Te he buscado y no te he encontrado,
entre las sombras de los árboles
recordé el calor de tu ausencia
y el silencio de tus palabras.
Tu partida me produjo un inmenso vacío.
Un vacío que sufre
en la oquedad de los sueños…
en el compás de un reloj.
Son versos personales o
impersonales,
como tú quieras llamarlos.
No me importa caminar en la oscuridad
de la noche sombría del sobrio
estío,
que se marcha sin mirar atrás.
El eco del níveo viento
resopla en mis oídos, sin cesar,
acallando mis pasos lentos hacia el
final.
Auroras se suceden sin más, ni más, entonces, después…
ahora no, déjame marchar
con el resplandor de tu presencia
y la luz crepuscular
a un destino sin fin,
en un horizonte sin frontera
donde no hay límites con muros,
ni barreras que impidan tener paz,
alegría, sosiego, esperanza de
amarnos
unos a los otros, a todo el mundo, a
nosotros mismos.
Eclosión inevitable de matices diferentes
en medio de luces y luciérnagas con
alas transparentes.
Páginas en blanco con márgenes destartaladas, sin medida…
surgen en mi mente y en mi corazón
doliente
lleno de emociones y de puros pensamientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario