, surge
una gran ternura en lo más íntimo de nosotras y nosotros. La manifestación,
desbordo de gozo con el Señor, a través de cuadros plásticos, fuegos
artificiales, poesías, bengalas… No he escrito para hablar de mis cosas, sino
de lo que Tú significas para todos los que te veneramos.
En honor a la Virgen de La Luz y de san Telmo en sus fiestas de septiembre. Barrio de San Telmo (Santa Cruz de La Palma).
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