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domingo, 2 de junio de 2019

LOS PRIMEROS ESCLAVOS EN LA PALMA

Visión de la esclavitud
                              La mayor parte de los esclavos de La Palma tienen su origen en África, aunque no se ha podido clarificar el de todos. Los documentos, protocolos notariales, constatan la presencia de bastantes personas de raza negra y, además, los hay mulatos, habiendo referencias de algunos embarques por compra y venta de los mismos, especificado por los contratos y fletes existentes debido a estar las Canarias en la ruta de las Indias, que obligaba a avituallarse en puerto a las naves, pasando antes por el vecino continente. En la primera mitad del XVII nuestra isla era un lugar de adquisición y de frecuentes intercambios de productos europeos con destino al referido suelo africano. No cabe la menor duda, que por las escalas del comercio intercontinental el punto de partida de dicho contingente pudo ser el asignado anteriormente.
                              No sólo los ingleses y portugueses practicaron dicho oficio, ya que los súbditos del Imperio español lo hicieron en tal magnitud que fue advertido por los demás. ¿Hubo, entonces, esclavitud en el archipiélago? La respuesta es sí, incluso en nuestro territorio insular.
Embarque de esclavos
                              Curiosamente, antes de la conquista por el castellano Alonso Fernández de Lugo (1456-1525) en el siglo XV, Adelantado Mayor de Canarias, los prehispánicos eran víctimas de las arribadas de aquellos, normandos franceses y mallorquines, llegados a capturar a los aborígenes palmeros y de otras islas. Después de la contienda de anexión y sometimiento a una desconocida organización social, política y cultural, fue habitual que piratas berberiscos raptaran a oriundos para pedir rescate por ellos.
                              Traemos a estas líneas el nombre del barrio de San Telmo, al sur de Santa Cruz de La Palma, que proviene al crearse la Cofradía de Mareantes de San Pedro González Telmo, en 1591, para ayudar a los caídos prisioneros de los moros en Berbería con el producto del uno por ciento de lo que ganasen en los viajes y con las limosnas obtenidas en los barcos de pescar u otras tareas benéficas.
Realizando diversos trabajos
                              Una vez conquistadas Lanzarote y Fuerteventura desde los primeros momentos se sufrieron incursiones, denominadas cabalgadas, para trabajar en labores domésticas, agrícolas, artesanales, pastoreo... Los ingenios azucareros y trapiches en las haciendas de San Andrés (Los Sauces), Argual y Tazacorte, como la producción de vino y brea, demandó por su importancia a nivel nacional e internacional de mano de obra barata, porque los grandes hacendados no tenían que pagarles un salario, sólo la manutención y un alojamiento, casi siempre en muy malas condiciones humanitarias. El número se fue incrementando en el XVI. La azúcar era uno de los productos más lucrativos del mercado europeo.
                              A causa de la competencia del transporte marítimo y por la aparición de nuevos intereses industriales muchos se adaptaron a nuevas formas de subsistencias en los sectores primarios, que en muchos casos formaron una comunidad, mientras que otros fueron vendidos y embarcados al Nuevo Mundo para continuar con la misma faena. Algunos se fugaron y consiguieron cierta hegemonía en ser libres y otros quedaron liberados, considerados libertos, ya fuera por su buen comportamiento, adquiriendo bajo precio de emancipación, por el fallecimiento de sus amos o por decisión expresada en el testamento realizado ante un escribano público.
Otra visión de esclavitud
                              Un liberto/a o liberatus es al que de algún modo le ha sido concedida una ciudadanía plena de igualdad y de derechos civiles. Así se asignaban para distinguir a los gladiadores señalados por orden del emperador, después de salir vencedores de grandes batallas en anfiteatros y coliseo de la Roma imperial. Eran figuras existentes en todos los estamentos esclavistas.
                              Todos ellos a nivel insular dejaron huellas, aunque en menor medida que en suelo americano, e impronta en las danzas populares. Así la mayoría de bailadores y tocadores en las procesiones, procedencia antedicha, hasta finales del XVIII.
Cristo de los Mulatos
                              El Cristo de los Mulatos es una talla flamenca conservada en una capilla lateral de la parroquia Matriz de El Salvador, propiedad de una cofradía formada por los indicados componentes que tuvo un gran arraigo entre la población civil, quedando como vestigio del patrimonio cultural religioso. Ha sido recientemente restaurado su retablo, con gran acierto, por los restauradores Nieves Luisa Cabrera Castro y Domingo José Cabrera Benítez.
                              El otro ejemplo de lo que estamos comentando es el Niño Jesús o Infante, que se venera en el altar principal, en el centro del segundo cuerpo, de la ermita de Nuestra Señora de la Encarnación, considerada como parte del extrarradio de la ciudad capital, la primitiva data de finales del XV, y fue donado por una esclava liberta en devolución de un favor recibido a cambio de la curación de su hijo. Hoy tiene su función de templo parroquial.
Niño Jesús. La Encarnación
                              Tan delicada cuestión es un tema importante en la historia de las mentalidades, pero no novedoso, ha sido objeto de análisis y controversia desde distintos puntos de vista. Para unos fue producto de superestructuras socioculturales y religiosas, mientras que otros autores inciden en factores puramente económicos en relación a las necesidades del negocio.
                              Fue una institución conocida por sociedades complejas desde la antigüedad y que a partir de los albores del mundo moderno como sistema de producción se transformó en desarrollo, sobre todo la trata de sujetos de color, y en menor medida otros colectivos. Canarias, por tanto, no se sustrajo a este fenómeno.
                              Tenerife, Gran Canaria y nuestra isla, como territorio de abolengo, tuvieron un gran protagonismo en el tráfico de estos hacia las nuevas tierras de occidente, porque la mayor parte de las expediciones, que se organizaban en Sevilla, donde se concedían las licencias, pasaban por aquí. Las naves, necesariamente, llegaban para recoger tripulación y mercancía para el intercambio.

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