fecha

 

domingo, 7 de junio de 2015

BISCUIT

                              Partimos de una diversidad de definiciones, sin embargo, hay solo una para describir al personaje en cuestión. Se trata de un mascarón integrante de la comparsa de Gigantes y Cabezudos, que, hoy, es parte de la imaginería festiva en la Bajada de la Virgen Nuestra Señora de Las Nieves. La primera noticia de tales personajes en las ediciones lustrales se fija en 1815, cuando tomaron parte varios gigantes. Desde 1865 consta de cinco siluetas, incrementada en la década de 1940.
                              El origen de estas figuras se ha buscado en la antigua procesión del Corpus Christi de Santa Cruz de La Palma en cuya cabecera desfilaban gigantones, diablos y otros muñecos, que abrían la comitiva representando el mundo o el pecado y pregonando, junto al resto de los elementos del cortejo, el inminente paso de la custodia. El papel de los mismos no era otro que el de apertura o proclama. Por esta razón, quedaron ubicados en el domingo anterior de la semana de actos de fiestas y en la actualidad en la jornada dominguera e inauguración de la Semana Grande.
Bajada de 1950
                              Desde siempre me ha fascinado por su gran sonrisa, ojos saltarines de color azul y que todo lo observa, atento a cualquier movimiento de los espectadores acomodados en el filo de las aceras, bicornio negro y diente de oro. Su elegancia lo delata a lo lejos, con paso firme preside el itinerario, mostrando un enorme cabezón a estilo napoleónico de porte majestuoso y con bastón de mando bien diseñado con trazos de popularidad y alta alcurnia. Es de suponer que el enorme enano se corresponde con el entrañable figurón, citado en antiguas fotos y crónicas.
                              Curioso es reseñar la prohibición habida en 1780, dictada por el gobierno central existente en ese entonces, motivado por la nueva corriente denominada Ilustración por los libres pensadores del XVIII. Un paréntesis inmovilizador, que dio lugar a una parálisis estructural de recursos humanos y populares.
                              Se trata de la primera obra del que se tiene mención en la capital. El más antiguo fue hecho por el sacerdote Manuel Díaz Hernández (1774-1865), que en 1865 participó en las Lustrales y sucesivamente hasta 1931, cuando un pavoroso incendio destruyó el viejo Casino o Sociedad La Investigadora, ubicado en el solar de lo que fue Parador Nacional de Turismo, y donde se guardaban en un almacén de su propiedad, destruyéndose totalmente por las llamas.
                              Pasado el tiempo y para sustituir al anterior, se le encargó uno nuevo, en 1935, al artista local Félix Martín Pérez (1908-1989), conocido por “Castilla”, que, cuando fue finalizado, cuatro años después, la banda de música acudió al taller del creador para su traslado y custodia.
                              El que hoy contemplamos y disfrutamos de su agradable presencia, como danzarín en un número de nuestros festejos, es otro elaborado, en 1990, por el escultor Julio Fernández Pérez, del cual se toma el término “mascarones” con el que se da el nombre genérico a los demás en su actuación por las calles de nuestra ciudad.
                              El prestigioso músico Felipe López Rodríguez (1909-1972) compuso para esta ocasión “La Polka de los Mascarones”, que se interpreta en su memoria y forma parte del acervo cultural, junto a la alegría coreada de los presentes, y en 2013 se estrenó la pieza, danza, con este título, que encabeza el trabajo, “Biscuit”, de Juan García Martín (1946-2013). Del mismo autor, compositor e investigador, de un extenso catálogo del folclore insular, jueves, 2 de mayo de ese año, por motivo de las Fiestas de Mayo en el transcurso del pasacalles “Gigantes y Cabezudos”, bajo los acordes de la Banda de Música San Miguel, dirigida por el maestro José Gabriel Rodríguez González, se hizo lo mismo con “Mascarones” y la antes mencionada, que desde marzo estaban listas para su estreno en tal evento, una vez que la Asociación Cultural Mascarones encarga los arreglos instrumentales al valenciano José Luis Peiró Reig, afincado en Tenerife.
                              ¿Por qué le fue dado este nombre? Cuentan por tradición, que lo bailaba un amante de consumir galletas, siendo su traducción al idioma inglés el conocerlo de manera genuina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario