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domingo, 17 de febrero de 2013

ANTONIO MÉNDEZ


                              Fue una institución popular en el marco adoquinado de la Calle Real de Santa Cruz de La Palma, que una vez trazó la distancia máxima fronteriza con el mar. Calle Mayor por excelencia y el reencuentro de paisanos y forasteros, aunque para algunos sea la primera vez. Amigo de sus convecinos se prestaba a la tertulia y a la simple presencia caracterizada por su semblante. Amante de lo anecdótico con la grandeza de ser sencillo en lo cotidiano y personal.
                             Con Antonio Méndez Pérez (1938-2013) se marchó la curiosidad de haberlo conocido y tratado. Fruto consecuente de la sorpresa y del soslayado trato caminó entre los suyos recurriendo a la cortesía, traducida en satisfacción. Hacer comentarios sobre la capital es conducir la pasión de los palmeros de antes y de ahora, yo diría de siempre, a clamar que con él se nos iría un pedacito de historia.
                             Los años, lamentablemente, se renuevan unos tras otros irreversiblemente, pero las huellas de cada uno de nosotros quedan imborrables para ser bagaje de la nostalgia y sentimientos. La complicidad de los Reyes Magos suplantaría la triste noticia del óbito. A su modo y manera consiguió alcanzar una meta en el anverso y reverso de las cosas sin imaginarlo y, mucho menos, soñarlo. Con su empeño propio, peculiaridad y sentido común pertenece por derecho a esa pléyade distinguida de ilustres, rindiendo culto a la memoria.

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