Seamos prudentes y no masacremos la belleza de Santa Cruz de
La Palma. Me conforta verla coqueta y encantadora con ese no se qué tan
peculiar lleno de historia, progreso y, sobre todo, creciendo paulatinamente en
concordancia con lo tradicional y moderno integrado en el medio circundante. Hizo
valer como ayuntamiento sus derechos democráticos oponiéndose a los regidores
perpetuos, siendo pionero en España; primer puerto canario de importancia, después
de Sevilla y Amberes (Bélgica); se anticipó en instalar la luz eléctrica, el teléfono y telégrafo en las
islas, etcétera. No atentemos al pasado, presente y futuro de nuestro
municipio.
Me pregunto cómo son posibles las muchas aberraciones
cometidas en determinadas zonas urbanas. Con razón suspiramos de manera
lamentable por lo nefasto de tantos errores, pero es de sabio rectificar. La
resistencia de numerosos políticos acostumbrados a una gestión opaca,
consecuencia de la práctica del oscurantismo, formando parte de un puzle incompleto
en el supuesto tópico de achacar a los de fuera lo que aquí no es de recibo y,
por supuesto, amparándose en organismos acéfalos.
Dicen que vivimos del turismo y no lo dudo, siendo
conscientes de mantener y mostrar lo
mejor de nuestra identidad. Sin embargo, actuamos en contra del patrimonio por
intereses partidistas. Pienso, que a los técnicos de las distintas
administraciones con sus argumentados informes no se les cayó el pelo de sus
privilegiadas cabezas en pensar por mejorar mi ciudad.
Cuando los visitantes vieran el
mamotreto, ya que lo ubican treinta metros más allá hacia la línea marítima con
la posibilidad de que los gases no perjudiquen, según noticia aparecida en la
Prensa provincial, dirían ¿qué es esto?, complicando el empleo de tan semejante
artilugio antiestético y poco común para una población. ¿Para qué sirve?, su
labor a desarrollar está relacionado con el funcionamiento de la estación de
saneamiento y bombeo de las aguas residuales. ¿Por qué aquí?, suscita distintas
disyuntivas entre empresarios y vecinos.
En los últimos meses se propusieron
alternativas para no dañar el entorno. La premura en el comienzo de las obras
fue debida a no provocar un posible retraso en el proyecto de construcción de
la nueva playa. No se trata de hacer lo más fácil, ni lo más barato, sino lo
mejor para el bien comunitario.
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