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domingo, 24 de enero de 2021

IGLESIA CONVENTUAL DE SANTO DOMINGO

Iglesia de Santo Domingo. Acceso. Santa Cruz de La Palma
                              Entre el patrimonio religioso de Santa Cruz de La Palma se halla la bella iglesia de Santo Domingo de Guzmán, perteneciente al exconvento de frailes dominicos de San Miguel de Las Victorias, habiendo sido el solar sagrado de enterramientos y cultos, cargado de historia y de sentimentalismo religioso. Guarda un tesoro artístico de gran valor, que cada año exhibe por las calles en Semana Santa y en otras ocasiones. Hace algún tiempo, se ha reclamado la titularidad de parroquia por su enclave en medio de los barrios de San Sebastián y San Telmo. Aún, siguen siendo útiles, las dependencias anejas, suficientes y eficientes. Parte de ellas son utilizadas actualmente en servicios sociales por Cáritas Diocesana de Canarias.                                                                                                                                  El viejo templo con reminiscencia de esplendor y por los blasones u otros motivos nobiliarios se dice habérsele convertido en un verdadero panteón de ilustres conquistadores y descubridores de las nuevas tierras.                          
Campanario. 1701
                                    Continuando con el relato nos remontamos a la llegada del castellano Alonso Fernández de Lugo (1456-1525), que levantó en el sitio mencionado, 3 de mayo de 1493, una ermita para perpetuar el nombre del Arcángel, que sirvió posteriormente de entrada o puerta al cenobio como portería, pasando la imagen titular a la nueva construcción eclesial, cuya planta de cruz latina de una sola nave se completó a finales del siglo XVI, y debido a la actividad desarrollada por fray Marcos, por un ambicioso proyecto, se le concede la autoría de la talla de San Miguel Triunfante, principios del XVIII, que preside el altar Mayor y es para retablo, inacabada en su parte posterior, ataviado como un guerrero a lo romano, armado y victorioso, que transmite cierto aire refinado y palaciego, su modelado voluptuoso recuerda a los ángeles barrocos.                                               Con una ornamentación sensacional y detallista en su coreografía. Su portada, la parte más antigua, completada con el resto de la edificación por una escalinata forma el atrio con la configuración de un gran escenario, combina elementos gótico-renacentistas y mudéjares evidentes en la moldura, que a modo de alfiz encuadra el arco de capiteles repletos de temas del bestiario medieval: animales monstruosos, guerrero desnudo con media luna de perfil grotesco o máscara de escudo, son claros mensajes apocalípticos y escatológicos en claves contra-reformistas y como monumento expiatorio. Se supone que sea obra de Hernando Luján, que talló los del arco toral de la Encarnación entre 1530 a 1532. Por la parte de afuera sobresalen nítidamente los volúmenes cúbicos de las capillas laterales, sacristía, hace pocos años cambiada al lado opuesto, y camarín de la Virgen del Rosario hecho por el maestro Domingo Álvarez en 1698.                                                     
Virgen del Rosario. Detalle
                En 1553 el conjunto histórico sufrió el pavoroso incendio y saqueo de los piratas franceses calvinistas al mando de François Le Clerc (¿?-1563), apodado Pata de Palo, con la misión de no dejar extender el catolicismo en el Nuevo Mundo. En la reconstrucción con las ayudas solicitadas a estamentos reales, insulares y de familias notables se consiguió con el celo de sus bienhechores un punto de perfección inigualable, como se nota en su fachada al mar la torre del campanario, que se comenzó a levantar el 13 de mayo de 1701, y en ella se observan los famosos azulejos de Delft (Holanda).                                                                                                                  Las palabras del viajero portugués Gaspar Frutuoso atestiguan que las zonas de los altares a los lados del Presbiterio se rehicieron. El de La Soledad, contiguo del Evangelio, fue costeado por Gonzalo Carmona, mercader y almojarife, y su sobrino Diego de Santa Cruz y el de Santo Tomás de Aquino, al lado de la Epístola, se edificaba en 1554 y terminada en 1567 por patrocinio de Luis Van de Walle el Viejo, caballero flamenco, con privilegio de pasar directamente desde la calle al pequeño ajimez. Ambas se rematan con espléndidas techumbres mudéjares de la misma época. Más tarde, se hizo abierta hacia el interior y con acceso independiente la conmemorativa a Lepanto, donde reposan los restos del insigne palmero Anselmo Pérez de Brito (1728-1772), cuyo retablo fue realizado por Andrés del Rosario y su hijo Lorenzo de Campos en 1660, como también se le atribuye el de la ermita de San Telmo. No podemos olvidarnos de la de Media Naranja con el ornato de la cúpula y escudo, toisón del santo fundador, en el centro del almizate.                                                
                  Destacamos el púlpito, primera mitad de la centuria dieciochesca, uno de los más bellos en el archipiélago. El Retablo Mayor, autoría de Juan de Lorenzo, se fabricó entre 1703 a 1705, estilo barroco como la pieza anterior y con columnas pareadas. En su parte central se venera la obra del fraile escultor mencionado.                                                                                Se guarda una colección de tablas flamencas, atribuidas a Pierre Pourbus, desmembradas de su marco original en 1703 y que son 6, restauradas por expertos especialistas. Las mismas se componen de San Miguel, San Juan Bautista, Genealogía de Jesús, Santos dominicos y las grisallas de San Francisco y San Blas ubicadas, posiblemente, en el desaparecido entablado. Además, se conserva la Santa Cena de Ambrosius Francken (1544-1615).            
Jesús Nazareno. Estévez
                  De la imaginería hay que señalar el San Francisco Javier, obra del círculo de Pedro Roldán (1624-1699), que fue importada de Sevilla hacia 1672 por José de Arce y Rojas para el oratorio que, bajo su advocación, fundó junto a su casa. Con ello manifestó su devoción por el santo misionero de la Compañía de Jesús, en la que profesaron 2 de sus hijos, los padres Juan y José.                                                                                                                San Francisco de Asís repite el modelo de su homónimo del templo franciscano (s. XVII), donado por el capitán Antonio Pinto de Guisla (1630-1682).                                                           De origen cubano son 4 preciosos ángeles de la Pasión que acompañan a Jesús cada Miércoles Santo y el delicado candelero de Santa Catalina de Siena, enviado desde la Habana en 1779 por Francisco Brito Leal, proveniente del vecino monasterio de monjas dominicas (Catalinas). Igualmente proceden la Santa titular (Habana, 1779) y Santa Rita de Casia.                                                                  A los talleres locales hay que adscribir efigies de vestir de Santo Domingo, realizada por Antonio de Orbarán con motivo de la profesión de su hijo fray Antonio de Orbaranes en 1651; Santo Tomás, cuya cabeza muestra gran parecido con la de San Buenaventura del antiguo recinto  del santo de Asís, hoy propiedad de la Orden Franciscana Seglar. El cuadro de la Virgen de la Merced con San Nonato y Santa María de Cervellón, encargado a Juan Manuel de Silva por la familia Van de Walle como ostentación pública.                                                                                  
Origen cubano.4 ángeles
                                           El imaginero orotavense Fernando Estévez del Sacramento (1788-1854) dejó lo mejor de su arte en el Nazareno (1841), vestido con túnica bordada en oro sobre terciopelo rojo, regalo del comerciante Cristóbal Pérez Volcán, y en la Dolorosa (La Magna), acompañados por un San Juan Evangelista de Manuel Hernández (El Morenito). De Estévez también es la talla del Rosario y el Niño de Aurelio Carmona López (1826-1901). El Señor de la Columna y la Virgen de la Esperanza salen el Martes Santo y son piezas del madrileño Andrés Falcón San José de mediados del XX por encargo de la familia Duque Acosta, con el fin de seguir la cronología evangélica. Y, por último, nos quedan San Joaquín y el Niño Jesús de Praga, anónimos, y de escuela canaria.                                                                         Han sucedido los siglos, unos tras otros, con muchos contratiempos y diversas circunstancias del devenir de la historia para la gobernabilidad y gloria de la vida religiosa, que ha sido reflejo del pueblo palmense. Una vez enajenados los bienes materiales de la Iglesia por la desamortización del XIX, habrá que tener en cuenta la estancia durante más de veinte años de los Padres Paúles en el cuidado y ornato del sagrado sitio, cito al sur de la ciudad, y rico en arte, cultura y sabio guardián de un gran patrimonio, testigo de un pasado rehecho y defendido para legado del futuro.

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