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domingo, 4 de diciembre de 2022

LA AUTOESTIMA, ESPEJO DEL ALMA

           Mientras mi cena se enfría, releo unos apuntes sobre unos pensamientos de hace muchos años atrás, cuando estuve activo en mi profesión de profesor. Lo más habitual de los comentarios entre los padres en las citas de tutoría eran lo referente a la autoestima de los hijos. Se convertían en una de las áreas más importante en la vida colegial del ser humano, entre alumnos, se convertía en lo social e intransferible. Hoy en día, es bien sabido constatar con ella y sentir la satisfacción de lograr un alto rendimiento.

                              Sabemos que necesitamos relacionarnos con otras personas para mantener un buen estado de salud y equilibrio físico, sicológico y emocional. Si bien, también, estas relaciones ocasionales son básicas y muy necesarias. Hay otras que tiene igual o más prioridad, la que uno mantiene consigo mismo.

           Me mantengo al margen de situaciones sugerentes, que, sólo, es una opinión, puede ser consigo mismo y con otros, lejanos o cercanos, a un área de influencias. En función de cómo sea esta relación de sí está basada en un amor tolerante, bondadoso y compasivo o si parte del rechazo, la desaprobación y el desprecio, entonces, nuestra o mi experiencia de vida puede ser radicalmente, tajantemente, distinta. Se trata de un vínculo que siempre viene determinado por el tratamiento de lo tratado en este trabajo.

                              Llegando a un punto determinado y a un momento puntual de nuestra vida, en definitiva, la autoestima determina e interfiere de forma directa en todas las áreas: en cómo nos tratamos y cuidamos y en cómo pensamos y nos relacionamos con los demás. Es el pilar de la salud mental.

      Parece ser con toda razón, siendo un reflejo colateral, que manifestamos lo que guardamos en nuestro interior. Hasta nuestra grafología, manera de escribir o hacer la escritura, firmar u otras cosas relativas al estado anímico es motivo de estudio y observación del sujeto. ¿Qué habita detrás de cada uno de nosotros, en esa imagen que se refleja cuando nos miramos en un espejo, en los gestos diarios que conforman nuestra esencia más profunda, en las palabras que transmiten sentimientos y expresan emociones? ¿Cómo somos bajo esa tersa piel en la que subyace el tiempo caduco, aquel que rige cada paso que damos desde el mismo momento en que nacimos?

                              Es un mundo complejo que se nos abre ante nuestros ojos y un universo amorfo que despierta con nosotros mismos cada mañana. No se trata de una novela corta o larga, ni tampoco de un ensayo, sino de nuestra realidad como si fuera el hálito imprescindible para respirar, imaginándonos lo maravilloso de ser como somos.

           Mírate al espejo y verás a tu verdadero yo, hablándote sin articular vocablos, ni gestos. La visión podrá ser mejor un día u otro, pero harás lo que el alma te indique, sin ser esclavo de tus propias reflexiones, que solo te sirva para ser libre.

                              Eres tú quien posee la decisión de determinación. Puede ser reflejo o espejo de ti mismo. Será siempre una postura respetada. Te sugiero un análisis o síntesis, si te propones el reto de continuar en la lucha de saber la verdad. En mi propuesta puede ser no correcto, pero ten por seguro que te hará encender una bombilla sobre tu mente y, entonces, lo veas y te satisfaga tu vana curiosidad.

                             Nuestra autoestima tiene que ver con la vinculación en la infancia, a través de los mensajes de reconocimiento o desaprobación que recibamos de nuestros padres y de las personas que más influencia tengan para nosotros, y a través del afecto o las carencias a nivel afectivo por su parte.

                              Lo primero y más notable y tener muy claro es que nunca es tarde para iniciar un proceso para fortalecer la autoestima. Tengamos la edad que tengamos y estemos en la situación en la que estemos.

        Todo lo dicho anteriormente nos sirva de punto de reflexión y nos haga recapacitar a tomar una decisión positiva, haciendo un proceso de crecimiento personal que nos permita revivir esos apartados o capítulos más determinantes de nuestra vida, los que más han interferido en la destrucción del adulto que somos hoy. La inseguridad podría transformarse, según creo, en angustias incontenible, lo que desemboca en altibajos emocionales, que se desequilibran a la primera. La oportunidad de reconocernos conscientes de nuestra procedencia, tengamos la capacidad de perdonar y de perdonarnos por todos los errores.

                              Analizar el presente, puede calar muy profundo en nuestra manera de vernos e interfiere en nuestro vivir.

                              El último paso, no puede ser otro, que responsabilizarnos. Dejar de pensar en que no puedes y no eres capaz, es muy interesante para enfrentarte a eso que te da miedo. Solo así podrás demostrarte a ti que sí que puedes lograrlo.

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