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domingo, 8 de abril de 2012

LA MÚSICA CALLADA, LA SOLEDAD SONORA


                             El silencio mejor pronunciado como si fuera de una lección magistral en la cátedra del tiempo y el paréntesis prolongado en las miradas de quienes asistieron a la parroquia de San Francisco de Asís de Santa Cruz de La Palma, 31 de marzo de 2012, se dio en el disfrute de un extenso y completo programa lleno de belleza, armonía y de un sentimiento musical y cultural.
                             Los motetes del Padre Díaz (1774-1863) subrayaron el aire y la paz asimilados en el espíritu inmortal del hombre en tránsito al amor y de la concordia consigo mismo. Sus acordes acompasados fueron sintonizados en la sincronización del teclado y la coral de Kant i Corum, que contagiaron el entendimiento por lo sacro en un ámbito selecto y esencial para servir de pórtico y fin de un trascendental acto.
                             “La Quinta Angustia”, “La Lanzada”, “Descendimiento”, “Caridad del Guadalquivir”, “Atado a la Columna” y “La muerte no es el final” constituyeron el marco insustituible de una magnífica velada. Ese arte huidizo, intangible y, a la vez, tan presente en nuestras vidas nos pareció muy interesante. La Banda Municipal de Música San Miguel y la Sección de Tambores de la Cofradía de la Pasión finalizaron señalando la diferencia entre lo literario y artístico en la que la concepción espacio-temporal se identificó con el poema como verdadero protagonista del encuentro con Dios.
                             Los poetas y la voz de quienes dieron  la magia de lo inanimado al alma penetrante del eco y la fuerza de la persuasión, que movió el corazón más restringente en mil gracias derramadas, vestidos nos dejó de su hermosura.
                             El ambiente in extremis influyeron en lo acontecido y, también, se creó una escena interesante entre los mediode expresión. La mente extasiada en lo genuino e impersonal despertaba el sentido, que junto a la austeridad envolvente del templo emanaba una reacción extraordinaria del público.
                            La noche sosegada
                          en par de los levantes de la aurora,
                          la música callada,
                          la soledad sonora,
                          la cena que recrea y enamora.
                             La Semana Santa nos haya traído el compromiso fiel por mantener ese necesario equilibrio entre tradición y contemporaneidad, que se traduzca en un interés común para expresar desde dentro y hacia fuera una necesidad de búsqueda.

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