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domingo, 28 de octubre de 2018

ES CUESTIÓN DE FE

La monumental catedral de la ciudad de Turín (Italia)
                              La respuesta a una cuestión que niega la autenticidad de la Sábana Santa de Turín (Italia), no se ha hecho esperar. Por mi parte emito un juicio bajo la óptica cristiana de un creyente del siglo XXI. Un reciente artículo publicado en la prensa local y en la revista Journal of Forensic Sciences como, también, en numerosos medios internacionales de comunicación, que califica de engaño medieval con el título A approach to the shroud of Turín, firmado por Matteo Borrini y Luigi Garlaschelli , que presenta fallos formales y conceptuales  y le alejan de la credibilidad científica, según Alfonso Sánchez Hermosilla, médico y antropólogo forense.
                              Nos conduce a desconfiar, cuando ninguno de los autores posee los conocimientos mínimos académicos necesarios y experiencia para afrontar cualquier investigación de este tipo. Es semejante lo sucedido con la prueba del carbono-14 hecha en 1988, que al no tener en cuenta el margen de error concerniente a una verificación de tiempo, probablemente, se puede caer en la incertidumbre de la credibilidad. No sería nada recomendable la afirmación a un hecho, que se escapa a la opinión pública y especializada.
Sudario de la Sábana Santa
                              Si esto no fuese necesario, que por la herida del costado derecho de Cristo fluyó sangre cadavérica, además, de coágulos de post mortem, líquido pleural, derrame pericárdico, ambos a consecuencia de la flagelación, y edema pulmonar por asfixia. Es improbable que todos estos fluidos saliesen mezclados de forma homogénea y no heterogéneamente.
                              En general, es falso creer que los cadáveres humanos no sangran, porque cuando hay heridas profundas presentan hemorragias, sobre todo, si se movilizan como el del Hombre de la Síndone, que fue manipulado, haciéndolo abundantemente por sus cortes y orificios naturales. Al colocarlo encima de la tela se reprodujo perfectamente la trayectoria relativa entre lo humano y el material textil  por absorción. La conclusión en el caso, que nos ocupa, nos referimos en la idoneidad o no, la han obviado por razones que se desconocen.
Fragmento del sudario
                              ¿Es auténtica? A partir de los sesenta de la centuria pasada se ha confeccionado una intensa bibliografía testimonial de que Jesucristo resucitó de entre los muertos hace casi dos mil años, ya que análisis posteriores ordenados con los auspicios de la Santa Sede lo ha evidenciado y se ha datado en la Edad Media con posibilidad de no haber envuelto el cuerpo del Mesías.
                              ¿Qué es realmente? Durante bastante tiempo, el cristianismo pretendió no aportar indicios de la resurrección, salvo la desaparición del Maestro de la tumba en que fue puesto y la aparición del Resucitado a distintos personajes del Nuevo Testamento en presencia de ángeles con vestimentas blancas, seres celestiales resplandecientes, y que mencionan los Evangelios junto a lienzos y el sudario, con que le habían cubierto la cabeza (Jn 20,1-9), como, también, el apoyo de testigos que lo vieron gloriosos y ascender a los cielos.
Sudario de Oviedo (dcha). España
                                No volvió a verse alterada su integridad hasta el XIV y así hasta hoy. El origen fundamental de este cambio histórico no es otro, que el haber aparecido, por primera vez, en la iglesia colegial de Lirey (Francia), cerca de Troyes (ca 1357), por mediación de Juana de Vergy, que se había casado con Aymon de Ginebra, noble acaudalado y primo del papa Clemente VII (1478-1534), quien sorprendentemente obligó su continua veneración en enero de 1390, a pesar de la contrariedad y manifiesto de falsificación, silencio, ocultamiento y modos lucrativos del obispo Enrique de Poitiers, denunciándolo como un fragrante fraude, siendo prolongada tal conducta por su sucesor episcopal  Pedro d´Arcis, que en 1389 elevó su ruego a la jerarquía eclesiástica de la posibilidad de haber sido pintada por un talentoso artista.
                                Lo relatado no se efectuó en detrimento, hasta que en 1453 Margarita de Charny  la cedió a la casa de Saboya, pasando a una capilla de Chambery, en donde se libró de un incendio (1532) y que más tarde, a finales del XVI, fue trasladada nuevamente a la ciudad piamontesa o de los turinés, quedando custodiada a partir de 1694 en la homónima real de la catedral.
                                      En mayo de 1898 por la celebración del cincuentenario del reino italiano, durante ocho días hábiles, se mostró ceremoniosamente su contenido, observando el fotógrafo Secondo Pía una nitidez en el negativo mucho mayor que en el positivo. La sorpresa con mayúscula se difundió acompañada de la tesis, que era lo primero y aludía a un hecho sobrenatural.
Reproducción evangélica
                              Finalmente, san Juan Pablo II no afirmó su fiabilidad, pero sí declaró lícito el culto, que para muchos constituye el recordatorio de un milagro en el que se asienta su fe. Los investigadores del Simposio tecnológico de Roma (1993) aseguraron que el crucificado, que había estado envuelto en ese paño, era Jesús, porque las señas, que quedaron impresas en él, se corresponden con lo escrito en la Santa Escritura de la Pasión.
                                 Se afirma unánimemente que es legítima, ya que un falsificador no pudo haber conocido las disciplinas no existentes en el siglo descrito (XIV), porque así lo justifica más de ciento cincuenta mil horas  empleadas por estudiosos norteamericanos, que consistieron en más de cinco mil imágenes con rayos infrarrojos y ultravioletas, ampliación computarizada, análisis multiespectrales y matemáticos de la imagen, pruebas de absorción atómica con espectroscopio, espectrofotometría visible e infrarrojos, física radioactiva, cromatografía, fluorescencia y rayos X.
                              Sólo, he deseado manifestar un argumento y nada más, cada uno actúa de manera distinta con criterios generales o propios, según sus creencias y capacidad, discerniendo sus conocimientos.

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