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lunes, 21 de octubre de 2013

HISTORIA DEL AGUA EN SANTA CRUZ DE LA PALMA

                                                    El sedentarismo de los grupos humanos en las diferentes zonas del archipiélago canario viene asignado por la presencia en las proximidades de los asentamientos de nacientes, fuentes, eres o leres…, estos últimos se refieren a los charcos impermeables en los cauces de los barrancos.
                 Hasta entrado la centuria del XX, desde tiempo aborigen, persistió dicha práctica en numerosos pagos de nuestra geografía insular para cubrir las necesidades domésticas, usos agrícolas y ganaderos.
                              El preciado líquido y la forestación desarrollan una simbiosis de tal magnitud, que adquiere una importancia vital, debiéndosele la capacidad de captación de las nubes que los vientos alisios derraman notablemente la mayor parte del año. Nuestros montes absuelven el contenido a modo de una destiladera, que lentamente irá empapando y penetrando en los acuíferos, proporcionándonos vida, belleza, riqueza, cultura, bienestar, progreso, etcétera.
                              La abundancia fluvial y las características del terreno determinan la existencia de algunos brotes naturales, tan frecuentes en el antaño, y que saciaron la sed a numerosas generaciones. Todo fue consecuente de un amplio abanico de posibilidades, generando una vasta red social ligada íntimamente a la cumbre, que llevaba aparejada un respeto al medio permitiendo subsistir, trabajar y producir, significando mucho para aquellos que tuvieron el desempeño de una serie de oficios tradicionales y relacionados con lo que estamos tratando, que, hoy, casi han desaparecido.
Los Molinos de Bellido
                              El relieve favoreció a la creación de un sistema de canalización para aumentar la energía hidráulica y transportarla para mover las piedras de moler en los molinos. Se concentraban en el Barranco del Río, zona periurbana, llegaron a haber trece, por lo que se llamó “Río de los Molinos”, concentrándose la mayor parte de ellos y funcionando al unísono durante la segunda parte del XIX. En sus inicios se usaba la madera de tea y con la evolución terminaron siendo de argamasa, mortero de cal, arena y agua.
                              Un ejemplo de lo propuesto es los Molinos de Bellido, cuatro edificios situados a diferentes alturas, que servían para la molturación mecánica del grano de cereales que se transformaba en harina panificable y molienda de gofio y, así, saciar los hábitos alimenticios de la población. Actualmente están en desusos, siendo un punto turístico y componente de una ruta de senderismo.
Molino de Bellido. Detalle
                              En líneas generales han sido reemplazados por nuevas tecnologías, constituyendo un gran patrimonio cultural y de riqueza natural. Los propietarios eran nobles y burgueses, porque eran los únicos con posibilidades de sostenimiento debido a la elevada inversión en su construcción y reparación. Se utilizó el arrendamiento a los molineros, quienes los utilizaban como un medio de sostenimiento familiar y artesanal, según convenio por ambas partes.
                              En la calle Fernández Ferraz nos hallamos con una curiosa y, al mismo tiempo, ingeniosa obra de ingeniería, depósitos subterráneos o sucesión de albercas, bajo el nivel del suelo a base de piedra y presentan un revestimiento de cal y arena, apareciendo cubierta por una bóveda de medio cañón en ladrillos de barro, destinados al aprovechamiento de la lluvia, constituyen una forma más de distribución y almacenamiento. Sirviéndose del desnivel de la vía el rebose de las tanquillas superiores facilitaban el surtido de las siguientes. De este modo los palmeros convirtieron un obstáculo orográfico en un recurso para el desarrollo, al hacer fructificar la fuerza de la gravedad de manera sencilla y funcional. Iban destinados tanto al consumo privado como mancomunado y estuvieron activos hasta los años cincuenta, aproximadamente, según consta en el Archivo Municipal por los pagos efectuados del impuesto local.
Avenida El Puente
                              Otros medios fueron los aljibes, chorros, tanques y otros sistemas, sin olvidar que su extracción de las entrañas de la tierra se hacía a través de profundas y largas galerías o túneles y pozos, que se excavaban hasta encontrar el origen y obtener el objetivo marcado en las denominadas bolsas. En El Roque, cerca a la urbanización Benahoare,  se halla con intereses industriales la explotación de perforación vertical.
                              Las ordenanzas municipales tenían una finalidad de organizar la vida en torno a los tanquitos o chorritos en distintos puntos urbanos. Dichas normas eran trasladadas a los lugares más lejanos de nuestros montes, ya que en tiempo atrás tuvo relevancia la práctica del pastoreo. Las cabras pastaban en las alturas, desplazándose a cotas más bajas, dependiendo de las estaciones, y las abejas, cuyas almenas se asentaban en sus alrededores, obligaban a la existencia de abrevaderos en distintas zonas pecuarias para que saciaran la sed de la manada.
Calle Fernández Ferraz 
                              Los usos y costumbres encierran sentimientos y recuerdos, en los que se esconden días de gran dureza y penuria. Se transmitían de una a otra generación, habiendo numerosos vestigios materiales y una rica toponimia con referencia a un pretérito no muy lejano. Llegamos al Dornajo, típico en Canarias, con una bella estampa en medio de un pórtico  sobre un balcón o atalaya, recreando una vista parcial del océano y costa. Parada deseada para el descanso de caminantes, arrieros y bestias de carga. Posee una pila de cantería negra, a la vez lavadero y aguadero, con frontón triangular rematado con una pequeña cruz y con varios chorros. Cerca de él está la Cajita Blanca, haciendo alusión a la manera de distribuir el contenido hacia el sector sur, dando el broche a lo que fue el camino real que comunicaba la Capital con las Breñas y la Banda. Aún existe y su color se debe a la cal empleada para su ornamento.
Fernández Ferraz. Detalle
                              Con el abastecimiento público surgieron sucesivos litigios, que causó numerosos enfrentamientos con los entes gubernativos, local e insular, y propietarios de ciertas concesiones del aprovechamiento de sobrantes de las provenientes de las masas forestales municipales. “Por real cédula de 10 de enero de 1553, disfruta del derecho de las aguas sobrantes de las pilas públicas de esta ciudad para que las pudiese dar a censo para aumento de sus propios. Así consta de dicha real cédula que se halla al folio 86 del libro 4º de reales privilegios del Ayuntamiento de esta ciudad” (*) (p. 13). Lo que dice haber reparto o censo de algunas cantidades como dueño consistorial para con sus productos atender a los reparos, que había de hacerse frecuentemente en los medios de conducción como tuberías, canales, acueductos y cajas. A pesar de estar regentado con criterios adscritos a los mejores medios vigentes, en ese entonces, se cometieron fraudes e irregularidades puntuales.
Calle Ste. Juan D. Pérez Álvarez
                              En 1763 su suministro, procedencia y demás asuntos fue motivo de un expediente enviado al Real y Supremo Consejo de Castilla, según petición de los regidores perpetuos. En el mismo se hace mención de las reformas a realizar en los lavaderos de la Marina, San Telmo y en la fuente de la pequeña plaza del muelle. Por cierto, hablando del puerto se pretendió establecer en el indicado lugar la concesión de aguada para los barcos, que arribaran y necesitaran tal servicio, y obtener de esta forma beneficios arancelarios, al igual que en Santa Cruz de Tenerife, La Orotava y Las Palmas de Gran Canaria, proveyendo, no obstante, al vecindario de su alrededor, desde la cuesta de Blas Simón (*) (p. 13). De acuerdo a la real cédula de 1 de septiembre de 1560 fueron traídas con los fondos de propios, que ya escaseaban, por lo cual algunos navíos habían dejado de hacer su acostumbrado aprovisionamiento, con perjuicio del comercio y, por lo tanto, solicitaba licencia para repartir 500 ducados entre los dueños de la tarea mercantil para subastarlas, porque como eran muchos les tocaría poca cantidad a cada uno (*) (p. 334).        
El Dornajo
                              Entre otras cosas es curioso citar algunas circunstancias atenuantes, que hace más interesante la cuestión de propiedad o atribución de los derechos de disfrute y administración de ese importante y necesario elemento. “Parece que el Cabildo de esta isla antes de estar autorizado por la real cédula de 10 de enero de 1559, para que pudiese disponer de las aguas sobrantes del abasto público, ya se había apropiado de esta facultad, y así vemos que en 4 de julio de 1547 remató […] el remanente del agua, poca o mucha, que hubiese y sobrase después de tomada la que fuere menester para beber el vecindario y lavadero de ropas, en Jorós” (*) (p. 14). En igual sentido hay otra real cédula del emperador Carlos V, respecto a las perdidas en el mar, de 7 de mayo de 1548. Y, no se comprende como dicha entidad poseyendo la misma recurriese a la anterior (*) (p. 334).
Cajita Blanca
                              El manantial o manantiales procedían del barranco del Río y se utilizaban para regar las huertas urbanas y en el servicio de viviendas de hacendados pobladores, poseyendo caños de hierro y de plomo, que la extraía de depósitos. Para evitar las posibles manipulaciones fraudulentas, se construyeron las cajas de reparto por medio de fieles para satisfacción de los vecinos, con una medición muy especial de ½, ¾, 1... paja. Por el siglo decimonónico se formó una sociedad denominada Sociedad Hidráulica de la Dehesa de la Encarnación, que tenía por objeto aprovechar y explotar las que se desperdiciaban. “Dicha empresa se comprometió a entregar en los puntos denominados Huerta Nueva y Pasitos la cantidad de […] cañones de ánsar que constituyen la dotación de esta ciudad. […], el sobrante de aguas de la dotación de esta ciudad se dedica desde entonces al riego de la Dehesa de la Encarnación, terreno inculto y de muy pobre vegetación y que, debido a este fertilizante líquido y a los muchos y dispendiosos trabajos que allí se han hecho, es en la actualidad un campo ameno y productivo con una rica vegetación. En los años abundantes en lluvias se calcula en (en blanco) cañones el sobrante que va para la Dehesa, la que se reparte en 100 acciones, y en junto hacen un total de (en blanco) cañones de ánsar próximamente” (*) (pp. 14 y 15).
Plaza de España
                              Por último, indicamos la causa seguida contra los regidores perpetuos por defender, de que la casa de Vandewalle trajo el caudal acuífero a la capital a su costa, por cuya razón disfrutaba sin gravamen alguno para su empleo de convivencia. A consecuencia del conflicto suscitado don Ambrosio Staford redactó un sugerente escrito, que transcribimos distintos párrafos: “Que no pudiendo ignorar el mismo Ayuntamiento la real facultad que llevo presentada, se atrevieron a asegurar que la casa de Vandewalle, Montserrat y Santa Cruz, reducida hoy casi a una, la habían traído a sus expensas por cuya razón la tenían en sus casas sin pensión a los propios, y que dichas familias habían dado el pan y el agua a esta isla. Esta que es una exageración supuesta y por lo mismo punible; es menester que oigan los mismos que la hicieron que lo que ha sucedido es haberles quitado el pan y el agua dichas casas a los mismos naturales. Prueba este pensamiento el consumo de propios, su mala versación, como se dirá en su ramo, la usurpación de terrenos públicos, pósitos, el crecido caudal del arca de tres llaves, y, en este mismo ramo, el agua, todo lo cual han aniquilado los que supusieron tal representación de ninguna verdad. […] Pero quizás hubiesen sentado dicha proposición  por que Juan Vandewalle Bellido para hacer dos molinos, los más inmediatos a esta ciudad, prometió entrar el agua por canales, […] pero en realidad esto fue solo conveniente para dicho Vandewalle y no utilidad para los propios, […] venían en lo antiguo la acequia vieja cubierta, con que se prueba lo anticuado del agua, y que a costa de propios fue conducida a esta ciudad. […] En parte se hizo con el caudal de propios para que se utilizase con sus molinos, […] sobre no haber cumplido con lo estipulado el dicho Vandewalle, pretendiendo aún que el Cabildo le diese más dinero. De aquí conocerán los regidores perpetuos el engañoso procedimiento en cuyo descubierto se ven, pues no harán constar cuales tres dichas casas costearon tal agua…” (**) (p. 101).

               (*) Noticias para la historia de La Palma. Juan Bautista Lorenzo Rodríguez. Tomo I (3ª edición).
         (**) Noticias para la historia de La Palma. Juan Bautista Lorenzo Rodríguez. 
Tomo IV (1ª edición).

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