Los Molinos de Bellido, o Vellido, son hoy un recurso prácticamente
inactivo. Algo incomprensible en estos tiempos. Se trata de cuatro elementos de
agua construidos en dos etapas, dos en el siglo XVII y otros tantos en el XIX,
situados en la denominada “Ruta del Agua”, a escasos metros del final del
entramado urbano, por la avenida del Puente. Disponen ahora de un cómodo
acceso, la primera parte del sendero se mejoró hace unos años, aunque hay que
sortear un desnivel en altura considerable. Su actividad se quedó en desuso
durante el primer tercio del XX y en la actualidad, aunque algunos se hallan
habitados, ninguno cumple su secular misión, estando cerrados.
Tal como los encontramos, el primero y el último se
construyeron entre 1865 y 1872 por el matrimonio formado por José Manuel
Hernández González y María de las Nieves Concepción Fierro, se conocen con el
nombre del Cajetero y de Hernández-Fierro, respectivamente. Los dos centrales
son más antiguos, fabricados por Juan Vandewalle de Cervellón-Bellid en la
primera mitad del XVII en la huerta de su propiedad.
Un camino bastante señalizado nos conducirá hasta arriba de la
montaña. Este lugar está dentro del sendero Santa Cruz de La Palma al Mirador
de la Concepción (Breña Alta), donde se desvía la Ruta de los Molinos, PR LP
2.2.
Para comenzar a comentar la historia de estos elementos
acuíferos, poco después de la conquista, los nuevos soberanos de la isla
concibieron en su mente a hacer uso de la abundante agua. A principios del XVI
se construyeron torres, acueductos y canales.
El escarpado terreno resultaba ser de gran ventaja y
utilidad para la mejor práctica del agua potable en el abastecimiento público, el
riego de los campos y poner en funcionamiento los molinos de grano. Un ejemplo
de sostenibilidad y de producción de energía a partir de recursos naturales.
A lo largo del recorrido continuamos por la estrecha cresta
de la montaña en dirección a Las Tierritas.
En los alrededores del norte destacan las zonas de uso
agrícola. La vista panorámica es magnífica y nos proporciona una nueva
impresión de la capital y del impresionante paisaje montañoso.
Estos cuatro son los únicos que quedan de los trece que
llegaron a funcionar en la segunda mitad del XIX en la zona. Por ese motivo
desde tiempos inmemoriales el barranco del Río fue conocido por barranco del
Río de Los Molinos.
Nueve de ellos han desaparecido, eran de madera. Los ahora existentes datan del XVIII y XIX, siendo hechos en mampostería de piedra y cal, cesando su actividad a lo largo del primer tercio del XX.
FUENTES
CONSUNTADAS:
-J. J.
Rodríguez/Lewis. Letrado y periodista. Santa Cruz de La Palma.
-Otros DOCUMENTOS
y PROCEDENCIAS.
-CONOCIMIENTOS y VIVENCIAS personales.
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