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domingo, 12 de febrero de 2023

EL NOMBRE OCULTO DE LAS CALLES DE SANTA CRUZ DE LA PALMA

      Comienzo este trabajo con cierta incertidumbre, porque no sé cómo acabará, yo diría como seguir y qué criterios tomar. Me ha intrigado el cambio que han tenido muchas de ellas a lo largo y ancho del tiempo y de la historia de nuestra ciudad. Algunas lo manifiestan de manera distinta, guardando dos rótulos y otras muestran el nombre de personajes ilustres o relevantes, merecedores de tal distinción honorífica, y por circunstancias habidas en el pasado.

                              Sería curioso recorrerlas y satisfacer nuestros conocimientos para aumentar el aprendizaje, que no vendría mal hacerlo de vez en cuando, como en esta ocasión. Investigando e indagando en archivos o medios idóneos, avanzaríamos correctamente en el interés de enriquecernos culturalmente.

            La historia de Santa Cruz de La Palma ha quedado, en gran parte, escrita en sus calles, a las que los propios ciudadanos han puesto nombres que perpetúan el recuerdo de algo característico. Muchas deben su denominación a la existencia de instalaciones, como ocurre con la calle El Tanque, a la cual se le conoce así debido a la existencia de un tanque de agua para el regadío de plátanos y la otra que discurre paralela, que hasta 1901 se llamaba calle Los Molinos, por albergar unas de estas construcciones, de las que quedan vestigios en suficientes inmuebles, atestiguando lo dicho. Hoy, se les conocen por A. (Antonio) Rodríguez López y Baltasar Martín, santacrucero y garafiano, literario y legendario, destacando por una capacidad de reacción a los avatares de su época.

                              La capital palmera se halla asociada con la piratería, de una forma u otra, intervino en ser problemático vivir en ella y atender su defensa, porque es aquí donde se presentaron numerosos ataques de invasores europeos, infames corsarios, que encontraban un sitio adecuado para saquear. Protegida por castillos, baterías y medios bélicos poseía, siglo XVI, tras Amberes y Sevilla, el privilegio del comercio con América, convirtiéndose en el puerto marítimo de los más importantes del imperio español.

                              Precisamente, unido a la producción de azúcar y los famosos caldos malvasía, era lo que atraía poderosamente a los piratas, que hallan en la isla un gran comercio y los más diversos tesoros llegados de Indias.

                Uno de estos ataques es el llevado a cabo el 18 de julio de 1553 por el pirata francés François Le Cler, apodado Jambe de Bois y conocido por los españoles como Pata de Palo. Se presenta con sus naves por la parte norte de la capital, desafiando a la población con el desembarco y posterior acto pirático, con 700 hombres, los cuales roban tesoros, hacen prisioneros e incendian iglesias, conventos, casonas etc. y he aquí cuando aparece la figura de Baltasar Martín, un robusto pastor, mozo de singular planta y fervoroso creyente, natural de Juan Adalid (Garafía), que sintiendo palpitar en su pecho el amor patrio, recluta voluntarios armados de cuchillos y argollados, palos de almendro con forjadas conteras de hierro, arma muy eficaz en manos de nuestros campesinos. Una vez, agrupados suben por la calle Los Molinos y cargan sobre los invasores causándoles muchas bajas, obligándoles a reembarcar.

                              Tras conseguir su triunfo con el afán de patriota, el héroe citado deseó dar gracias a Dios, marchando hacia el convento franciscano, fue confundido como un enemigo y, entonces, agredido por un monje desde el balcón del campanario, puerta de entrada, con un objeto contundente en su cráneo, produciéndole su muerte.

                              Después de más de tres siglos, la corporación municipal honra su memoria, cambiando a la arteria Los Molinos la denominación por el nombre del mismo.

              La vía principal, en cuanto a su ubicación, lo constituye O´Daly conjuntamente con Pérez de Brito, conocida en sus comienzos por calle La Marina y de Santiago. No es hasta 1906 con la visita de SS.MM. Alfonso XIII a Canarias, cuando los lugareños pasaron a señalarla como Calle Real.

          A finales del XIX se empezó a conocer como en la actualidad, desde el puerto hasta la plaza de España y desde aquí hasta la Alameda por el segundo personaje ilustre. Por la década de los 60 se hace el ensanche del extremo sur, frente a correos, y el derribo de varios inmuebles. En 1975, Santa Cruz de La Palma es declarada Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de conjunto Histórico.

                              En 1805 no había calles empedradas y fue el alcalde Mayor, Juan de Mata Franco, el que impulsó la renovación urbana, siendo San Sebastián el primer trayecto empedrado.

                              El primer tramo, O´Daly, fue adoquinado en su totalidad en 1924 y, el segundo, Pérez de Brito, en 1930 por canteros locales.

             Una acción poética cambia los nombres de 3 calles en nuestra ciudad. Fue aplaudible en todos los sentidos, ya que sirvió de sorpresa a todos los viandantes que en tan temprano horario del día circulaban de camino a sus deberes cotidianos, trabajo o de cualquier otra índole. Transcurría el miércoles, 30 de noviembre de 2016, por la mañana, cuando en tres lugares distintos aparecieron los respectivos rótulos intervenidos con letreros en los que se pudo leer los nombres de las siguientes mujeres escritoras: Safo, Julia Uceda y Rosa Chacel.

                              Se trata, según se indica en el párrafo anterior, que firma el colectivo artístico “Roque de las Muchachas”, pretender reivindicar la importancia de la mujer en las artes y en la sociedad. Varias generaciones de mujeres de inmenso talento no fueron reconocidas justamente en su tiempo y ni siquiera ahora aparecen en los libros de historia, ni en los manuales de estudio de nuestro sistema educativo.

                              Safo de Mitilene o Safo de Lesbos (ca. 650/610-580 a.C.) fue una poetisa griega. Su biografía se ha podido conocer a través de sus poemas, lo que rodea su figura de una nebulosa que la mantiene entre la realidad y la leyenda. Al regresar a Lesbos, una vez exiliada en Siracusa, fundó una escuela artística para mujeres jóvenes.

             Rendía culto a Afrodita, la diosa del amor y de la belleza. Su obra es revolucionaria en cuanto a estructura se refiere, poseía una visión del mundo desde lo femenino, subvirtiendo la mirada masculina que caracterizaba la Edad Arcaica. Adopta una posición subjetiva, tomando como objeto de su arte su propia interioridad.

                                  Julia Uceda (1925), poeta. Ha obtenido muchos reconocimientos y premios, además, de los años 2003 y 2006. Ha ejercido de docente en las universidades de Cádiz, Michigan y Sevilla. Entre su obra destaca el poemario “Hablando con un haya”.

                              Rosa Chacel (1898-1994), vallisoletana, escritora de la Generación del 27. Su primera vocación fue la escultura, que abandonó para convertirse en la principal novelista de esa generación, además, de ensayista y articulista. El compromiso con la República la llevó al exilio. Fue premio de la Crítica en 1976 y en 1987 premio Nacional y de Castilla y León de Las Letras. Su obra “Memorias de Leticia Valle” fue llevada a la pantalla grande.

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