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martes, 1 de mayo de 2012

SALVAR LA PLAYA

                                  Parece paradójico cuanto se diga referente al litoral de Santa Cruz de La Palma. Hace algún tiempo hubo playas, coquetas y de gran arraigo social en el disfrute de los ciudadanos, y por la ampliación del recinto portuario las quitaron. Por otra parte, no podemos estar anclados al pasado de una manera ambigua y buscar culpables en el desaguisado de las cuestiones políticas o administrativas.      
                                  La posible paralización del proyecto de la nueva sería inadmisible, amenazada por los recortes económicos del Estado. Una vez empezada la obra será absurdo dar un paso atrás, dejando boquiabiertos a aquellos con las ilusiones en el sueño de nunca acabar.
                             “Salvar la playa” es un grito unánime de todos en protesta de algo prioritario y promocional para el bien empresarial y turístico. El presidente de la Asociación de comerciantes capitalino, Juan Arturo San Gil Ayut (1962), propuso la participación en la manifestación del sábado, 21 de abril, y dijo: “Esto no es una protesta nuestra, ya que todos los residentes en la ciudad y, también, del resto de la Isla se pueden ver afectados”.
                             La Prensa se hizo eco de dicho evento al día siguiente: “La patronal cree y con lógica que para paralizar las obras de la playa supondría un golpe negativo para la estética de una ciudad, que en parte vive gracias al turismo. Además, provoca el cierre de comercios y el aumento del desempleo”.
                             Congratulada con la opinión pública se halla el interés prestado por los ediles en proteger los caudales ante la crisis económica, pero se advierte el descontento generalizado, ya que no importan las disputas de unos y otros. Sólo, se desea su finalización en el plazo previsto. Los presupuestos, según parece, están garantizados. En ellos no radica el mal, sino en la instalación de los emisarios submarinos para evitar el contagio de las aguas negras y de los barrancos cercanos a la zona de baño antes de hacerse los diques sumergidos.
                             El alcalde-presidente, Sergio Matos Castro (1976), emite en un comunicado lo siguiente: “Frente a cierto mensaje derrotista que parece percibirse en algunos sectores, la corporación municipal confía en que las obras de la playa saldrán adelante, ya que su paralización perjudicaría a todas las partes implicadas: al Gobierno de España y de Canarias, Cabildo, Ayuntamiento, empresa y a todos los ciudadanos de la capital. […] se está hablando de una obra de gran envergadura y como tal es lógico que se produzcan dificultades, […]. Al contrario, pensamos que nuestro municipio ha tenido mucha suerte por poder contar con esta gran inversión pública en unos momentos especialmente difíciles”. Respecto al saneamiento, vital para la ejecución de la misma, para el cual actualmente no existe financiación, alude: “Pedimos responsabilidad y diálogo de las diferentes administraciones implicadas para que la intervención se acometa cuanto antes, […] todos estamos remando en la misma dirección a fin de sacar adelante esta obra fundamental para el futuro de nuestra ciudad y esperamos contar con la implicación y la comprensión de nuestros ciudadanos”.
                             Para finalizar transcribo lo que dijo en titulares el Diario de Avisos el domingo, 22 de abril: “Una marea humana pide la playa. Alrededor de un millar de personas, según la organización, salieron ayer a la calle para exigir un acuerdo que permita que no se detengan las obras”. A pie de foto: “La manifestación discurrió de forma pacífica por la calle Real, desde la plaza de La Alameda, animada con música de verano” y en el interior de página los manifiestos siguientes: “No se trata de que la obra permanezca apalancada durante veinte años como sucedió con el Circo de Marte” y “Que salven nuestra playa. Que salven nuestros sueños y nos dejen conservar la mirada puesta en el mar”.

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