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domingo, 22 de septiembre de 2013

TENGO UN SUEÑO


                              Causaría una enorme sensación en el mundo si alguien demostrase que ese deseo de Martín Luther King (1929-1968), hace cincuenta años, se haya convertido en una realidad total y comprometida para siempre. Se celebra el aniversario de transmitir universalmente la esperanza en medio de cambios globales y deshumanizados, aterrorizados por conflictos internacionales.
                              ¿Cuál es la finalidad de esta esperanza? La satisfacción sería, aunque la realidad a veces es oscura, poder cambiar el mal sobre todo con nuestra vida. Hay miles de ejemplos, que nos darían inmensas soluciones de solidaridad con respuestas que alienten, donen ilusión y nuevo vigor en la senda de reconocimientos.
                              A media no se puede compartir la usurpación de los derechos. Hay que superar las divisiones, rivalidades, incomprensiones, egoísmos… Ser libres no es ninguna barrera inalcanzable, pero, tampoco, no es fácil. La tarea en pro de la consecución de la libertad, que nos puede producir desaliento ante las dificultades, se presenta como un desafío para lanzarnos hacia una humanidad más digna, honrada y tratada con la máxima voluntad de transmitir amor, igualdad, lealtad, respeto, fidelidad y compromiso.
                              Superar con admirable serenidad las decepciones es un todo compacto con el fin de fortalecer unos ideales únicos de comportamiento. La lucha por unos objetivos comunes en este recién estrenado siglo XXI y milenio abran nuevos horizontes de paz más cercanos a hombres y mujeres.
                              “Tengo un sueño”, sigue vigente en la mente de generaciones tras generaciones con el mismo ímpetu con que fue pronunciado. Se logrará cuando alumbre la luz del entendimiento y el abrazo fraterno no sea una utopía.

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