No se puede quedar en el vacío del desconocimiento incomprensible ni, tampoco, silenciar lo que fue merecido, escueto, sencillo y directo. El pasado 29 de junio, viernes, a partir de las 8 y media de la tarde, en el interior de la Parroquia Matriz de El Salvador y en la plaza de España de Santa Cruz de La Palma, el acto homenaje a don Manuel Díaz Hernández (1774-1863) celebrado con tinte de intimidad en su memoria.
Las palabras pronunciadas dieron a conocer algunas pinceladas del homenajeado, imagen del mítico Siglo de Oro insular: “Pienso que el ilustre palmero no ha tenido el reconocimiento que se merece por parte de su Isla, a la que tanto amó y a la que tan bien representó en todos los ámbitos sociales y culturales. Lo digo sin acritud, pero con la conciencia serena. Ahora, cuando su nombre es el feliz argumento para el presente homenaje a su memoria, no puedo menos que alegrarme y hasta emocionarme con óptimo y sincero orgullo. Desde esta tribuna y en el lugar donde aguardan, en la esperanza de la Resurrección en la que creyó y esperó, los restos mortales del insigne presbítero beneficiado, reclamo una calle o plaza a su nombre, ya que, aún, según yo sepa, no consta en el callejero capitalino”.
El evento contradijo la postura de muchos eclécticos y ajenos al acontecimiento. Los amigos y personas de buena fe que aman y ensalzan la labor y la humanidad del Padre Díaz hallen un especial agradecimiento por su presencia, habiendo reconocido ver lo más altruista y fundamental de alguien que sembró el bien, el amor a los demás y la justicia.
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