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domingo, 2 de abril de 2017

LA QUINTA VERDE

Hacienda Quinta Verde. Panorámica 
                              Por su propio enclave es un lugar emblemático de Santa Cruz de La Palma. Ofrece una magnífica panorámica junto a los riscos e inexistente cauce circundante del barranco de Los Dolores, en su vertiente sur. Sin lugar a duda se integra totalmente en el marco renovador de la avenida de El Puente. Desafiando la expansión del desarrollismo urbanístico de la década de los años setenta del siglo pasado.
                              La presencia imperecedera de esta hacienda construida en el último tercio del XVII, contrasta con las grandes edificaciones y centros comerciales, al igual que sus hermosos palmerales y jardines, que envuelven sus alrededores, se yerguen y oxigenan el cemento dominante.
Portal almenado
                              Llena de leyendas recreadas por músicos y poetas, con un amplio y bello paseo por su fachada principal dando acceso a un patio interior, pervive como una foto fija de una enorme potencia estética con vivencias reales o imaginadas, fruto de los más furtivos pensamientos humanos creados por el más leve misticismo de diversas creencias y movimientos sociales, culturales y libres pensadores, pero huérfana de una finalidad de uso, de una vida coherente con el valor patrimonial que posee, siendo la finca un inmueble tan entrañable y sentimental declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
Patio interior
                              Tiene en su haber un rico bagaje histórico y literario con reminiscencias masónicas, en donde el silencio te susurra al oído y la mirada se paraliza sumida en lo más hondo de tu ser. En ella se respira los ruidos y cantos primaverales, embalsamadores de vida y de plena libertad, manifestado con la brisa de montañas que apresuradamente circulan hacia el cercano mar, que en un antaño fuera interrumpida en tiempos invernales por el brusco saltar entre las piedras de las aguas torrenciales venidas desde las cumbres.
                              La única moradora seguirá siendo la sugerencia en noche de luna llena observar el alma de la excepcional poetisa Leocricia Pestana Fierro (1853-1926), una de sus ilustres habitantes, la dama del traje blanco, merodeando y escribiendo sobre los pétalos de las cándidas rosas cubiertas del alicatado rocío. La capacidad intelectual de esta mujer letrada le permitió sortear los avatares de la época y mantenerse fiel a su filosofía y a sus ideales hasta su fallecimiento dentro de la soledad constructiva que vivió en esta referida mansión.

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