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domingo, 21 de agosto de 2016

LA MASONERÍA EN LA PALMA

Símbolo masónico
                              No pretendo comentar ampliamente la historia de La Masonería en La Palma del siglo XIX, sino ser lo más simple posible en una somera exposición de la misma, ya que no soy experto en el conocimiento de un estudio exhaustivo sobre el tema. Su término me produce respeto y admiración, aunque sienta equivocarme y en este caso, no quepa la menor duda, sepan perdonarme. Me limito a presentar modestamente hilvanados análisis de datos concretos, que puedan deducirnos algunas notas o elementos básicos sobre los que sustentar futuras conclusiones en torno al problema de represión habida en la isla en y por un sector en la anterior centuria y régimen.
                              Los orígenes se remontan al 1 de octubre de 1823 cuando se restablece el régimen absoluto en España por la intervención francesa. La vuelta de los absolutistas al poder fue seguida de fuertes medidas ordenadas por personas o entidades de determinada influencia o de tipo gubernamental. Coincidiendo con ese entonces en circunstancias no determinadas se puede recoger los primeros datos oficiales insulares, que nos da una idea bastante aproximada de la situación suscitada. Los instrumentos o jeroglíficos causantes de tal desaguisado se transformaron en sospechosos.
Las 3 luces de la masonería
                              Es preciso conocer, a la hora de resaltar, la importancia y el carácter especial de la Orden masónica en esos tiempos y en países como el nuestro e Hispanoamérica. Se trata de su relación con las ideas liberales y revolucionarias, destacando la función de las sociedades secretas radicales como elemento aglutinante de las diversas corrientes políticas. Muchos miembros fueron aniquilados, perseguidos o encarcelados impunemente en medio de acusaciones y otros medios vejatorios, acarreando un clima de incertidumbre e irritación en todas las clases sociales palmeras. El error está en la base del confusionismo existente entre liberalismo y Masonería.
Detalle simbólico
                              Sería escaso el número de afiliados, limitándose a personas en contacto con las corrientes peninsulares, siendo poco numeroso la integración de isleños, iniciados en el extranjero o bien influenciados por individuos foráneos. Hay referencias de que en Canarias se fundó la primera logia organizada en la isla del Teide y en La Palma, denominada ABORA Nº 91, que se coloca, como sus hermanas de Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote, bajo los auspicios del Gran Oriente Lusitano Unido y su Gran Logia, profesando el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, según se desprende de su Reglamento Interior impreso en el suelo patrio tinerfeño en 1875.
                              En el primer cuarto del XIX es un hecho aislado entre los habitantes de la isla palmense. El primer resurgimiento masón real, suficientemente documentado, salió a la luz de la ciudadanía en los primeros años de la década de 1870, extendiéndose hasta fines de siglo, lo que nos permite afirmar que en ese entonces fue bastante incipiente, habiendo sido seccionada en sus mismas raíces. El interés histórico de documentos radica en el hecho de que son una prueba de la existencia de estos órganos secretos en nuestra tierra.
Homenaje al Sr. Díaz
                              Es necesario hacer un breve resumen de algunas de las disposiciones emanadas de la autoridad eclesiástica, para relatar el panorama de oposición a las sociedades secretas. El obispo nivariense, Luis Folgueras y Sión (1769-1850), dictó un comunicado, 21 de septiembre de 1825, a su diócesis, Vicarios, Beneficiados y Párrocos en torno a la concesión por la Sagrada Penitenciaría Romana de la facultad extraordinaria de absorber: “por Nos, o por Confesores a todos aquellos que se alistaron en las sectas Masónicas, […] y otras cualesquiera”. Destacando como motivo sustancial: “La escandalosa celeridad con que por todos los Dominios católicos del Rey, Nuestro Señor, se han propagado las detestables sectas de masones […], todas así anticristianas, como antimonárquicas […]”.
                              Siguiendo este mismo patrón de información diremos, que la importancia tomada en el periodo 1874-1900 se presta a especulaciones, como grupo de mayor o menor incidencia en relevancia social, económica y política.
                              Hasta aquí esta breve síntesis para decir que se recupera con bastante virulencia en 1910, para su destrucción en 1936 a causa del Alzamiento Nacional y la subsiguiente represión. Regresa a la Isla con el entusiasmo y propósito de los miembros en el archipiélago canario para su refundación.
                              El 29 de junio de 2012 en la tarde noche se celebró en el interior de El Salvador un emotivo homenaje al Sr. Díaz, Manuel Díaz Hernández (1774-1863), seguido de una ofrenda floral en la plaza de España ante su monumento. Iniciativa de la Respetable Logia Nivaria 174 de Tenerife y con el beneplácito de su Gran Logia Provincial.
Reunión en la alcaldía
                              La Isla albergó durante el decimonónico y primer tercio de la centuria siguiente a un gran número de miembros, que desarrollaron un trabajo especial, ayudando a la sociedad marginada por la pobreza a disfrutar de cultura, arte y a aprender que hay algo más allá del vivir en el día a día, difundiendo valores como la libertad, igualdad y fraternidad.
                              Con una población actual de ochenta mil habitantes, aproximadamente, se vivió en aquella era un nivel cultural de tan alta calidad, que las demás islas hubieran deseado. Gran parte de esa labor se le debe a la constancia y sabiduría del referido párroco, principal artífice de la reforma de estilo neoclásico del recinto sagrado.
                              Las dictaduras militares de 1923 y 1936 desestabilizaron y destruyeron durante décadas lo conseguido en su seno, que se había logrado entre políticos, maestros, científicos, escritores, estudiosos, artistas, hombres y mujeres librepensadores. La victoria del franquismo, acompañado de un catolicismo tradicionalista, desencadenó la persecución de los elementos humanos y símbolos del ente en cuestión. El odio y la ignorancia acabaron destrozando y sembrando el pánico en medio de un pueblo avocado, los más afortunados, a la emigración a tierras hispanoamericanas.

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