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domingo, 28 de marzo de 2021

VISIÓN PERSONAL DE LORCA

Federico García Lorca
                              El motivo que me ha impulsado a escribir sobre Federico García Lorca (1898-1936) fue el valor, uno de los rasgos más característicos de su persona, en afortunados versos. A ellos dedicó su talento en dar forma, como maestro de un estilo único, conjugando lo narrativo del arte popular y la fantasía lírica de raíz gitana. Con ellos como collar de palabras donde se tejen inconmensurables planos del sueño, luz y poesía. Me enamoro de su obra y hasta de su época.                                                                                           La ciudad de Granada debe tener un encanto merecido en sus noches de luna, luciendo el manto puro de su realeza. La imaginación me hace pensar que su cielo es la inmensa contemplación de la serenidad personificada en el complejo mundo del romanticismo, en el que se da la polaridad de vida y muerte.                                                                                                                              En mi poemario me hallo aquellos titulados “Poemas para recordar”. Los primeros son dedicados a Lorca y los demás a hombres de su etapa literaria: Rafael Alberti y Antonio Machado.

 -Luna, luna, lunita

¿qué tienes en el cielo?

una cunita…

para la niña chiquita.

Nana, nana, nanita

yo le doy a la niña

un juguetito…

para que juegue y calle.

Nana, nana, nanita

¿qué desea la niña?

coger del bello cielo

una estrellita

y mecerla en mis brazos…

como una muñequita.

Luna, luna, nanita.

Nana, nana, lunita.

A la niña chiquita

la luna le quiero dar

y el lucero del alba,

para que pueda…

soñar en su cunita.

El mundo literario de Lorca
                              Por el hecho de haber sido: “Ardiente en sus deseos, como un ser nacido para la libertad, Federico de la tristeza, hombre de soledad y pasión que en el vértigo de su vida de triunfo, difícilmente podía adivinarse…”, como diría Aleixandre, sólo me limito a contemplar a un hombre inquieto, con un amplio horizonte de posibilidades culturales impresionantes que, para los momentos actuales, confronta el dilema de ser o no un mito para las nuevas generaciones y tendencias literarias.                                                                                                                         Pretendo acercarme a uno de los aspectos que pudo influir en la decisión poética de García Lorca, el embrujo granadino contagiado por la herencia de distintas culturas, que viene determinado por la necesidad de conocer las vicisitudes históricas, que han incidido en la evolución de las preocupaciones de Las Letras españolas.
Monumento a Lorca. Madrid
                              La exigencia de un creador auténtico, como lo fue él, obliga a tener claridad en sus pronunciamientos. Fatal realidad que conduce a ocultar una falaz circunstancia, truncada en el entusiasmo de una persona, que jamás tuvo como su musa, aunque era capaz de toda la alegría del universo como bien apuntó el ya referido Aleixandre. La revalorización del mundillo lorquiano, que no solo comprendería la obra, sino también la influencia posterior sobre los eruditos de siempre. Para mí es una satisfacción adoptarlo como maestro y fuente de inspiración.                                                                                                                     Además de ser gran vate, su corazón soñaba con las palpitaciones de un pueblo entregado a la tradición y alegría del trepidar melodioso del aire níveo de la sierra y del agua transparente de los ríos. Mi atención se centra en su faceta de escritor, que supo elevar la lírica a los más encumbrados niveles mundiales de todo tiempo.                                                                                Con mi espíritu henchido de admiración, deseo leer sobre una lápida de su sepultura el epitafio siguiente:         

-Aquí yace García Lorca

gran poeta y escritor,

que de Las Letras monarca

con gran sumo resplandor.

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