
Mis padres y vecinos lo comentaban con suma reiteración, que
caló profundamente en mi alma y me sirvió para aumentar la intriga de
investigar lo acaecido. Recopilando todo cuanto ha salido en la Prensa,
testimonios personales de unos y otros y valiéndome de mi propia experiencia,
viendo el desembarco de los cadáveres rescatados, tengo un material celosamente
guardado en mi archivo documental.

En total eran diez personas, componiendo siete de ellas la
marinería y tres pasajeros con destino a Garafía. Entre los tres últimos,
naturales de dicha zona norteña y con varios hijos, había una mujer.
Fallecieron todos y, sólo, se hallaron cinco y restos de la embarcación en los
límites que, supuestamente, sucedió lo que la oscuridad de la noche silenció.
La tripulación, compuesta por casados con familias numerosas y jóvenes solteros,
que su mayoría residían en el barrio de San Telmo, de donde soy. Algunos eran
tío y sobrinos y propietarios.

Siempre que estoy en la Fajana de Barlovento y frente a
aquella costa escarpada y abrupta, cercana al faro de Punta Cumplida, me quedo
absorto en situación de meditación y me pregunto: ¿qué pudo pasar? La distancia
del ayer y hoy se fundió en la inauguración de la plaza con la misma
denominación en 2001, junto a la Casa de la Cultura. Detrás de todo esto hay una
historia de sacrificios, lágrimas y sufrimientos.
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