Fue en la segunda mitad del siglo XIX, especialmente a
partir de 1850, momento en la historia insular, en que la Bajada de la Virgen
Nuestra Señora de Las Nieves, Patrona de la Isla canaria de La Palma, traslada
su lugar en el calendario, pasando del mes de febrero a celebrarse en los
últimos meses de la primavera, aunque a lo largo de los años de Bajadas ha
tenido otras variaciones prologadas por adaptarse a las circunstancias de la
presencia de aquellos palmeros y otros ausentes por distintos motivos. En la
actualidad se ha adaptado a la fecha de comienzo y duración de estancia de la
sacra imagen mariana en la parroquia Matriz de El Salvador, cuando las Fiestas
Lustrales comienza a enriquecer su hasta entonces programación tradicional,
provista de loas, carros, desfiles de pandorgas, mascarones y variedad de
danzas coreadas con otra clase de actividades culturales, como la actuación de
las Milicias y Los Doce de Su Majestad, más acordes con los nuevos gustos que
desmandaba y con entusiasmo defendía la sociedad de la época. Cantantes de
renombre o de nueva generación, folclóricos o de moda, galas, festivales,
verbenas, procesión General, pirotecnia, exposiciones artísticas, veladas
musicales o literarias y un largo etcétera hace referencia a la confección de
otros y muchos eventos a nivel popular que se reflejarán en la Fiesta de Arte y
en el programa de fiesta a gusto de todos.
Las representaciones teatrales, los conciertos, veladas,
conferencias y otros eventos se concentran en tan corto espacio de dos o tres
semanas, que parecen no poderse celebrar, pero no es así, porque buscan amparo
en la tranquilidad y desasosiego que ofrecían los espacios cerrados y al aire
libre disponibles para la ocasión, antes y después de la celebración de la
Semana Chica y Semana Grande, primero, el teatro del Casino Liceo y, luego, el
teatro Terpsícore y Melpómene (Teatro Chico) y años más tarde el Circo de
Marte.
Ya entrada la centuria del XX, la presión mediática y la
cada vez más creciente demanda de salas de exposiciones y la constitución de
nuevas instituciones dedicadas a la formación artística, tanto de titularidad
pública como privada, aumentaron de manera considerable las expectativas de los
ciclos de arte en la Bajada. Individualmente o en grupo, bajo el mecenazgo de
una asociación cultural o al socaire de la independencia, el artista ha
encontrado en la fiesta un lugar común y esencial, hoy en día, imprescindible.
Consolidado como una evidencia de la actitud frente a la creación, el Arte
Lustral se incorpora a las nuevas tendencias marcadas por los nuevos impulsos o
a las nuevas propuestas personales más destacadas.
Si del tiempo o lustros hablamos nuestros dardos referenciales,
comunes e históricos, deben estar dirigidos desde su fundación en 1985 al
Patronato Municipal de la Bajada de la Virgen, Nuestra Señora de Las Nieves, que
ha entendido que Arte Lustral convoca a creadores de un punto geográfico y
otro. Si en sus primeras citas, estas exposiciones, fundamentalmente, con
autores nacidos en la isla de La Palma o muy vinculados a ella, con el paso de
los años se fueron añadiendo otros exponentes del resto del archipiélago
canario, que descubrieron inmediatamente las expectativas de exhibición que la
ocasión brindaba a los creadores, divulgando sus trabajos y difundiendo sus
nombres.
Asimismo, el Cabildo Insular de La Palma ha entendido que
otra faceta imprescindible para la exposición artística sería la conservación de
las obras y la divulgación del conocimiento acerca de nuestra historia
cultural, sin duda alguna, la contribución museística.
A mi memoria acuden los recuerdos, imaginación e intuición,
que me permite hacer la ilusión a los que pasamos la vida soñando, que en
ocasiones tales sueños se pueden convertirse en realidades, aunque sea
necesario que pasen los años, y aún los siglos. Constituyen un bagaje de
inmenso valor personal, que se traducen en hechos recordados con cariño y
celosamente guardados en mi mente como el ambiente festivo por la Avenida
Marítima hasta el muelle y alrededores; procesiones y visitas de la imagen
mariana por los barrios; Danza de los Enanos, Minué, Carro, Acróbatas en la
plaza de Santo Domingo; Pandorga y un largo etcétera de celebraciones
culturales ubicadas hoy en otros sitios por circunstancias favorables a su bien
de si misma y de capacidad por su amplia repercusión social y afluencia de
asistentes, canarios de otras islas y forasteros atraídos por su interés
transmitido por los propios residentes.
Con la sencillez y humildad del encuentro, nos adentramos en
los sentimientos recíprocos de agradecimientos y engrandecimientos de lo
presente con matices diferentes, que nos fortalecen y nos identifican con miras
futuras, sirviendo de ímpetu para rendir un sincero homenaje a mujeres y
hombres, vecinos y bienhechores, devotos de la venerada efigie, que supieron atesorar
y conservar en el transcurso del devenir cotidiano, apostando por el progreso
social, que es la mejor herramienta para construir el porvenir. La pauta y los
páramos esperanzadores del acontecer diario, abriendo surcos innovadores para
sembrar la semilla fructífera de lo económico, político y cultural, si se
acomete con seguridad y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de
paciencia recoger sus frutos.
Se convierte en tradición la popularidad de una devoción
mariana cuando está arraigada al sentir de un pueblo, que deja una huella
imborrable en el corazón de todos.
El pensamiento de inculcar en la talla virginal el desvelo
que sabe fundir el azul del mar con el del cielo, nos revela cual es la
inmensidad de una petición sin frontera y la esperanza de ver la luz que guía
la ruta interminable a un destino en donde la mirada sin límite nos conduce a
un lugar estrellado de quienes poseen unos ojos ilusionados, transportados al
umbral de un presente que nos marca la intransigencia temporal.
Es un lenguaje entre distintas maneras de ver las cosas y
concebir un universo abierto a la unión de constantes manifestaciones
religiosas y de un imparable latido de amor. Acaso, refleja un nuevo estilo de
escribir una página en la sugerente Bajada de la Virgen de Las Nieves.
Resalto la necesidad de transmitir un signo de cariño que ha
tomado la silueta sobre el hálito de una gente sobre el ciego legado que, de
lustro en lustro, llevará un sello de autenticidad, convertido en testimonio
perenne, clamor de la muchedumbre que agita el furor de un deseo. Entonces, se
palpa el perfil de todos los lugares que, aún, sobrevive un fragmento del
místico lazo.
Sé que el nombre de Santa María de Las Nieves viaja por las
venas ardientes de los palmeros, deseando dar al mundo toda su grandeza, fuerza
y luz, en amor y gratitud de una devoción reflejada en ambas orillas del océano
Atlántico con el encanto de una espera, alumbrando el compás de un abrazo con
lo nuestro, convirtiéndose en metáfora la participación multitudinaria.
El corazón alborozado acude a la cita de su Onomástica, bajo
el tendido cielo encendido, solo y sin nostalgia, fabricante de ruegos y
peticiones en todo momento, asegurando la mejor senda al creyente para alcanzar
lo prometido.
El epílogo no podría ser mejor, sino alabar la visita de tan ilustre Dama con dotes a compartir. Tenemos una gran fiesta, la Fiesta de la Bajada de la Virgen 2025, que estamos llamados a celebrar con espíritu participativo, alegre y fraterno. Conducido por la gracia de Dios, confiando en sus promesas y animados por el testimonio de María, miremos al futuro con esperanza.
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