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sábado, 12 de noviembre de 2011

BARRIO DE SAN TELMO, HISTORIA Y DEVOCIÓN (II)

4.- Retazos testimoniales:
                             Contar anécdotas es transmitir con satisfacción lo vivido para el deleite del pasado o pensar en la posteridad. En ambos casos soy en parte testigo transmisor de lo relatado para enriquecer y divulgar la memoria:
                             -Los mayores se reunían en afanada tertulia en la venta de Avelino Abreu, después de Rosario, en la calle Álamos.
                             -Se formó una sociedad deportiva “Los Bachos” y sus fundadores organizaban conferencias y festejos. Cada vez que clavaban las astas, farolas y guirnaldas rompían alguna tubería con la subsiguiente pérdida del agua.
                             -Los carnavales antes de 1936 se celebraban privadamente por toda la zona hasta El Cabo.
                             -Un tal Aureliano, zapatero de profesión, era amante de gastar bromas. Sucedió que fue invitado un fin de semana a un suculento almuerzo de pollos en la venta de Rafaela y entre ellos estaba Virgilio, causante de aquel desaguisado. Antes les fueron sustraídos por información jocosa a su esposa María Luisa por supuesto mensaje de su esposo. La velada fue agradable hasta que al final se le dijo al burlado lo ocurrido. Transcurrieron unos meses y aquel recompensó su burla, esta vez con Eufrasia, cuando se enteró que su amigo había recibido de Tenerife un apetitoso cherne y con igual estrategia devolvió su anhelado deseo disfrutando el apreciado manjar en familia.
                             -Cuando los muchachos jugaban a la pelota, detrás de la ermita, antes de llegar los municipales, salían a la calle de San Telmo a través de un zaguán privado que había en esas inmediaciones.
                             -A la llegada del cañonero Canaleja en 1936, los curiosos que habían en la plaza de La Luz huyeron inmediatamente al sonido de un disparo desde el barco, que hizo impacto en una de las viviendas del risco.
                             -En la plaza de Santo Domingo el padre Carlos, Superior de los Paules ubicados en el ex convento dominico de San Miguel de las Victorias, con los jóvenes del lugar compartía distendidas charlas.
                             -En el año 1921/22 la banda de música del batallón amenizaba paseos con acordes de bellas piezas del momento. Estuvo formada por
              Director: Sebastián Cabeza.
              Bajo: Miguel Medina Pérez.
              Clarinete: Damián López.
              Bombardino: Cristóbal Castro.
          Trompetas: El padre de los hermanos Castellanos (José María, Carlos, Juan…).
              Hubo otros soldados de reemplazo como los Daranas (Pedro, Juan, Facundo y Rafael).
                             -En la celebración de La Naval, comenzó una pelea entre varios alborotadores y un teniente del batallón, quien quiso arreglarlo por su cuenta usando el sable. Entonces, se presentó el alcalde Juan Bautista Lorenzo Rodríguez, Cronista Oficial, con su Vara de Cargo, diciendo:
              Soy Alcalde de Santa Cruz de La Palma.
              (Con su presencia se acabó la trifulca y reprendió al militar)
              ¿Hay rebelión en España?
              No. Contestó aquel con presteza.
              Aquí tampoco. Respondió Lorenzo Rodríguez con firmeza.
                             -Pepe Rapadura, popular personaje, le respondió a un amigo mientras hablaba con él por teléfono “cállate lavativa”.
                             -En septiembre por las fiestas de la Virgen, siendo Josefa Morita mayordoma de la ermita, se cerraba el recinto para celebrar las verbenas. Al quedar dentro del mencionado marco algunas viviendas, con el permiso de los dueños, Josefa con una escoba inspeccionaba los bajos de las camas por si acaso hubiera escondido algún intruso y disfrutara del jolgorio sin pagar.
                             -Por los años cuarenta, en el extremo Sur del Espino en la parte baja de la vivienda de Leonilo, algunos vecinos habilidosos reproducían la danza de los enanos. Muchas personas se la ingeniaba en reproducir en una tapa de corcho la contraseña de la entrada y de esa forma asistían gratis.
                             -Se organizaban equipos de fútbol con papel de seda de distintos colores, que por el sudor se deshacían pareciendo guirnaldas.
                             -En torno de la ermita por las noches se formaban tertulias de jóvenes. En una de ellas a un señor, Antonio Roqué, renombrado en el barrio con estimado talante intelectual, le requirieron su presencia en el trabajo de estibador y contestó: Si es algo de pluma, voy. Ahora, si es para cargar, vas tú. En cierta ocasión le preguntaron el valor expresivo de una frase y respondió: Sirven para ustedes, pero no para el ámbito de un casino. Aquella otra ocasión cuando le envió a su mujer Pancha tres sacos vacíos a través del cobrador de la guagua, habiéndolo mandado lleno de papas en un corto tiempo y que fue a enviarle otro y se encontró con dicha sorpresa. La mencionada señora se iba a los campos cercanos del norte en el oficio de adivinar el futuro, el juego de las barajas, y así obtener parte del sustento familiar.
                             -Los mayos en las cruces siempre han sido motivos de picaresca y no fue menos aquel que se colocaba con sus atributos al aire y con jocosidad se le decía a los viandantes: Las frutas se tocan para saber si están maduras y lo mismo hay que hacer con esto para descubrir su dureza.
                             -María Josefa, muy guasona, poseía una vivienda que se comunicaba con dos lugares muy distintos. Un día un amolador peninsular, desconocedor de tal circunstancia, le preguntó si quería afilar cuchillos y le dijo: no. Al incurrir, más tarde, por el otro lado le gritó una frase mal sonante, que no transcribo.
                             -En las huertas de El Cabo, donde están las viviendas adosadas, habían unas higueras con apetitosos frutos. Su medianero Anselmo y su hijo Delmiro cuidaban de ellas. De lejos los muchachos le cantaban:
              ¡Ay, Anselmo!
              las higueras
              los chiquillos de San Telmo
              las repelan.
                             -Es grato no olvidarnos de Risal cuando llegaba a la plaza de La Luz enfadado y decía: Ya me vino la furia.
                             -Se jugaba a los boliches y trompos. Juegos habituales entre los niños y las mamás les hacían unas pequeñas bolsas de tela para guardar los primeros. Con las puntas bien puntiagudas de los segundos los más listos usaban estrategias para sacar fuera del círculo, marcado en el suelo, aquellos que se quedaban dentro y, por supuesto, ganaba el mejor postor.
                             -Domingo Soleta acompañado de su hijo Manolo una de las veces que faenaban en la pesca del chicharro pequeño, llamados republicanos, aquel le advirtió de la presencia del banco, pero su padre no le dio importancia: esos son nuestros, no te preocupes. Se llevaron la sorpresa, cuando quisieron cogerlos, se habían marchado.
                             -Desde los aledaños se contemplaban los acontecimientos del puerto como el amerizaje de un hidroavión, atraque de submarinos, buques de guerra, arribos de los helicópteros con los Reyes y autoridades invitados en la inauguración del Astrofísico… y la llegada del primer avión al aeródromo de Buenavista (Breña Alta).
                             Hay muchos más hechos y otras personas, Pepito la Rubia, que han dejado su tinte de humor y relatos picarescos, pero por no hacer extenso este apartado lo dejamos en el silencio respetuoso y guardado en la intimidad del tiempo.

5.- Acontecer futbolístico:
                             La afición al fútbol en La Palma, según fuentes acreditativas, fue introducida por soldados catalanes venidos por reemplazo al servicio militar obligatorio. La gente del barrio no dio la espalda a dicho deporte. Jugaban en la explanada, Plaza de San Fernando. Se fundó en su seno Los Bachos, que despertó gran interés entre los vecinos.
                             En 1922 sin sede social surgió el Palma con una primitiva formación, que pudo ser la siguiente:
              Portero: Tiburcio Miranda, natural de Tenerife.
              Defensas: Cristóbal Hernández, considerado el mejor de la Isla, y Tomás Plata.
              Extremo izquierdo: Venius Camacho y Antonio Hernández.
              Extremo derecho: Félix.
              Interior izquierdo: Pedro Pedrianes, asesinado en Venezuela.
              Interior derecho: Eustaquio.
              Delantero centro: Ricardo Manrique.
                             En el año mencionado comenzó su andadura el C. D. Mensajero, haciéndose en la calle San Telmo, número 32, vivienda que perteneció a don Antonio Ramos. Surgió por la extinción del club anterior. Probable conjunto primitivo:
              Portero: Antonio Duque.
              Resto de plantilla: Sixto Concepción, Agustín Sánchez, Arcadio Ferraz, Félix Castilla, Rafael Darana, Guillermo, Emilio Rodríguez Santiago, Manuel Duque, Antonio García, entre otros.
                             Alrededor de 1932 se constituyó el Aridane por el simple placer de practicar dicha actividad. Podemos recordar:
              Portero: Faustino, conocido por su altura “La grúa”.
              Defensas: Mendizábal y Manolo Riverol, muerto en la Guerra Civil de 1936-1939.
                             El Marino fue un club representativo del sector con camisetas de franjas verticales verdes y blancas y calzón blanco con medias de colores iguales a su vestimenta superior. Ubicados en la Calle Nogales entrenaban detrás de la Harinera Palmera S. L. En categoría Alevín tuvo un grupo, que quedó campeón en la temporada 1977-78.
                             Miguel González Pérez (1927), de sobrenombre Fife, y Rosendo Hernández González (1920-2006), llevaron el nombre de Canarias al más alto nivel futbolístico nacional. El Estadio Insular lleva el nombre del segundo.

6.- La ermita:
                             Dedicada a San Telmo, patrono de los hombres de la mar, bautizó el barrio y, sin embargo, hoy se le conoce con el nombre de la Virgen. Construida sobre el risco, se ignora la fecha de su fundación, aunque debió ser antes de 1551, fecha del testamento de un flamenco natural de Amberes que mandó de limosna a ésta y a la homónima de San Sebastián dos reales a cada una para ayuda de sus obras. Estaba realizada en el año de 1574, en que la visitó el arcediano de Canaria don Juan Salvago.
                             Hagamos mención de una tierra de marinos como Gaspar de Barrios, Juan Ferraz, Pedro Hernández Almeida, Francisco Díaz Pimienta (padre e hijo), Baltasar González y Miguel Pérez en el XVI; de Melchor García de Aguiar, Manuel Hernández Lima y su hijo Antonio Hernández Rojas, Pedro Zabala Moreno y José Fernández Romero en el XVII y de Santiago Fierro Torres y Jerónimo Toledo en el XVIII, y de otros muchos más que podríamos seguir enumerando, todos ellos capitanes de altura o de la carrera de Indias. Caracterizados por su sencillez y responsabilidad. Los primeros libros sacramentales de la Parroquia Matriz de El Salvador, viejos testamentos y expedientes nos dan noticias de estas intrépidas personas. 
                             En 1591, se fundó la confraternidad de mareantes, que reunía a pescadores, marineros y navegantes y que tenía entre sus fines la redención de cautivos, de lo que hubo libro y arca con tres llaves, que se custodiaba en la parroquial principal capitalina, una la poseía el Beneficiado, otra el Capitán de la mar que fuera presidente de la Cofradía y la tercera el Mayordomo, con constituciones aprobadas por el Provisor y Visitador General don Gabriel Ortiz de Saravia, cuyo asentamiento se hallaba unido a la administración de la ermita. Esta piadosa decisión de la gente de mar no tuvo efecto inmediato, sino unos años más tarde y renovándose periódicamente entre sus miembros el cargo de Mayordomo. Esto ocurrió hasta 1670, en que se nombró para el cargo al presbítero don Miguel de Brito y Silva (1640-1708), que lo hizo la Junta de Cofrades en presencia del Juez Eclesiástico. Todo consta en la Visita que realizó el licenciado José de Tovar y Sotelo el 2 de mayo de 1706. En 1838, se creó un gremio con tal denominación cuyo objeto era suministrarles socorros en sus enfermedades en atención a que los antiguos establecimientos habían decaído o no existían. El navío de mampuesto, que se hallaba en medio del barranco de las Nieves para el diálogo de la Bajada de la Virgen, fue construido por dichos componentes, que cuidaban de su adorno y de adquirir pólvora necesaria para las salvas, sufragado con los beneficios obtenidos que solicitaban por las calles de la ciudad con ingenuas octavillas de verso fácil y ripioso.
                             El 16 de marzo de 1640, Alonso de Vargas, mayordomo, declaró ante el vicario que había empezado a levantar una pared y en ella los asientos con el fin de hacer plaza delante. Solicitó licencia para tal fin.
                             Aquella primera edificación de reducidas dimensiones fue reconstruida desde cimientos entre 1675 y 1680 por la Cofradía de Mareantes con el producto de uno y medio por ciento de lo que ganasen en los viajes y con las limosnas obtenidas en los barcos de travesía y de pescar. Al frente de aquellas obras se encontraba el citado licenciado en Leyes, presbítero y mayordomo, que había adquirido materiales y pidió la debida licencia al ilustrísimo Sr. Obispo Bartolomé García Jiménez en la visita que éste hizo a nuestra Isla en 1675 y que para acrecentar el recinto compró, por escritura otorgada el 25 de septiembre de 1674 ante Juan Alarcón, a María de Cáceres Navarro un sitio a sus espaldas, con la condición de dejar una separación de tres palmos y medio entre la pared que se ha de hacer y la casa de la vendedora. El presupuesto del trabajo se elevó a 31704 reales y 80 maravedíes.
                             Las imágenes en ese intervalo de tiempo estuvieron colocadas y veneradas en la desacralizada capilla de San Francisco Javier, que, después, fueron trasladadas en solemne procesión. Se celebraba la fiesta del santo Patrón y se hacía lo mismo con Nuestra Señora de La Luz, 8 de septiembre, que una devota mujer pagaba por cuenta propia. Después de su fallecimiento, dejó un censo de 25 reales de vellón antiguo a su heredero don José de Arce y Rojas, de origen portugués, para ayuda de la función, quien siguió costeándola en todo, pero pretendió realizarlo en el lugar que sirvió de estancia provisional, porque ejercía el patronazgo en la misma por estar adosada a su residencia. No habiéndolo conseguido, cedió el tributo de dicha cantidad monetaria. Dicho caballero quiso hacer pleitesía a una segunda imagen de la Virgen existente en el referido solar sacro y en la misma fecha efímera, pero no le fue concedido, siendo trasladado para el día octavo.
                             El edificio resultante, a diferencia de los otros religiosos de la capital, posee una concepción unitaria y una gran simetría entre sus partes. Presenta en un mismo eje de su fachada la espadaña, el balcón con balaustres a toda la altura del antepecho, solución poco habitual en el archipiélago, a modo de atalaya o mirador sobre el puerto, y la puerta principal en arco de cantería de medio punto y llama la atención los esgrafiados en torno a esta y a las dos laterales, que son arquitecturas fingidas que reproducen sendas pilastras coronadas por los fragmentos de un frontón partido con una tarja apergaminada al centro, figurando el símbolo del ancla. Consta de una sola nave, de planta rectangular, con el presbiterio elevado en un escalón y separado por el arco toral, dando cabida a una pequeña grada, que conduce a la postrimería de la capilla mayor. Su techo a cuatro aguas cubre el interior, que alberga un coro alto a los pies del templo y la sacristía en el otro extremo con iguales características arquitectónicas. En mayo de 2010, ha sido adquirida una nueva campana con mayor resonancia que la anterior, que está colocada detrás del conjunto, en Burgos-España a  la Relojería Industrial (relojes de torres y campanas) de Antonio Cano, pesando 60 kilogramos y cuyo costo fue de 1400 euros. En ella se lee la leyenda siguiente: “Nuestra Señora de La Luz siendo Mayordomo Félix Miguel Rodríguez González”.
                             Finalizadas las obras, se realizó el actual retablo mayor en la década de 1680-1690, dorado poco más tarde. Es una preciosa joya, obra de un maestro poseedor de una categoría artística bien notoria. Su decoración se basa en temas platerescos pero con técnica barroca. La gigantesca concha que lo remata, asida lateralmente por enormes medias figuras angelicales tenantes, de casi bulto redondo, que alargan y curvan su cuerpo onírico sobre la cornisa, no tiene en las islas otro ejemplar que pueda comparársele. Las columnas llevan los tercios superiores con estrías ondulantes, decoración que hará escuela local y que empleó por vez primera Antonio de Orbarán en el anterior, antes de la reforma, de la parroquial de El Salvador (1638-1642). En el sotabanco figuran ángeles-sirénidos y mascarones de avolutados bigotes, semejantes al del aguamanil labrado en piedra de la sacristía. Es posible que sea labor de Andrés del Rosario, compañero del anterior y padre de Lorenzo de Campos, puesto que coincide con su etapa de plena actividad (1660-1693).
                             Su traza consiste en dos cuerpos y tres calles. La hornacina central del primero lo ocupa la Virgen de La Luz. La lateral de la izquierda está San Telmo y a la derecha San Vicente Ferrer, que fue traído de la ermita de Velhoco por ser sustituido por esa otra venerada en el ex convento dominico. En las del segundo encima del Patrón San Miguel Triunfante y al lado opuesto San Fernando Rey, presumiblemente de un taller local, como denota la venera de su coraza, que se asemeja a la decoración del retablo en donde se hallan y datan del momento de su ejecución (c. 1680-1690), poco después de la canonización del Santo Regio en 1671. En el centro recibe culto San José y el Niño Jesús, separado, de pie a su derecha, escultura de igual origen que las antes mencionadas en el siglo XVIII y de mejor calidad artística, documentado desde 1711. En la actualidad muestra algunos añadidos reversibles.
                             Con fecha del 28 de diciembre de 2007 se ha solicitado la restauración del mismo al Cabildo Insular de La Palma por parte del taller de Restauración, invadido por insectos xilófagos, suciedad, humedad, deterioro de agentes externos…, según el previo informe del estado de conservación, que dice: “Para que conste su deplorable estado actual, y la necesidad de su urgente intervención se adjuntan fotografías del bien mueble tomadas durante el pasado mes de septiembre y una relación de daños. Asimismo, y para que no quepa duda del incalculable valor artístico e histórico de la obra señalada, se inserta en esta petición una breve reseña histórica de la misma, justificando por si sola cualquier intervención, la cual beneficiará en gran medida la preservación del patrimonio cultural y artístico de la isla de La Palma para generaciones futuras”.
                             Siguiendo la pared de la Epístola hay un lienzo La Oración del Huerto, traído del antiguo convento dominico, una vez acaecida la desamortización (1836), continúa con un retablo tosco de cantería con tela de San Francisco Javier, que posiblemente sea del artista orotavense Cristóbal Hernández de Quintana (1651-1725), púlpito con un crucifijo y una talla moderna de Santa Teresita del Niño Jesús y sobre escalera a la parte alta un cuadro de la Virgen de Las Nieves (1984) de Alberto José Fernández García (1928-1984) y obsequiado por el vigente Mayordomo. El hueco de la portada se ha habilitado para albergar el Señor de la Burrita, catalogada como en serie y de autor anónimo, primera salida en la Semana Santa de 1968 y donada por don Aurelio Feliciano Pérez. En el lado del Evangelio contemplamos el Galeón y hueco semejante al de enfrente, dedicado a la Virgen del Buen Viaje que pintada en lienzo en tonos muy vivos y con manto en azul, llevaba en una mano a un sonriente Niño y en la otra una nave de la época, teniendo el conjunto por peana unas nubes oscuras y tormentoso mar. Al principio, por su mala conservación fue ocultada  y, después destruida, sustituida con la pintura al óleo de Jesús entre los sayones, composición basada en estampas grabadas por las prensas de Amberes, de igual origen y procedencia que el nombrado a principio de este párrafo. Seguimos el recorrido con una pila verde de agua bendita con una benditera de cerámica donada por Nieves María Acosta, encima de la que cuelga un anagrama de María de Ubaldo Bordanova Moreno (1866-1909) y un trabajo pintado por uno de los Silvas y donado por la familia Capote Álvarez con la alegoría de la Virgen del Rosario con Santo Domingo y San Francisco, un Niño Jesús de reciente factura y debajo del entresuelo una tela de Las Nieves (s. XX) de Carranza. Al final del recinto vemos la donación de Jaime Pérez García (1930-2009) titulado Coronación de la Santísima Virgen (98x75 cm.), anónimo del XVIII y encima de la baranda del receptáculo coral el primer Crucificado, que precedía el altar principal y que retornó de El Salvador, en 1965, a donde fue trasladado durante unos años, venido de Cuba y elaborado con pasta de maíz. Asimismo, colgaba delante una lámpara de plata, hoy está puesta a la izquierda del altar de celebraciones, con la inscripción: “Esta lámpara se hizo el año de 1664 siendo mayordomo Gabriel Hernández”. En la sacristía, aparte de lo referente en el presente trabajo, se conserva una imagen de Santa Bárbara, de yeso, un relieve de marmolina alusivo a una piedad, tres cuadros con la fotografía de Ntra. Sra. de La Luz de Las Palmas de Gran Canaria, uno de Los Silos, dos de Guía de Isora, alusivos a las respectivas patronas de dichos lugares de Tenerife, cinco y una tabla de nuestra Titular, cinco crucifijos pequeños para celebrar, una mesa grande en el centro, un banco adosado y una cómoda.
                             El 12 de mayo de 1809, como anécdota de cierto interés, en la casa de don Manuel Volcán de Medina, Comisario del Santo Oficio, tuvo lugar una reunión con objeto de elegir capellán al estar vacante el cargo por fallecimiento del anterior, Francisco Rocha, siendo nombrado Francisco de Paula Camillón y García de Aguiar y el restablecimiento de la Cofradía por nuevas desganas habidas en su cometido. Fue el que recibió al Prelado que tuvo la Diócesis Nivariense, don Luis Folgueras y Sión, por motivo de su visita a este templo.
                             Ha sido notable la vinculación de nobles familias por sus méritos de ultramar. Es justo mencionar, en el XVII, a la de Arce y, en el XVIII, a la de Volcán. En el XIX contamos con los nombres de capellanes celosísimos como el referido en el párrafo anterior, así como de activos mayordomos entre ellos don José María Corral. Sin embargo, el mejor reconocimiento se lo lleva la propia Cofradía y tantos apellidos adscritos a ella como fueron los de nuestros mejores constructores navales y más célebres capitanes de mar.  
                             El recinto ha tenido varias etapas de mejora en su interior y  estructura durante las últimas décadas de la centuria anterior, siglo XX. En los años 70 se llevó a cabo la reparación y embellecimiento del conjunto, y se dotó su nave de nuevos bancos, cancel de la entrada principal y acondicionamiento del presbiterio. En 1989 se hizo un informe técnico de restauración del edificio por el aparejador don Enrique Rodríguez Arroyo, que se procedió según se fuera procurando los fondos suficientes con la ayuda personal de los vecinos y, por lo tanto, consistía en la reposición total o parcial de la cubierta, encalado, carpintería y varios. Se aportó fondos materiales y humanos para el arreglo de las humedades, goteras, enfoscados exteriores e interiores necesarios, puertas, ventanas, balcón de cofa, canalización eléctrica y sanear el aseo. Más tarde se acometió el pintado de las paredes interiores con la colaboración de una amplia lista de vecinos y en 2010 se subsanó el estado de ruina que presentaba el corredor de madera, sustituyéndolo por uno nuevo de igual forma y proporciones. Bajo el mandato de la Sra. Mayordoma doña Dolores de Las Casas Pérez se colocó el nuevo pavimento, que hoy se contempla, y, además, diversas otras mejoras y se ha construido el Camarín de las imágenes, que fue bendecido el sábado, 1 de septiembre de 1962, a las cinco de la tarde, por el Venerable Párroco Arcipreste de la Iglesia Matriz de El Salvador, así como dotado de ornamentos, prendas de vestir para la Virgen, colgaduras, alfombras, lámparas, vasos sagrados y cuantos objetos se precisan para los más solemnes cultos a base del anónimo y modesto esfuerzo de cada una de las familias del sector.
                             No ha faltado el dilema de llamar indistintamente el templo. Desde hace muy poco tiempo, las últimas cinco generaciones, se le conoce como iglesia o ermita de “Nuestra Señora de La Luz” o, simplemente, de “La Luz” como se indica al comienzo de este apartado, no reviste la menor importancia. La dedicación al santo se atestigua en numerosos documentos antiguos, citando el “Libro de Visitas” de la Parroquia Matriz de El Salvador en el acta correspondiente de 1574 y el legajo “Concordia y Junta de Mareantes" de 1708, que se guarda en la Biblioteca Cervantes de la Real Sociedad La Cosmológica. También refrenda lo dicho las inscripciones sobre dos objetos de plata labrada conservados y que son: un juego de lavabo de 1652 y una lámpara votiva de 1664, que los más ancianos llaman “lámpara de la Virgen”. Siguiendo con lo expuesto consta, igualmente, como titular en un misal del s. XVII. En el sello oficial figura el nombre de la Virgen y no el del titular, cuyo original fue aprobado por el Obispado tinerfeño y se halla clasificado en el Archivo Diocesano. Así en cuantos escritos circulan en los medios eclesiásticos de la Isla y de la Diócesis, órganos de la Prensa y programas de Las Fiestas desde hace más de seis décadas. No deja de ser revelador, el que en una relación de los templos de nuestra Ciudad, que brinda un libro guía impreso en inglés y editado en Londres a principios de la centuria pasada, que lleva por título “Brown´s Madeire, Canary Islands and Azores”, leamos “Iglesia de La Luz”. 

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