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domingo, 24 de febrero de 2013

LA MAGIA Y EL COLOR DE FEBRERO


                             La placidez de una alfombra extendida entre llanuras y montañas, cantada por boca de trovadores, ávidos de pregonar a los cuatro vientos la belleza del almendro en flor. Prados adormecidos por las caricias de la brisa y del sol, sueñan en conquistar a la diosa fortuna en dulces flujos de ansiosos néctares, transformados copiosamente en exquisitos manjares. Febrero de repente amanece envuelto de embrujo, magia y color jugando, como si se tratara de un cónclave de musas, al misterioso complejo cromático con nuestros ojos.
                            Todos los años se dan cita miles de personas en Puntagorda, venidos de cualquier punto de La Palma, ensalzando la estampa de la naturaleza a través de muestras de artesanía, repostería y otras manifestaciones culturales, poesía y la música folclórica, reviviendo la impronta aparición del cultivo para disfrutar una celebración popular, que tiene sus orígenes desde aquel instante, muy lejano, en su papel preponderante en el paisaje local. En décadas pasadas fue el motor económico de la comarca.
                             Los productores reconocen afrontar un año decisivo para conseguir la valorización de su ya mermada producción del rico fruto. El éxtasis por hacer placer la degustación de la esencia de un manjar único, que parece un delirio de El Parnaso, nos lleva de manera conmensurable a la vanidad. Y, no es para menos, cuando se observa el aporte necesario de la idiosincrasia del pueblo. Así lo canta Adrián Candelario Martín en los versos siguientes: Que bonito es conocer/ este pueblo campesino/ andando por su camino/ viendo las flores caer./ Bonito es su amanecer/ en tiempo de primavera,/ por ti Puntagorda espera/ mientras su almendro florece/ un regalo que te ofrece/ toda la isla palmera.
                             Antesala de la primavera, percibiendo el cambio y aroma de la estación, debido al florecimiento de los almendros, que pueblan el municipio. La fiesta sirve para concienciar con un pensamiento ecológico y la necesidad de proteger el paisaje, que sufre las consecuencias del deterioro y descuido  del ser humano. Con el evento se conmemora las raíces campesinas, tradiciones propias de un ayer, que gracias a esta efímera fecha se convierte en presente.

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