Adolfo Celso Cabrera Pinto y Pérez (1855-1926), en la misma
ciudad que le acogió con los brazos abiertos, galardón merecido, a su hoja de
servicio, así como en otros sitios de la península, trabajó con ahínco y de
manera incansable por el restablecimiento de la universidad de San Fernando de
La Laguna (ULL), que se incluyera en el proyecto de organización administrativa
del archipiélago por Real Decreto, 11 de abril de 1913, y por la implantación
de la Escuela de Magisterio, Escuela Normal, en La Laguna, y de la Escuela de
Comercio de Santa Cruz de Tenerife, en donde se han formado miles y miles de
jóvenes, hombres y mujeres, como maestros de Primera Enseñanza o Nacionales,
entregados totalmente a su trabajo, nada fácil, repartidos por toda la
geografía insular y del país con entereza, sacrificio y sabia decisión de ser
puros ejemplos de su vocación, adquirida con un denso contenido de elogio y
esfuerzo a la luz de determinadas circunstancias.
El excelentísimo cabildo insular de La Palma le nombró Hijo
Predilecto en reconocimiento a sus numerosas cualidades en pro de la enseñanza.
Igualmente, el excelentísimo ayuntamiento de Santa Cruz de
La Palma le rindió homenaje al rotular una de sus calles como A. Cabrera Pinto,
memorizando su nombre, precisamente en la que había nacido.
En cuanto, a celebraciones nos referimos, destacamos la que
se hizo en la Ciudad del Adelantado con su nombramiento como Hijo Adoptivo y
denominación a su distinción en una de sus vías, así como la colocación de un
busto que fue inaugurado en 1926, dentro del recinto de la institución de la
que fue director entre 1901 y 1925, conociéndose desde ese momento histórico y
socio-cultural Instituto Canarias Cabrera Pinto, ubicado en la plaza Guillermo
Rancés.
Avanzando en el recorrido y conocimiento de la calle
llegamos a la altura de la vivienda, número 14, que fue de Manuel Díaz
Hernández (1774-1863), Sr. Díaz, presbítero beneficiado de la parroquia matriz
de El Salvador, propietario de la misma.
Más delante, frente al comienzo de la homóloga de Pedro
Poggio, nos hallamos ante la casa, número 28, donde nació el ilustre hijo de
esta ciudad, exponente de la Hispanidad, honor y gloria de los canarios en
Cuba, isla caribeña, el doctor Tomás Felipe Camacho (1886-1961).
Y, por último, una vez traspasada la llamativa pendiente de
la calle Huerta, se erige una bella casona, mansión espectacular para un rincón
de Santa Cruz de La Palma, siendo su fachada de las más fotografiadas, ya que
su balcón y portada con una escalera de cantería negra, roca volcánica, en la
fábrica de sus peldaños no pasan desapercibidos. Desde siempre se ha conocido
como la casa de doña Avelina.
Aparte de todos los títulos obtenidos, como hemos dicho, en
su larga trayectoria personal y profesional era Miembro de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País, en Tenerife y La Palma, y presidente honorario
del Ateneo de la ciudad de Aguere.
Llegamos precisamente al momento de hacer una breve
descripción de la calle lagunera, que el excelentísimo ayuntamiento de la
Ciudad del Adelantado, el castellano Alonso Fernández de Lugo (1456-1525),
concedió a nuestro paisano, Cabrera Pinto, para perpetuar su memoria en el
sitio que desarrolló tan extraordinario interés educativo.
‘La calle perpendicular de 450 metros lineales, que empieza
en Viana y termina en su encuentro con Rodríguez Moure y avenida de la
Universidad, Camino Largo, se denomina Cabrera Pinto. El nombre más antiguo de
esta vía, que llegaba hasta La Laguna, se le conocía como calle que va al Tejar
de Moreno, que es la que salía al hospital de San Sebastián, fundado en 1507
por iniciativa de Juan López de Villera, donde hoy está la residencia Hogar del
Santísimo Cristo de La Laguna, antiguo Asilo de Ancianos, en la calla Viana.
[…] Posteriormente, a esta vía se le denominó de Fagundo, en
referencia a un vecino de la calle primigenia. El nombre de Tejar de Moreno y
Fagundo aparecen en la Tazmía de la isla de Tenerife de 1552, de Francisco
Moreno Fuentes. También, se le llamó calle el Peral, en 1793.
[…] De esta calle era Luciano Morales, un popular personaje
lagunero que se caracterizó por los cuentos fantásticos que contaba sentado en
un banco (de los muchos que había por allí), en la plaza del Cristo, muy próximo al comienzo del camino de
Las Peras. […] Según, el periodista Luis Álvarez Cruz, el popular personaje
llevaba encendida en la cabeza una lámpara mágica.
María Rosa Alonso Rodríguez (1909-2011), profesora, filóloga
y ensayista en un artículo titulado ‘El Instituto de Canarias en la memoria de
una antigua alumna’, dentro de un recopilar datos y vivencias en el 160
aniversario de la Fundación del que fuera Instituto de Canarias Cabrera Pinto,
escribía así sobre él durante su última etapa como profesor:
Leyendo, tan personal y experiencial, la lápida de mármol
blanco colocada en la pared del salón de claustro del centro lagunero, que fue
director, para inmortalizar su persona, que dice:
AL
ILMO. SEÑOR
D.
ADOLFO CABRERA-PINTO,
CATEDRÁTICO
Y DIRECTOR DE ESTE INSTITUTO.
PRECLARO
HIJO DE CANARIAS, QUE PUSO TODAS SUS ENERGÍAS
Y
ELEVADA INTELIGENCIA AL SERVICIO DE LA ENSEÑANZA
Y
AL ENGRANDECIMIENTO DE ESTA CASA.
SUS
COMPAÑEROS DE CLAUSTRO, PARA PERPETUAR
SU
MEMORIA Y EN TESTIMONIO DE CARIÑO Y VENERACIÓN
1925
Haciendo cómputo global de fotos, artículos y otros elementos relacionados con su persona, recreo un imaginario personal ‘juanramoniano’ figura a caballo entre el XIX y el XX, de extrema elegancia y enlutada presencia, de señor con cara de ‘moneda’, de alto espíritu y respetada presencia. Y, miro ahora, la calle y la última casa de la vía, cuya fachada ostenta su nombre rotulado, sintiéndonos honrados por su fantasmal presencia, que deseo compartir con todos, más que nunca.
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