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domingo, 21 de agosto de 2022

SANTA CRUZ DE LA PALMA: RINCONES CON NOMBRE (XLIV)

           

          LOS MOLINOS DE BELLIDO: Una isla como La Palma no puede permitirse el no poner en valor ni uno de sus innumerables recursos turísticos y medioambientales, y mucho menos su capital, una ciudad con una solera contrastada que paulatinamente viene perdiendo protagonismo y población. Ahí están mostrando sus siluetas hacia los cuatro puntos cardinales, siendo protagonistas patrimoniales y únicos de un pasado fructífero a lo largo y ancho de la historia, desde los primeros momentos de la conquista, con una población deficitaria y necesitada de medios para mirar desde el presente un futuro prometedor a la economía y bienestar social, en expansión.

                              Los Molinos de Bellido, o Vellido, son hoy un recurso prácticamente inactivo. Algo incomprensible en estos tiempos. Se trata de cuatro elementos de agua construidos en dos etapas, dos en el siglo XVII y otros tantos en el XIX, situados en la denominada “Ruta del Agua”, a escasos metros del final del entramado urbano, por la avenida del Puente. Disponen ahora de un cómodo acceso, la primera parte del sendero se mejoró hace unos años, aunque hay que sortear un desnivel en altura considerable. Su actividad se quedó en desuso durante el primer tercio del XX y en la actualidad, aunque algunos se hallan habitados, ninguno cumple su secular misión, estando cerrados.

     Estos deben su nombre al capitán y regidor del antiguo Cabildo Insular Juan Vandewalle de Cervellón, que con frecuencia utilizaba el segundo apellido de su abuela, María Cervellón Bellid, construyéndose a diferentes alturas junto al canal que, entonces, abastecía al pueblo. Su objetivo era aprovechar la caída libre del agua para mover las ruedas o rodeznos de cubo, horizontales, que permitían moler grano y hacer harina, principalmente gofio. En los años decimonónicos llegaron a ser trece. Hechos en forma de torreón, aunque en origen se estructuraban en madera de tea. En la centuria referente antes comenzaron a edificarse de argamasa como los que contemplamos hoy en día.

                              Tal como los encontramos, el primero y el último se construyeron entre 1865 y 1872 por el matrimonio formado por José Manuel Hernández González y María de las Nieves Concepción Fierro, se conocen con el nombre del Cajetero y de Hernández-Fierro, respectivamente. Los dos centrales son más antiguos, fabricados por Juan Vandewalle de Cervellón-Bellid en la primera mitad del XVII en la huerta de su propiedad.

           A la hora de ponerlos en valor como recurso turístico resulta necesario acondicionarlo. También se podría identificar la flora de la senda, que es bastante diversa, preparando algunos lugares propicios como pequeños miradores con vistas a los barrancos de Las Nieves y de Los Dolores. El sendero continúa y termina comunicándose con el homólogo del Río y con un barrio rural de la capital, Velhoco. En fin, se trata de idear algo que se podría combinarse con la Quinta Verde. Los molinos de agua de Bellido, aprovechando la energía hidrológica, modificaron el paisaje natural y configuración cultural, acaso el más característico del entorno ciudadano.

                              Un camino bastante señalizado nos conducirá hasta arriba de la montaña. Este lugar está dentro del sendero Santa Cruz de La Palma al Mirador de la Concepción (Breña Alta), donde se desvía la Ruta de los Molinos, PR LP 2.2.

                              Para comenzar a comentar la historia de estos elementos acuíferos, poco después de la conquista, los nuevos soberanos de la isla concibieron en su mente a hacer uso de la abundante agua. A principios del XVI se construyeron torres, acueductos y canales.

                              El escarpado terreno resultaba ser de gran ventaja y utilidad para la mejor práctica del agua potable en el abastecimiento público, el riego de los campos y poner en funcionamiento los molinos de grano. Un ejemplo de sostenibilidad y de producción de energía a partir de recursos naturales.

                              Los propietarios de los mismos eran hacendados y nobles, a su vez, arrendaban estos a los respectivos molineros. La mayoría se encontraban en esta ruta entre el punto de partida y el barrio de Las Nieves, siendo un sitio muy ajetreado durante más de quinientos años. Una vez instalada la acequia por la que el agua abastecía la ciudad, los personajes más acaudalados de la isla promovieron la construcción de las susodichas industrias, que por los materiales empleados eran muy costosas de sufragar y mantener.

    A lo largo del recorrido continuamos por la estrecha cresta de la montaña en dirección a Las Tierritas.

       En los alrededores del norte destacan las zonas de uso agrícola. La vista panorámica es magnífica y nos proporciona una nueva impresión de la capital y del impresionante paisaje montañoso.

                              Estos cuatro son los únicos que quedan de los trece que llegaron a funcionar en la segunda mitad del XIX en la zona. Por ese motivo desde tiempos inmemoriales el barranco del Río fue conocido por barranco del Río de Los Molinos.

                              Nueve de ellos han desaparecido, eran de madera. Los ahora existentes datan del XVIII y XIX, siendo hechos en mampostería de piedra y cal, cesando su actividad a lo largo del primer tercio del XX. 

          FUENTES CONSUNTADAS:

     -J. J. Rodríguez/Lewis. Letrado y periodista. Santa Cruz de La Palma.

     -Otros DOCUMENTOS y PROCEDENCIAS.

     -CONOCIMIENTOS y VIVENCIAS personales.

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