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domingo, 10 de noviembre de 2024

UN PALMERO CON UNA DESTACADA LABOR DOCENTE

         Este ilustre palmero nació en Santa Cruz de La Palma, Muy Noble y Leal ciudad insular de la isla de La Palma, que fue director del Instituto General y Técnico de la provincia de Santa Cruz de Tenerife durante más de 20 años, siendo hasta 1925, año de su jubilación. Una vez superado el bachillerato, en 1874, con brillantes calificaciones en toda su trayectoria académica, se licenció en Filosofía y Letras por la universidad de Sevilla. Impartió como profesor y bibliotecario en Ávila y catedrático auxiliar de instituto en Granada y Ciudad Real hasta que regresó a Canarias, en 1900, a la ciudad universitaria de San Cristóbal de La Laguna, isla de Tenerife, en donde fue nombrado como hicimos referencia en líneas anteriores, haciendo una gran labor docente y personal con enormes méritos para ser tenido en cuenta, concediéndole la plena confianza de todos. Entre 1885 y 1887 es catedrático en el Instituto de Canarias de La Laguna.

                              Adolfo Celso Cabrera Pinto y Pérez (1855-1926), en la misma ciudad que le acogió con los brazos abiertos, galardón merecido, a su hoja de servicio, así como en otros sitios de la península, trabajó con ahínco y de manera incansable por el restablecimiento de la universidad de San Fernando de La Laguna (ULL), que se incluyera en el proyecto de organización administrativa del archipiélago por Real Decreto, 11 de abril de 1913, y por la implantación de la Escuela de Magisterio, Escuela Normal, en La Laguna, y de la Escuela de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, en donde se han formado miles y miles de jóvenes, hombres y mujeres, como maestros de Primera Enseñanza o Nacionales, entregados totalmente a su trabajo, nada fácil, repartidos por toda la geografía insular y del país con entereza, sacrificio y sabia decisión de ser puros ejemplos de su vocación, adquirida con un denso contenido de elogio y esfuerzo a la luz de determinadas circunstancias.

         El maestro es la persona que tiene título para enseñar en escuela de primeras letras las materias señaladas en la ley, aunque no ejerza. El magisterio en España se refiere a los maestros de la educación infantil y de la enseñanza primaria, primer escalón del sistema educativo español.

      El excelentísimo cabildo insular de La Palma le nombró Hijo Predilecto en reconocimiento a sus numerosas cualidades en pro de la enseñanza.

                              Igualmente, el excelentísimo ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma le rindió homenaje al rotular una de sus calles como A. Cabrera Pinto, memorizando su nombre, precisamente en la que había nacido.

                              En cuanto, a celebraciones nos referimos, destacamos la que se hizo en la Ciudad del Adelantado con su nombramiento como Hijo Adoptivo y denominación a su distinción en una de sus vías, así como la colocación de un busto que fue inaugurado en 1926, dentro del recinto de la institución de la que fue director entre 1901 y 1925, conociéndose desde ese momento histórico y socio-cultural Instituto Canarias Cabrera Pinto, ubicado en la plaza Guillermo Rancés.

         Sin pausa, describo lo más destacado que podemos encontrar en un recorrido histórico por la calle que lleva su nombre, para perpetuar su memoria, y recordar que en el siglo XVI se llamó camino que va a Buenavista, enclavada en el barrio que dicen de la parroquia, en 1731, se singularizó con la expresión de calle que va a la plaza de esta ciudad, en 1658, y en el XVII y buena parte del XVIII se la denominó calle que dicen de Juana Batedías, saliendo de la iglesia, en 1676, o simplemente calle de Batedías, 1718. Esta denominación tuvo su origen en Juana Batovías, por tergiversar los términos Batodías y Batedías, que vivía en una casilla al principio de la vía, en su segundo tramo. En el XVIII simultaneó el nombre con el de la Simona, callejón de Batedías y la Simona, en 1775, callejón que dicen de las Simonas, en 1752, calle que dicen de la Simonica o Batedías, en 1763, o calle de la Simona, en 1762, sin que hayamos tenido la suerte de localizar a la persona que dio lugar a que se la conociera por su nombre de pila. Al resto de la arteria urbana, en su recorrido, se la conoció como calle de Don Pedro, en clara duplicidad con la que ostentó este nombre a través del tiempo en razón a que Pedro de Castilla, Regidor del antiguo Cabildo de La Palma, vivió en ella, a la altura de la casa que lleva los números 24 y 26 de la actual. En alguna ocasión se le aplicó el de calle real que va a la ermita de San Sebastián, en 1779, poque terminaba junto a dicho solar y plaza del santo mártir romano. Con motivo de la confección del callejero municipal perduró el nombre que entonces venía impuesto públicamente y quedó registrada como calle de Simonica. Con posterioridad se le cambió el nombre por el actual, en 1926, en memoria del homenajeado Adolfo Celso Cabrera Pinto y Pérez, que nació en uno de sus edificios, número 7, y fue un personaje relevante en materia de educación. Hijo de Domingo Tomás del Carmen Cabrera Pinto, oriundo de la capital de la isla y funcionario de correos, y de María Jesús Pérez Reyes, nacida en Barlovento [Jaime Pérez García (1930-2009). Excronista Oficial de Santa Cruz de La Palma].

                              Avanzando en el recorrido y conocimiento de la calle llegamos a la altura de la vivienda, número 14, que fue de Manuel Díaz Hernández (1774-1863), Sr. Díaz, presbítero beneficiado de la parroquia matriz de El Salvador, propietario de la misma.

                              Más delante, frente al comienzo de la homóloga de Pedro Poggio, nos hallamos ante la casa, número 28, donde nació el ilustre hijo de esta ciudad, exponente de la Hispanidad, honor y gloria de los canarios en Cuba, isla caribeña, el doctor Tomás Felipe Camacho (1886-1961).

      A unos pocos pasos, se está contemplando una vivienda, con los números 38 y 40, de cierto estilo arquitectónico canario muy singular de dos plantas, propiedad de los herederos de Ubaldo Bordanova Moreno (c. 1866-1909), pintor madrileño. Constituye una figura fundamental del panorama artístico canario del último tercio del XIX. Aquí desarrolló una sobresaliente labor como pintor decorador, retratista, paisajista y artista gráfico en Gran Canaria y Tenerife.

                              Y, por último, una vez traspasada la llamativa pendiente de la calle Huerta, se erige una bella casona, mansión espectacular para un rincón de Santa Cruz de La Palma, siendo su fachada de las más fotografiadas, ya que su balcón y portada con una escalera de cantería negra, roca volcánica, en la fábrica de sus peldaños no pasan desapercibidos. Desde siempre se ha conocido como la casa de doña Avelina.

                              Aparte de todos los títulos obtenidos, como hemos dicho, en su larga trayectoria personal y profesional era Miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, en Tenerife y La Palma, y presidente honorario del Ateneo de la ciudad de Aguere.

       En su juventud, despliega una notable actividad periodística como redactor jefe de El Popular de La Laguna, en 1880, y como colaborador de El Propagandista de Santa Cruz de Tenerife, en sus dos etapas, 1881-1882 y 1884, ambos fundados por Mateo Alonso del Castillo (1847-1931), así como en la revista Gente Nueva. Firmó sus colaboraciones con el pseudónimo de ‘Fraimón’.

                              Llegamos precisamente al momento de hacer una breve descripción de la calle lagunera, que el excelentísimo ayuntamiento de la Ciudad del Adelantado, el castellano Alonso Fernández de Lugo (1456-1525), concedió a nuestro paisano, Cabrera Pinto, para perpetuar su memoria en el sitio que desarrolló tan extraordinario interés educativo.

                              ‘La calle perpendicular de 450 metros lineales, que empieza en Viana y termina en su encuentro con Rodríguez Moure y avenida de la Universidad, Camino Largo, se denomina Cabrera Pinto. El nombre más antiguo de esta vía, que llegaba hasta La Laguna, se le conocía como calle que va al Tejar de Moreno, que es la que salía al hospital de San Sebastián, fundado en 1507 por iniciativa de Juan López de Villera, donde hoy está la residencia Hogar del Santísimo Cristo de La Laguna, antiguo Asilo de Ancianos, en la calla Viana.

                              […] Posteriormente, a esta vía se le denominó de Fagundo, en referencia a un vecino de la calle primigenia. El nombre de Tejar de Moreno y Fagundo aparecen en la Tazmía de la isla de Tenerife de 1552, de Francisco Moreno Fuentes. También, se le llamó calle el Peral, en 1793.

                              […] De esta calle era Luciano Morales, un popular personaje lagunero que se caracterizó por los cuentos fantásticos que contaba sentado en un banco (de los muchos que había por allí), en la plaza del Cristo, muy próximo al comienzo del camino de Las Peras. […] Según, el periodista Luis Álvarez Cruz, el popular personaje llevaba encendida en la cabeza una lámpara mágica.

     En la entonces calle Fagundo se fundó, en noviembre de 1904, el Ateneo de La Laguna. Su primer presidente y cofundador fue el poeta José Hernández Amador. Entre otros fundadores destacan Adolfo Cabrera Pinto, Francisco González Díaz y Benito Pérez Armas. La finalidad principal de esta entidad cultural fue desde un principio y así lo establecen sus estatutos, contribuir por todos los medios al progreso científico y literario del país. Posteriormente, el Ateneo fue trasladado a su actual sede, (habiendo sufrido el viernes, 4 de octubre de 2019, alrededor de las 15,30 horas, un devastador incendio, quedando el inmueble en ruina), en la plaza de la Catedral, previo paso por un local en la plaza de La Concepción y un tiempo en el Teatro Viana (Domingo Medina. Periodista. Diario de Avisos [da]. Edición digital@diariodeavisos.com)’.

                              María Rosa Alonso Rodríguez (1909-2011), profesora, filóloga y ensayista en un artículo titulado ‘El Instituto de Canarias en la memoria de una antigua alumna’, dentro de un recopilar datos y vivencias en el 160 aniversario de la Fundación del que fuera Instituto de Canarias Cabrera Pinto, escribía así sobre él durante su última etapa como profesor:

       ‘[…] hemos recordado, como una estampa nostálgica de nuestra niñez y adolescencia, la pulcra y noble figura de aquel nuestro viejo profesor, nacido en 1855 en su amada isla de La Palma y muerto en Sevilla en 1926. Don Adolfo y su esposa vivían en La Laguna, en una casa de la calle de la Carrera, espaciosa y amplia vivienda, que hace esquina a la calle Núñez de la Peña y ocupa su lateral en la misma hasta la esquina de Bencomo. Más tarde fue domicilio de la familia de don Leocadio Machado y aún está como siempre he visto. De esta casa salía don Adolfo, vestido de negro, con sombrero y bastón, muchas veces acompañado por su blanco perro, el Nilo, que caminaba junto a él en un tiempo donde la amenaza del automóvil no existía y las calles de La Laguna eran amplios corredores para nuestra chiquillería de criaturas modositas, algunas, de nuestra espigada adolescencia, intrépida juventud y rubia espiga de la madurez, más tarde’.

                              Leyendo, tan personal y experiencial, la lápida de mármol blanco colocada en la pared del salón de claustro del centro lagunero, que fue director, para inmortalizar su persona, que dice:

AL ILMO. SEÑOR

D. ADOLFO CABRERA-PINTO,

CATEDRÁTICO Y DIRECTOR DE ESTE INSTITUTO.

PRECLARO HIJO DE CANARIAS, QUE PUSO TODAS SUS ENERGÍAS

Y ELEVADA INTELIGENCIA AL SERVICIO DE LA ENSEÑANZA

Y AL ENGRANDECIMIENTO DE ESTA CASA.

SUS COMPAÑEROS DE CLAUSTRO, PARA PERPETUAR

SU MEMORIA Y EN TESTIMONIO DE CARIÑO Y VENERACIÓN

1925

                              Haciendo cómputo global de fotos, artículos y otros elementos relacionados con su persona, recreo un imaginario personal ‘juanramoniano’ figura a caballo entre el XIX y el XX, de extrema elegancia y enlutada presencia, de señor con cara de ‘moneda’, de alto espíritu y respetada presencia. Y, miro ahora, la calle y la última casa de la vía, cuya fachada ostenta su nombre rotulado, sintiéndonos honrados por su fantasmal presencia, que deseo compartir con todos, más que nunca.

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