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domingo, 6 de enero de 2019

MEMORIA DEL HEROICO RESCATE

50 años del accidente. Reconocimiento
                              Un mérito extraordinario sería reconocer el hecho de hacer el bien y ofrecer un momento de nuestra vida, ayudando a los demás como es el comentario de lo acaecido el lunes, 16 de septiembre de 1966, frente a la costa de El Sauzal (Tenerife). Comenzó accidentalmente en una mañana, temprano, de rutinaria complejidad en el ejercicio cotidiano de seguridad y vigilancia aeroportuaria. Se avecinaban días que iban a ser tensos, dramáticos, incluso de pánico, en la población. El mundo giraba entonces a velocidad muy diferente. La sociedad discurría a otro ritmo, que resultaría hoy incomprensible. Eran muy desiguales la lentitud y las urgencias, lo mismo que las incertidumbres y el temor, que desconcertaban y acongojaban, pero no como ahora.
                              Fue en aquel entonces, lejano, pero no olvidado, cuando se dio el aviso de alarma de un accidente aéreo próximo al aeropuerto de los Rodeos, protagonizado por un avión comercial DC3 con destino a La Palma de la compañía Spantax, que cubría normalmente dicha ruta, de ida y vuelta a su punto de origen, antes mencionado. Por circunstancias adversas a su inesperado viaje tuvo que realizar un amerizaje forzoso, utilizando la proximidad de seis barcos de pesca artesanal, cuyos pescadores faenaban en dichas aguas.                              
Aeródromo de Buenavista. Izquierda
                              Los mismos habiéndose percatado de la emergencia acudieron prestos a socorrer a los ocupantes del aparato siniestrado, con riesgo de producirse una catástrofe no previsible y por supuesto, posiblemente, volcar sus frágiles embarcaciones, empeorando la situación personal de todos los implicados en tal caótica situación. El rescate se hizo con tan buena fortuna que se salvaron veinticuatro pasajeros de los veinticinco en lista y, también, la tripulación al completo, destacando la pericia del comandante, que fue elogiada por todos los medios de comunicación a nivel nacional e internacional. Sólo, uno falleció, lamentándose el fatal desenlace.
                              La historia nunca dice adiós. Lo que corrobora siempre es un hasta luego. Cada día se patentiza un renacer a la esperanza de hacer resurgir la memoria vivida. A ella ralentizamos la imposición de la Medalla de Oro al Mérito Extraordinario, máximo distintivo concedido por el consistorio municipal norteño, a los protagonistas de Acentejo. El alcalde reconoce el merecido elogio y que debió llegar “mucho antes”, pero recalcó que “nunca es tarde si la dicha es buena” y se alegra de “saldar por fin una deuda histórica”.
                              A continuación hacemos mención a anécdotas contadas por los mismos héroes condecorados:
Paraje de El Sauzal. Donde amerizó
                              Juan Ravelo García evocaba que el impacto “sonó como una bomba”. Cuando llegaron, en lo primero que se fijó fue en una niña que decía “recójame, que aquí no tengo a nadie”. La rescataron, junto a un hombre y una mujer. Otras dos que no cabían, se agarraron a la borda.
                              Fue rápido el auxilio prestado y no fácil, porque la gente estaba asustada y no resultaba sencillo izarlos. El difunto, que se cree fue presa de un ataque de horror, era juez de paz de La Victoria. Agustín Ravelo García tiene esa imagen grabada en su mente, le suplicaba “tírese, tírese… pero estaba paralizado y se hundió agarrado a la puerta”.
                              Domingo Ravelo destaca la suerte de un matrimonio con un bebé, “se subieron directamente y ni se mojaron los pies”. Una vez en tierra atendieron a los supervivientes. Les dieron café, coñac y ropa seca. Unos fueron evacuados en helicóptero y otros lo hicieron por sus propios medios de locomoción. Hasta 2013 no volvieron a ver a ninguno de los que salvaron.

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