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domingo, 27 de abril de 2025

EL AUTÉNTICO SENTIDO DE LA FIESTA LUSTRAL 2025

                              En un lugar de La Palma de cuyo nombre quiero acordarme para dar la bienvenida al buen tiempo primaveral con la subida de las temperaturas y el aumento de las horas de luz, son factores que influyen en el estado de ánimo. Un lugar que se convertirá en mágico, espectacular y maravilloso para celebrar las preferencias de los palmeros. Se acerca la Bajada de la Virgen 2025 con grandes intenciones de comenzar a dar lo mejor de sí, tratando de olvidar ese paréntesis de incertidumbre en el espacio y en el tiempo a causa del Covid-19 del estado de alarma en España y en el mundo por la pandemia y por la erupción volcánica del Tajogaite, tras 85 días y 8 horas, acaecida el domingo, 19 de septiembre de 2021.

                              Fue en la segunda mitad del siglo XIX, especialmente a partir de 1850, momento en la historia insular, en que la Bajada de la Virgen Nuestra Señora de Las Nieves, Patrona de la Isla canaria de La Palma, traslada su lugar en el calendario, pasando del mes de febrero a celebrarse en los últimos meses de la primavera, aunque a lo largo de los años de Bajadas ha tenido otras variaciones prologadas por adaptarse a las circunstancias de la presencia de aquellos palmeros y otros ausentes por distintos motivos. En la actualidad se ha adaptado a la fecha de comienzo y duración de estancia de la sacra imagen mariana en la parroquia Matriz de El Salvador, cuando las Fiestas Lustrales comienza a enriquecer su hasta entonces programación tradicional, provista de loas, carros, desfiles de pandorgas, mascarones y variedad de danzas coreadas con otra clase de actividades culturales, como la actuación de las Milicias y Los Doce de Su Majestad, más acordes con los nuevos gustos que desmandaba y con entusiasmo defendía la sociedad de la época. Cantantes de renombre o de nueva generación, folclóricos o de moda, galas, festivales, verbenas, procesión General, pirotecnia, exposiciones artísticas, veladas musicales o literarias y un largo etcétera hace referencia a la confección de otros y muchos eventos a nivel popular que se reflejarán en la Fiesta de Arte y en el programa de fiesta a gusto de todos.

                              Las representaciones teatrales, los conciertos, veladas, conferencias y otros eventos se concentran en tan corto espacio de dos o tres semanas, que parecen no poderse celebrar, pero no es así, porque buscan amparo en la tranquilidad y desasosiego que ofrecían los espacios cerrados y al aire libre disponibles para la ocasión, antes y después de la celebración de la Semana Chica y Semana Grande, primero, el teatro del Casino Liceo y, luego, el teatro Terpsícore y Melpómene (Teatro Chico) y años más tarde el Circo de Marte.

                              Junto a estas novedosas incorporaciones paulatinamente diseñadas, el universo artístico encontró su tiempo y lugar con ocasión de la Bajada de la Virgen. En un estado inicial se expusieron dibujos, pinturas o esculturas conjuntamente con piezas textiles, bordados, maquetas y otras tipologías artesanas. Bajo los auspicios inaugurales de las sociedades de instrucción y recreo, las muestras colectivas de las llamadas ‘bellas artes’ comenzaron una andadura pausada, no exentas de lagunas y ausencias de instantes  de altibajos y de crisis, pero el tesón de quienes creían en el poder educador o estético de las normas artísticas continuó manteniendo con afición y vigor estas exhibiciones públicas como un pretexto o como un fin del sentimiento de identidad del hombre, de su sentido de lo bello, de su solaz creador y de su significación dentro del ámbito universal.

                              Ya entrada la centuria del XX, la presión mediática y la cada vez más creciente demanda de salas de exposiciones y la constitución de nuevas instituciones dedicadas a la formación artística, tanto de titularidad pública como privada, aumentaron de manera considerable las expectativas de los ciclos de arte en la Bajada. Individualmente o en grupo, bajo el mecenazgo de una asociación cultural o al socaire de la independencia, el artista ha encontrado en la fiesta un lugar común y esencial, hoy en día, imprescindible. Consolidado como una evidencia de la actitud frente a la creación, el Arte Lustral se incorpora a las nuevas tendencias marcadas por los nuevos impulsos o a las nuevas propuestas personales más destacadas.

                              Si del tiempo o lustros hablamos nuestros dardos referenciales, comunes e históricos, deben estar dirigidos desde su fundación en 1985 al Patronato Municipal de la Bajada de la Virgen, Nuestra Señora de Las Nieves, que ha entendido que Arte Lustral convoca a creadores de un punto geográfico y otro. Si en sus primeras citas, estas exposiciones, fundamentalmente, con autores nacidos en la isla de La Palma o muy vinculados a ella, con el paso de los años se fueron añadiendo otros exponentes del resto del archipiélago canario, que descubrieron inmediatamente las expectativas de exhibición que la ocasión brindaba a los creadores, divulgando sus trabajos y difundiendo sus nombres.

                              Asimismo, el Cabildo Insular de La Palma ha entendido que otra faceta imprescindible para la exposición artística sería la conservación de las obras y la divulgación del conocimiento acerca de nuestra historia cultural, sin duda alguna, la contribución museística.

                              La Virgen de Las Nieves nos visita una vez más, después de tantas otras, pero en esta ocasión, solemnemente, por ser la puerta que abre el anhelo a la siguiente, después de suspenderse la anterior de 2020, dándonos el espíritu de continuar. Un tiempo de reflexión para construir una retrospección de convivencia a nuestro pasado. Me imagino como han transcurrido los días, como soles y lunas, en presencia de los que están y en ausencia de otros. Circunstancia que asumo con entereza para transmitirla con suma responsabilidad ciudadana, celebrándola con pleno gozo de acoger a la Virgen y disfrutar del beneplácito con los ojos puestos en la próxima visita.

                              A mi memoria acuden los recuerdos, imaginación e intuición, que me permite hacer la ilusión a los que pasamos la vida soñando, que en ocasiones tales sueños se pueden convertirse en realidades, aunque sea necesario que pasen los años, y aún los siglos. Constituyen un bagaje de inmenso valor personal, que se traducen en hechos recordados con cariño y celosamente guardados en mi mente como el ambiente festivo por la Avenida Marítima hasta el muelle y alrededores; procesiones y visitas de la imagen mariana por los barrios; Danza de los Enanos, Minué, Carro, Acróbatas en la plaza de Santo Domingo; Pandorga y un largo etcétera de celebraciones culturales ubicadas hoy en otros sitios por circunstancias favorables a su bien de si misma y de capacidad por su amplia repercusión social y afluencia de asistentes, canarios de otras islas y forasteros atraídos por su interés transmitido por los propios residentes.

                              Con la sencillez y humildad del encuentro, nos adentramos en los sentimientos recíprocos de agradecimientos y engrandecimientos de lo presente con matices diferentes, que nos fortalecen y nos identifican con miras futuras, sirviendo de ímpetu para rendir un sincero homenaje a mujeres y hombres, vecinos y bienhechores, devotos de la venerada efigie, que supieron atesorar y conservar en el transcurso del devenir cotidiano, apostando por el progreso social, que es la mejor herramienta para construir el porvenir. La pauta y los páramos esperanzadores del acontecer diario, abriendo surcos innovadores para sembrar la semilla fructífera de lo económico, político y cultural, si se acomete con seguridad y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de paciencia recoger sus frutos.

                              El embrujo de La Palma, contagiado por la herencia de distintas corrientes intelectuales que llegan por la necesidad de saber las vicisitudes históricas, que incidieron en la evolución de las preocupaciones pasadas y actuales con proyección inmediata.

                              Se convierte en tradición la popularidad de una devoción mariana cuando está arraigada al sentir de un pueblo, que deja una huella imborrable en el corazón de todos.

                              El pensamiento de inculcar en la talla virginal el desvelo que sabe fundir el azul del mar con el del cielo, nos revela cual es la inmensidad de una petición sin frontera y la esperanza de ver la luz que guía la ruta interminable a un destino en donde la mirada sin límite nos conduce a un lugar estrellado de quienes poseen unos ojos ilusionados, transportados al umbral de un presente que nos marca la intransigencia temporal.

                              Es un lenguaje entre distintas maneras de ver las cosas y concebir un universo abierto a la unión de constantes manifestaciones religiosas y de un imparable latido de amor. Acaso, refleja un nuevo estilo de escribir una página en la sugerente Bajada de la Virgen de Las Nieves.

                              Resalto la necesidad de transmitir un signo de cariño que ha tomado la silueta sobre el hálito de una gente sobre el ciego legado que, de lustro en lustro, llevará un sello de autenticidad, convertido en testimonio perenne, clamor de la muchedumbre que agita el furor de un deseo. Entonces, se palpa el perfil de todos los lugares que, aún, sobrevive un fragmento del místico lazo.

                              Sé que el nombre de Santa María de Las Nieves viaja por las venas ardientes de los palmeros, deseando dar al mundo toda su grandeza, fuerza y luz, en amor y gratitud de una devoción reflejada en ambas orillas del océano Atlántico con el encanto de una espera, alumbrando el compás de un abrazo con lo nuestro, convirtiéndose en metáfora la participación multitudinaria.

                              El corazón alborozado acude a la cita de su Onomástica, bajo el tendido cielo encendido, solo y sin nostalgia, fabricante de ruegos y peticiones en todo momento, asegurando la mejor senda al creyente para alcanzar lo prometido.

                              El epílogo no podría ser mejor, sino alabar la visita de tan ilustre Dama con dotes a compartir. Tenemos una gran fiesta, la Fiesta de la Bajada de la Virgen 2025, que estamos llamados a celebrar con espíritu participativo, alegre y fraterno. Conducido por la gracia de Dios, confiando en sus promesas y animados por el testimonio de María, miremos al futuro con esperanza.

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