Contar anécdotas
es transmitir con satisfacción lo vivido para el deleite del pasado o pensar en
la posteridad. En ambos casos soy en parte testigo transmisor de lo relatado
para enriquecer y divulgar la memoria:
-Los mayores se
reunían en afanada tertulia en la venta de Avelino Abreu, después de Rosario,
en la calle Álamos.
-Se formó una
sociedad deportiva “Los Bachos” y sus fundadores organizaban conferencias y
festejos. Cada vez que clavaban las astas, farolas y guirnaldas rompían alguna
tubería con la subsiguiente pérdida del agua.
-Los carnavales
antes de 1936 se celebraban privadamente por toda la zona hasta El Cabo.
-Un tal Aureliano,
zapatero de profesión, era amante de gastar bromas. Sucedió que fue invitado un
fin de semana a un suculento almuerzo de pollos en la venta de Rafaela y entre
ellos estaba Virgilio, causante de aquel desaguisado. Antes les fueron
sustraídos por información jocosa a su esposa María Luisa por supuesto mensaje
de su esposo. La velada fue agradable hasta que al final se le dijo al burlado
lo ocurrido. Transcurrieron unos meses y aquel recompensó su burla, esta vez
con Eufrasia, cuando se enteró que su amigo había recibido de Tenerife un
apetitoso cherne y con igual estrategia devolvió su anhelado deseo disfrutando
el apreciado manjar en familia.
-Cuando los muchachos jugaban
a la pelota, detrás de la ermita, antes de llegar los municipales, salían a la
calle de San Telmo a través de un zaguán privado que había en esas
inmediaciones.
-A la llegada del
cañonero Canaleja en 1936, los curiosos que habían en la plaza de La Luz
huyeron inmediatamente al sonido de un disparo desde el barco, que hizo impacto
en una de las viviendas del risco.
-En la plaza de
Santo Domingo el padre Carlos, Superior de los Paules ubicados en el ex
convento dominico de San Miguel de las Victorias, con los jóvenes del lugar
compartía distendidas charlas.
-En el año 1921/22
la banda de música del batallón amenizaba paseos con acordes de bellas piezas
del momento. Estuvo formada por
Director: Sebastián
Cabeza.
Bajo: Miguel Medina Pérez.
Clarinete: Damián López.
Bombardino: Cristóbal
Castro.
Trompetas: El padre de los
hermanos Castellanos (José María, Carlos, Juan…).
Hubo otros soldados de reemplazo
como los Daranas (Pedro, Juan, Facundo y Rafael).
-En la celebración
de La Naval, comenzó una pelea entre varios alborotadores y un teniente del
batallón, quien quiso arreglarlo por su cuenta usando el sable. Entonces, se
presentó el alcalde Juan Bautista Lorenzo Rodríguez, Cronista Oficial, con su
Vara de Cargo, diciendo:
Soy Alcalde de Santa Cruz de La
Palma.
(Con su presencia se acabó la
trifulca y reprendió al militar)
¿Hay rebelión en España?
No. Contestó aquel con presteza.
Aquí tampoco. Respondió Lorenzo
Rodríguez con firmeza.
-Pepe Rapadura, popular personaje, le
respondió a un amigo mientras hablaba con él por teléfono “cállate lavativa”.
-En septiembre por
las fiestas de la Virgen, siendo Josefa Morita mayordoma de la ermita, se
cerraba el recinto para celebrar las verbenas. Al quedar dentro del mencionado
marco algunas viviendas, con el permiso de los dueños, Josefa con una escoba
inspeccionaba los bajos de las camas por si acaso hubiera escondido algún
intruso y disfrutara del jolgorio sin pagar.
-Por los años
cuarenta, en el extremo Sur del Espino en la parte baja de la vivienda de
Leonilo, algunos vecinos habilidosos reproducían la danza de los enanos. Muchas
personas se la ingeniaba en reproducir en una tapa de corcho la contraseña de
la entrada y de esa forma asistían gratis.
-Se organizaban
equipos de fútbol con papel de seda de distintos colores, que por el sudor se
deshacían pareciendo guirnaldas.
-En torno de la
ermita por las noches se formaban tertulias de jóvenes. En una de ellas a un
señor, Antonio Roqué, renombrado en el barrio con estimado talante intelectual,
le requirieron su presencia en el trabajo de estibador y contestó: Si es algo
de pluma, voy. Ahora, si es para cargar, vas tú. En cierta ocasión le
preguntaron el valor expresivo de una frase y respondió: Sirven para ustedes,
pero no para el ámbito de un casino. Aquella otra ocasión cuando le envió a su
mujer Pancha tres sacos vacíos a través del cobrador de la guagua, habiéndolo
mandado lleno de papas en un corto tiempo y que fue a enviarle otro y se
encontró con dicha sorpresa. La mencionada señora se iba a los campos cercanos
del norte en el oficio de adivinar el futuro, el juego de las barajas, y así
obtener parte del sustento familiar.
-Los mayos en las
cruces siempre han sido motivos de picaresca y no fue menos aquel que se
colocaba con sus atributos al aire y con jocosidad se le decía a los
viandantes: Las frutas se tocan para saber si están maduras y lo mismo hay que
hacer con esto para descubrir su dureza.
-María Josefa, muy
guasona, poseía una vivienda que se comunicaba con dos lugares muy distintos.
Un día un amolador peninsular, desconocedor de tal circunstancia, le preguntó
si quería afilar cuchillos y le dijo: no. Al incurrir, más tarde, por el otro
lado le gritó una frase mal sonante, que no transcribo.
-En las huertas de
El Cabo, donde están las viviendas adosadas, habían unas higueras con
apetitosos frutos. Su medianero Anselmo y su hijo Delmiro cuidaban de ellas. De
lejos los muchachos le cantaban:
¡Ay, Anselmo!
las higueras
los chiquillos de San Telmo
las repelan.
-Es grato no
olvidarnos de Risal cuando llegaba a la plaza de La Luz enfadado y decía: Ya me
vino la furia.
-Se jugaba a los
boliches y trompos. Juegos habituales entre los niños y las mamás les hacían
unas pequeñas bolsas de tela para guardar los primeros. Con las puntas bien
puntiagudas de los segundos los más listos usaban estrategias para sacar fuera
del círculo, marcado en el suelo, aquellos que se quedaban dentro y, por
supuesto, ganaba el mejor postor.
-Domingo Soleta
acompañado de su hijo Manolo una de las veces que faenaban en la pesca del
chicharro pequeño, llamados republicanos, aquel le advirtió de la presencia del
banco, pero su padre no le dio importancia: esos son nuestros, no te preocupes.
Se llevaron la sorpresa, cuando quisieron cogerlos, se habían marchado.
-Desde los
aledaños se contemplaban los acontecimientos del puerto como el amerizaje de un
hidroavión, atraque de submarinos, buques de guerra, arribos de los
helicópteros con los Reyes y autoridades invitados en la inauguración del
Astrofísico… y la llegada del primer avión al aeródromo de Buenavista (Breña
Alta).
Hay muchos más
hechos y otras personas, Pepito la Rubia, que han dejado su tinte de humor y
relatos picarescos, pero por no hacer extenso este apartado lo dejamos en el
silencio respetuoso y guardado en la intimidad del tiempo.
5.- Acontecer futbolístico:
La afición al
fútbol en La Palma, según fuentes acreditativas, fue introducida por soldados
catalanes venidos por reemplazo al servicio militar obligatorio. La gente del
barrio no dio la espalda a dicho deporte. Jugaban en la explanada, Plaza de San
Fernando. Se fundó en su seno Los Bachos, que despertó gran interés entre los
vecinos.
En 1922 sin sede
social surgió el Palma con una primitiva formación, que pudo ser la siguiente:
Portero: Tiburcio Miranda,
natural de Tenerife.
Defensas: Cristóbal
Hernández, considerado el mejor de la Isla, y Tomás Plata.
Extremo izquierdo: Venius
Camacho y Antonio Hernández.
Extremo derecho: Félix.
Interior izquierdo: Pedro
Pedrianes, asesinado en Venezuela.
Interior derecho:
Eustaquio.
Delantero centro: Ricardo
Manrique.
En el año
mencionado comenzó su andadura el C. D. Mensajero, haciéndose en la calle San
Telmo, número 32, vivienda que perteneció a don Antonio Ramos. Surgió por la
extinción del club anterior. Probable conjunto primitivo:
Portero: Antonio Duque.
Resto de plantilla: Sixto
Concepción, Agustín Sánchez, Arcadio Ferraz, Félix Castilla, Rafael Darana,
Guillermo, Emilio Rodríguez Santiago, Manuel Duque, Antonio García, entre
otros.
Alrededor de 1932
se constituyó el Aridane por el simple placer de practicar dicha actividad.
Podemos recordar:
Portero: Faustino,
conocido por su altura “La grúa”.
Defensas: Mendizábal y
Manolo Riverol, muerto en la Guerra Civil de 1936-1939.
El Marino fue un
club representativo del sector con camisetas de franjas verticales verdes y
blancas y calzón blanco con medias de colores iguales a su vestimenta superior.
Ubicados en la Calle Nogales entrenaban detrás de la Harinera Palmera S. L. En
categoría Alevín tuvo un grupo, que quedó campeón en la temporada 1977-78.
Miguel González
Pérez (1927), de sobrenombre Fife, y Rosendo Hernández González (1920-2006),
llevaron el nombre de Canarias al más alto nivel futbolístico nacional. El
Estadio Insular lleva el nombre del segundo.
6.- La ermita:
Dedicada a San
Telmo, patrono de los hombres de la mar, bautizó el barrio y, sin embargo, hoy
se le conoce con el nombre de la Virgen. Construida sobre el risco, se ignora
la fecha de su fundación, aunque debió ser antes de 1551, fecha del testamento
de un flamenco natural de Amberes que mandó de limosna a ésta y a la homónima
de San Sebastián dos reales a cada una para ayuda de sus obras. Estaba
realizada en el año de 1574, en que la visitó el arcediano de Canaria don Juan
Salvago.
Hagamos mención de
una tierra de marinos como Gaspar de Barrios, Juan Ferraz, Pedro Hernández
Almeida, Francisco Díaz Pimienta (padre e hijo), Baltasar González y Miguel
Pérez en el XVI; de Melchor García de Aguiar, Manuel Hernández Lima y su hijo
Antonio Hernández Rojas, Pedro Zabala Moreno y José Fernández Romero en el XVII
y de Santiago Fierro Torres y Jerónimo Toledo en el XVIII, y de otros muchos
más que podríamos seguir enumerando, todos ellos capitanes de altura o de la
carrera de Indias. Caracterizados por su sencillez y responsabilidad. Los
primeros libros sacramentales de la Parroquia Matriz de El Salvador, viejos
testamentos y expedientes nos dan noticias de estas intrépidas personas.
En 1591, se fundó la
confraternidad de mareantes, que reunía a pescadores, marineros y navegantes y
que tenía entre sus fines la redención de cautivos, de lo que hubo libro y arca
con tres llaves, que se custodiaba en la parroquial principal capitalina, una
la poseía el Beneficiado, otra el Capitán de la mar que fuera presidente de la
Cofradía y la tercera el Mayordomo, con constituciones aprobadas por el
Provisor y Visitador General don Gabriel Ortiz de Saravia, cuyo asentamiento se
hallaba unido a la administración de la ermita. Esta piadosa decisión de la
gente de mar no tuvo efecto inmediato, sino unos años más tarde y renovándose
periódicamente entre sus miembros el cargo de Mayordomo. Esto ocurrió hasta
1670, en que se nombró para el cargo al presbítero don Miguel de Brito y Silva
(1640-1708), que lo hizo la Junta de Cofrades en presencia del Juez
Eclesiástico. Todo consta en la Visita que realizó el licenciado José de Tovar
y Sotelo el 2 de mayo de 1706. En 1838, se creó un gremio con tal denominación
cuyo objeto era suministrarles socorros en sus enfermedades en atención a que
los antiguos establecimientos habían decaído o no existían. El navío de
mampuesto, que se hallaba en medio del barranco de las Nieves para el diálogo
de la Bajada de la Virgen, fue construido por dichos componentes, que cuidaban
de su adorno y de adquirir pólvora necesaria para las salvas, sufragado con los
beneficios obtenidos que solicitaban por las calles de la ciudad con ingenuas
octavillas de verso fácil y ripioso.
El 16 de marzo de
1640, Alonso de Vargas, mayordomo, declaró ante el vicario que había empezado a
levantar una pared y en ella los asientos con el fin de hacer plaza delante.
Solicitó licencia para tal fin.
Aquella primera edificación
de reducidas dimensiones fue reconstruida desde cimientos entre 1675 y 1680 por
la Cofradía de Mareantes con el producto de uno y medio por ciento de lo que
ganasen en los viajes y con las limosnas obtenidas en los barcos de travesía y
de pescar. Al frente de aquellas obras se encontraba el citado licenciado en
Leyes, presbítero y mayordomo, que había adquirido materiales y pidió la debida
licencia al ilustrísimo Sr. Obispo Bartolomé García Jiménez en la visita que
éste hizo a nuestra Isla en 1675 y que para acrecentar el recinto compró, por
escritura otorgada el 25 de septiembre de 1674 ante Juan Alarcón, a María de
Cáceres Navarro un sitio a sus espaldas, con la condición de dejar una
separación de tres palmos y medio entre la pared que se ha de hacer y la casa
de la vendedora. El presupuesto del trabajo se elevó a 31704 reales y 80
maravedíes.
Las imágenes en
ese intervalo de tiempo estuvieron colocadas y veneradas en la desacralizada
capilla de San Francisco Javier, que, después, fueron trasladadas en solemne
procesión. Se celebraba la fiesta del santo Patrón y se hacía lo mismo con
Nuestra Señora de La Luz, 8 de septiembre, que una devota mujer pagaba por
cuenta propia. Después de su fallecimiento, dejó un censo de 25 reales de
vellón antiguo a su heredero don José de Arce y Rojas, de origen portugués,
para ayuda de la función, quien siguió costeándola en todo, pero pretendió
realizarlo en el lugar que sirvió de estancia provisional, porque ejercía el
patronazgo en la misma por estar adosada a su residencia. No habiéndolo
conseguido, cedió el tributo de dicha cantidad monetaria. Dicho caballero quiso
hacer pleitesía a una segunda imagen de la Virgen existente en el referido solar
sacro y en la misma fecha efímera, pero no le fue concedido, siendo trasladado
para el día octavo.
El edificio
resultante, a diferencia de los otros religiosos de la capital, posee una
concepción unitaria y una gran simetría entre sus partes. Presenta en un mismo
eje de su fachada la espadaña, el balcón con balaustres a toda la altura del
antepecho, solución poco habitual en el archipiélago, a modo de atalaya o
mirador sobre el puerto, y la puerta principal en arco de cantería de medio
punto y llama la atención los esgrafiados en torno a esta y a las dos
laterales, que son arquitecturas fingidas que reproducen sendas pilastras
coronadas por los fragmentos de un frontón partido con una tarja apergaminada
al centro, figurando el símbolo del ancla. Consta de una sola nave, de planta
rectangular, con el presbiterio elevado en un escalón y separado por el arco
toral, dando cabida a una pequeña grada, que conduce a la postrimería de la
capilla mayor. Su techo a cuatro aguas cubre el interior, que alberga un coro
alto a los pies del templo y la sacristía en el otro extremo con iguales
características arquitectónicas. En mayo de 2010, ha sido adquirida una nueva
campana con mayor resonancia que la anterior, que está colocada detrás del conjunto,
en Burgos-España a la Relojería
Industrial (relojes de torres y campanas) de Antonio Cano, pesando 60
kilogramos y cuyo costo fue de 1400 euros. En ella se lee la leyenda siguiente:
“Nuestra Señora de La Luz siendo Mayordomo Félix Miguel Rodríguez González”.
Finalizadas las
obras, se realizó el actual retablo mayor en la década de 1680-1690, dorado
poco más tarde. Es una preciosa joya, obra de un maestro poseedor de una categoría artística bien notoria. Su decoración se basa en temas platerescos
pero con técnica barroca. La gigantesca concha que lo remata, asida
lateralmente por enormes medias figuras angelicales tenantes, de casi bulto
redondo, que alargan y curvan su cuerpo onírico sobre la cornisa, no tiene en
las islas otro ejemplar que pueda comparársele. Las columnas llevan los tercios
superiores con estrías ondulantes, decoración que hará escuela local y que
empleó por vez primera Antonio de Orbarán en el anterior, antes de la reforma,
de la parroquial de El Salvador (1638-1642). En el sotabanco figuran
ángeles-sirénidos y mascarones de avolutados bigotes, semejantes al del
aguamanil labrado en piedra de la sacristía. Es posible que sea labor de Andrés
del Rosario, compañero del anterior y padre de Lorenzo de Campos, puesto que
coincide con su etapa de plena actividad (1660-1693).
Su traza consiste
en dos cuerpos y tres calles. La hornacina central del primero lo ocupa la
Virgen de La Luz. La lateral de la izquierda está San Telmo y a la derecha San
Vicente Ferrer, que fue traído de la ermita de Velhoco por ser sustituido por
esa otra venerada en el ex convento dominico. En las del segundo encima del
Patrón San Miguel Triunfante y al lado opuesto San Fernando Rey,
presumiblemente de un taller local, como denota la venera de su coraza, que se
asemeja a la decoración del retablo en donde se hallan y datan del momento de
su ejecución (c. 1680-1690), poco después de la canonización del Santo Regio en
1671. En el centro recibe culto San José y el Niño Jesús, separado, de pie a su
derecha, escultura de igual origen que las antes mencionadas en el siglo XVIII
y de mejor calidad artística, documentado desde 1711. En la actualidad muestra
algunos añadidos reversibles.
Con fecha del 28
de diciembre de 2007 se ha solicitado la restauración del mismo al Cabildo
Insular de La Palma por parte del taller de Restauración, invadido por insectos
xilófagos, suciedad, humedad, deterioro de agentes externos…, según el previo
informe del estado de conservación, que dice: “Para que conste su deplorable
estado actual, y la necesidad de su urgente intervención se adjuntan
fotografías del bien mueble tomadas durante el pasado mes de septiembre y una
relación de daños. Asimismo, y para que no quepa duda del incalculable valor
artístico e histórico de la obra señalada, se inserta en esta petición una
breve reseña histórica de la misma, justificando por si sola cualquier
intervención, la cual beneficiará en gran medida la preservación del patrimonio
cultural y artístico de la isla de La Palma para generaciones futuras”.
Siguiendo la pared
de la Epístola hay un lienzo La Oración del Huerto, traído del antiguo convento
dominico, una vez acaecida la desamortización (1836), continúa con un retablo
tosco de cantería con tela de San Francisco Javier, que posiblemente sea del
artista orotavense Cristóbal Hernández de Quintana (1651-1725), púlpito con un
crucifijo y una talla moderna de Santa Teresita del Niño Jesús y sobre escalera
a la parte alta un cuadro de la Virgen de Las Nieves (1984) de Alberto José
Fernández García (1928-1984) y obsequiado por el vigente Mayordomo. El hueco de
la portada se ha habilitado para albergar el Señor de la Burrita, catalogada
como en serie y de autor anónimo, primera salida en la Semana Santa de 1968 y
donada por don Aurelio Feliciano Pérez. En el lado del Evangelio contemplamos
el Galeón y hueco semejante al de enfrente, dedicado a la Virgen del Buen Viaje
que pintada en lienzo en tonos muy vivos y con manto en azul, llevaba en una
mano a un sonriente Niño y en la otra una nave de la época, teniendo el
conjunto por peana unas nubes oscuras y tormentoso mar. Al principio, por su
mala conservación fue ocultada y,
después destruida, sustituida con la pintura al óleo de Jesús entre los
sayones, composición basada en estampas grabadas por las prensas de Amberes, de
igual origen y procedencia que el nombrado a principio de este párrafo.
Seguimos el recorrido con una pila verde de agua bendita con una benditera de
cerámica donada por Nieves María Acosta, encima de la que cuelga un anagrama de
María de Ubaldo Bordanova Moreno (1866-1909) y un trabajo pintado por uno de
los Silvas y donado por la familia Capote Álvarez con la alegoría de la Virgen
del Rosario con Santo Domingo y San Francisco, un Niño Jesús de reciente
factura y debajo del entresuelo una tela de Las Nieves (s. XX) de Carranza. Al
final del recinto vemos la donación de Jaime Pérez García (1930-2009) titulado
Coronación de la Santísima Virgen (98x75 cm.), anónimo del XVIII y encima de la
baranda del receptáculo coral el primer Crucificado, que precedía el altar
principal y que retornó de El Salvador, en 1965, a donde fue trasladado durante
unos años, venido de Cuba y elaborado con pasta de maíz. Asimismo, colgaba
delante una lámpara de plata, hoy está puesta a la izquierda del altar de
celebraciones, con la inscripción: “Esta lámpara se hizo el año de 1664 siendo
mayordomo Gabriel Hernández”. En la sacristía, aparte de lo referente en el presente
trabajo, se conserva una imagen de Santa Bárbara, de yeso, un relieve de
marmolina alusivo a una piedad, tres cuadros con la fotografía de Ntra. Sra. de
La Luz de Las Palmas de Gran Canaria, uno de Los Silos, dos de Guía de Isora,
alusivos a las respectivas patronas de dichos lugares de Tenerife, cinco y una
tabla de nuestra Titular, cinco crucifijos pequeños para celebrar, una mesa
grande en el centro, un banco adosado y una cómoda.
El 12 de mayo de
1809, como anécdota de cierto interés, en la casa de don Manuel Volcán de
Medina, Comisario del Santo Oficio, tuvo lugar una reunión con objeto de elegir
capellán al estar vacante el cargo por fallecimiento del anterior, Francisco
Rocha, siendo nombrado Francisco de Paula Camillón y García de Aguiar y el
restablecimiento de la Cofradía por nuevas desganas habidas en su cometido. Fue
el que recibió al Prelado que tuvo la Diócesis Nivariense, don Luis Folgueras y
Sión, por motivo de su visita a este templo.
Ha sido notable la vinculación de nobles
familias por sus méritos de ultramar. Es justo mencionar, en el XVII, a la de
Arce y, en el XVIII, a la de Volcán. En el XIX contamos con los nombres de
capellanes celosísimos como el referido en el párrafo anterior, así como de
activos mayordomos entre ellos don José María Corral. Sin embargo, el mejor
reconocimiento se lo lleva la propia Cofradía y tantos apellidos adscritos a
ella como fueron los de nuestros mejores constructores navales y más célebres
capitanes de mar.
El recinto ha
tenido varias etapas de mejora en su interior y
estructura durante las últimas décadas de la centuria anterior, siglo
XX. En los años 70 se llevó a cabo la reparación y embellecimiento del conjunto,
y se dotó su nave de nuevos bancos, cancel de la entrada principal y
acondicionamiento del presbiterio. En 1989 se hizo un informe técnico de
restauración del edificio por el aparejador don Enrique Rodríguez Arroyo, que
se procedió según se fuera procurando los fondos suficientes con la ayuda
personal de los vecinos y, por lo tanto, consistía en la reposición total o
parcial de la cubierta, encalado, carpintería y varios. Se aportó fondos
materiales y humanos para el arreglo de las humedades, goteras, enfoscados
exteriores e interiores necesarios, puertas, ventanas, balcón de cofa,
canalización eléctrica y sanear el aseo. Más tarde se acometió el pintado de
las paredes interiores con la colaboración de una amplia lista de vecinos y en
2010 se subsanó el estado de ruina que presentaba el corredor de madera,
sustituyéndolo por uno nuevo de igual forma y proporciones. Bajo el mandato de
la Sra. Mayordoma doña Dolores de Las Casas Pérez se colocó el nuevo pavimento,
que hoy se contempla, y, además, diversas otras mejoras y se ha construido el
Camarín de las imágenes, que fue bendecido el sábado, 1 de septiembre de 1962,
a las cinco de la tarde, por el Venerable Párroco Arcipreste de la Iglesia
Matriz de El Salvador, así como dotado de ornamentos, prendas de vestir para la
Virgen, colgaduras, alfombras, lámparas, vasos sagrados y cuantos objetos se
precisan para los más solemnes cultos a base del anónimo y modesto esfuerzo de
cada una de las familias del sector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario