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lunes, 31 de octubre de 2011

EL DECÁLOGO DE LA DESCONFIANZA

                     Se acercan las elecciones, 20 de noviembre, y nuestro voto será solicitado por los políticos, candidatos a las cámaras legislativas, según sus intereses personales. ¿A quién se lo doy?, porque no le observo ninguna intencionalidad. Ahí es donde tengo el dilema planteado y, por supuesto, mis dudas acrecientan a pasos agigantados. Jamás me presentan un horizonte de credibilidad y confianza para ser un ciudadano satisfecho por las clases gobernantes.     
                Dejaré de ejercer mis derechos o emitiré la papeleta en blanco, quedándome durante cuatro años en la incertidumbre de no poder opinar a merced de las incongruencias. Lo anterior sería tener voz y nada más, que muy poco valor o nada tendría.
                             El porqué de mis razonamientos no sea la causa para que otros decidan abstenerse o sumergirse en el anonimato electoral. Es verdad, que me desvelan un conjunto, convincente o no, de motivos para reflexionar.
                             Después de lo sucedido en los comicios de mayo con la disparidad de los pactos en la constitución de distintos ayuntamientos y otros entes autonómicos. ¿Qué ilusión puedo tener para emitir mi decisión en las generales?
                             A los que, sólo, forman grupos y no se escuchan en defensa de los que han confiado en ellos. ¿Quién o quiénes me garantizan la defensa del pueblo?
                             Apostando por la renovación de nuevos candidatos, que sepan darnos la esperanza en lo propuesto. ¿Quién o Quiénes me ofrecen la savia nueva hacia un futuro firme  y constructivo?
                             Con el convencimiento de acabar con el paro y el fomentar los medios sociales al alcance de todos sin trabas, marcado por el agravamiento de la crisis económica. ¿Quién o quiénes me dan la posibilidad de hacerse realidad?
                             Más prestaciones en la sanidad, educación, viviendas, comunicaciones, carreteras… y menos continuidad de la aplicación de las duras políticas de recortes presupuestarios, que se ha venido denunciando por la mala gestión de la crisis que ha ocasionado en el sector público en general una bajada de retribuciones, la congelación de pensiones y las raquíticas ofertas de empleo. ¿Quién o quiénes me aseguran más?
                             No retener los sentimientos de servicio, gratitud y alabanza a todo lo que contribuya al bienestar de los hombres y mujeres. ¿Quién o quiénes trabajan por ese espíritu de estabilidad y concordia?
                             La mentira nos permite conocer la imperfección para no poder corregir los errores propios. ¿Quién o quiénes cultivan la verdad, tanto la que se refiere a los otros, como la que se refiere a ellos?
                             ¡Sé dinámico en la vida! No te pares, con los brazos cruzados. No son las ideas bonitas las que valen. ¡Son las obras que llevas a cabo! ¿Quién o quiénes me satisfacen con la presente consigna?
                             El cumplimiento cabal de los deberes a pesar de sufrimientos, calumnias e injusticias. ¿Quién o quiénes me harán soñar con la paz de mi conciencia?
                             Consciente de la importancia de mejorar la autodependencia y autosuficiencia de los pensionistas u otros sectores necesitados. ¿Quién o quiénes los atenderán mejor?
                             ¿Recuperaremos la ilusión? Cuando hayan pasado los próximos comicios y no experimentemos un cambio sustancial, entonces, considerémonos pobres marionetas a merced de unos administradores, que no responden a nuestras peticiones y que nos ignoran. La suerte de jugar con unas barajas marcadas nos puede traer problemas.
                             Se puede escribir un gran libro y esto es lo que todos deseamos hacer con los nombres de muchos en las páginas de la historia de grandes personajes, que han sabido dar lo mejor por su tierra. No queremos lo imposible, pero sí solicitamos el compromiso inmediato de quien o quienes nos representen en la defensa de Canarias.
                             Ahora sabemos que son tiempos difíciles y que estamos viviendo la peor crisis económica desde la recuperación de la democracia. Debemos ser responsables y solidarios y estar a la altura de las circunstancias, pero este compromiso es exigible a todos, y aún en mayor medida a aquellos a quienes la sociedad ha encomendado la función de gobernar y dirigir las instituciones políticas.

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