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Cruz procesional de plata |
En cualquier
rincón donde se unen los sueños, esfuerzos e ilusiones compartidos con los
demás, allí, hay un madero que enramar. Santa Cruz de La Palma nos muestra su
encanto, lleno de historia y armonía coloquial. Cruceros engalanados y mayos es
un vergel de imaginación y creatividad, sorpresa y añoranza, asombro y
satisfacción. La expectación en unas animadas y concurridas horas, entre la
larga noche de la víspera y el atardecer del día 3, sirve de escaparate y
regocijo de los vecinos y tertulianos. El cielo se ciñe en breve tiempo con el
ruido y la humareda de los voladores, compendio del bullicio. Don José Pérez
Vidal (1907-1990) nos dice que “a veces bella y complicada, de una rústica cruz
reúne y retiene en torno a ella a muchísimas personas”.
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Pendón Real |
Son tantas cosas,
pero sobre todo es devoción y arte, emoción y cultura, sentimiento y expresión
colectiva de la idiosincrasia de los barrios. Una secuencia infinita de valores
y una creencia religiosa. Es una tradición propia de la jornada en la que se
celebra a la vez la Invención de la Santa Cruz y el 520º aniversario
fundacional, indicado en el mármol junto al pie de la Cruz del Tercero,
importante emblema referencial. En esa efímera fecha, la primavera de 1493, se
anexiona la capital a la Corona de Castilla por el asentamiento de las tropas
castellanas al mando de Javier Alonso Luis Fernández de Lugo (¿?-1525), más
conocido por Alonso y posteriormente nombrado el Adelantado de las islas
Canarias, produciéndose la fusión de dos pueblos o razas arraigados a unos
ideales patrióticos, castellanos y guanches.
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Cruz del Tercero |
Abrimos el programa
conmemorativo y en su primera hoja aparecen los Mascarones, que al son de
pasacalles de Gigantes y Cabezudos interpretados por la Banda de Música San
Miguel de ámbito local y acompañada por la homóloga de Puntallana, recorrieron
la principal arteria urbana, estrenándose dos de ellos, “Los Mascarones” y “El
Biscuit”, autoría de Juan García Martín (1946-2013). La Cruz de plata repujada,
una joya de orfebrería, lució su filigrana composición junto al Pendón Real,
que en su trayectoria se rindió el protocolario acto oficial con acordes
musicales, trompetas y tambores.
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Calle Morales |
Si alguna vez se concibió decadencia,
relegada a un segundo plano, fue pasajera, porque se ha vuelto a recuperar su
esplendor. La eclosión de la naturaleza es aprovechada por una tarea artística
que hunde sus raíces en los orígenes mismos de nuestra primera procedencia
hispánica, que atesora elementos comunes, traduciéndose en un acervo festivo.
Este legado es actualmente estimado por la conjunción de ciudadanos y
Ayuntamiento de la Muy Noble y Leal ciudad. Realza el patrimonio de una fiesta
de siempre, que se gesta durante varios meses atrás, que con sabias manos
artesanas y con destreza juegan un estilo, adornando y combinando las diversas
flores, papel de seda, telas y otros materiales elaborados concibiendo
espectaculares altares, espaldares y complejas escenografías donde sobresale lo
teatral y el hermoso cromatismo, reflejo de símbolos y añoranzas de mediado del
siglo XX. Los versos de Juan Bautista Poggio y Maldonado o Monteverde
(1632-1707), sacados de El Estudio (1689), nos resume: “A tanto rayo, no hay flor/dormida,
que no despierta/ni color anochecido/que, en su verdad, no amanezca”.
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Calle del Tanque |
Disfrutar de tal
evento todos los años es un paseo por el pasado ancestral, recoleto y popular,
rico en la enseña de identidad del encuentro con amigos, familiares y
convecinos atraídos por la curiosidad y novedad del momento. Hay que hacerlo
despacio y observando todos los mínimos detalles para comprender el optimismo
gratificante de una etapa. No siempre ocurre igual en la mente de los testigos,
pregoneros de la curiosidad de los datos. La fe cristiana, enseña del
catolicismo, contribuye a forjar una profunda huella palmera. Hay numerosas
entronizaciones repartidas atestiguando el ensueño de la tradición más genuina,
que sintetiza la vivencia del hombre y mujer de hoy y de ayer.
Haciendo la ruta marcada
tropecé con la gracia de esos muñecos de trapos y la anécdota, transmitiendo
sensaciones, signos y sustracciones del pasado, que despiertan la memoria y la
sonrisa.
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