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domingo, 15 de marzo de 2015

EL DIPUTADO DEL COMÚN

                              Desde aquel momento en que surgió la figura del Diputado del Común, cuya sede se encuentra en Santa Cruz de La Palma, comencé a tener cariño a una institución carismática y fundamental en la defensa del pueblo canario. Supervisora de las administraciones públicas.
                              Habrá tenido sus inconvenientes ante las críticas de unos pocos por presiones políticas. Su fin es y será defender los derechos y libertades constitucionales de los ciudadanos e investigar y denunciar las desavenencias de unos, quienes vulneren la integridad física e íntima de las personas en lo relativo al arbitramiento en la aplicación de normas o de un trato incorrecto.
                              El planteamiento de las quejas es necesario para el buen funcionamiento, dignificación, fundamento y base en un país del siglo XXI, elementos imprescindibles en el fortalecimiento de los principios democráticos. Esta sociedad es cada vez más consciente de su presencia, destacando su objetivo: “defender al ciudadano de la mala administración, los derechos humanos y luchar contra el exceso de poder”.
                              Es un ente que emana de entre nosotros para servirnos con garantía de servicio y con el  mismo espíritu con que fue fundada en el seno de la Constitución Española y de un Estado Democrático para el progreso y legitimación de los propósitos aprobados por el Congreso de los Diputados y Gobierno Autónomo de Canarias. Es un reto de lucha por la igualdad para acercarnos a la meta, después de una consecución, hace treinta años, día del pistoletazo de salida, continuar viva y con buena salud.
                              Los palmeros brindamos por su estancia con brillante entendimiento. Su tarea es dificilísima en el marco de un organismo que desea llegar a todos/as y cooperar en reforzar la sociedad civil emergente, estando al lado de los que peor lo están pasando. Finalizo, con lo expresado en el Prólogo del libro Notas de una vida: estampas y recuerdos de Luis Cobiella, por el actual diputado, Jerónimo Saavedra Acevedo (1936): “la conciencia de que somos ciudadanos con derechos y, por tanto, no dependemos de la arbitrariedad de un gobernante, sino que estamos protegidos por un sistema legal que ampara el cumplimiento de los mismos, independientemente de cualquier forma de tutelaje. Además estaba la idea de libertad de acción, donde el sujeto es dueño de su vida y pueda ejercer el derecho a realizarse con los únicos límites de no dañar a los otros y respetar el modelo de convivencia que nos habíamos dado entre todos" (NOTAS DE UNA VIDA: ESTAMPAS Y RECUERDOS DE LUIS COBIELLA. Prólogo. Cuadernos Insulares nº 1 de Cartas Diferentes Ediciones. Isla de La Palma. David Sanz Delgado y Manuel Poggio Capote. 2014).                             

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