Sobre la superficie del folio en blanco, haciendo un
borrador como el prólogo de la presente biografía, que voy a narrar una vez
meditada, mi bolígrafo se desliza con rapidez al compás metacarpiano de mi
muñeca, impulsos eléctricos cerebrales, precisos y coordinados, mecánicamente
sincronizados. Una biografía de quien era originario de Madrid, donde había
nacido el 7 de octubre alrededor de 1866. Colaboró con ilustraciones en la
revista taurina ‘La Lidia’. A mediados de la década de 1890 se instaló en las
islas Canarias. Entre sus trabajos en esta región archipelágica se encontró la
restauración del templo matriz de El Salvador de Santa Cruz de La Palma.
También realizó los frescos de la iglesia parroquial de San Antonio Abad,
Fuencaliente de La Palma, murió el 26 de septiembre de 1909, en la isla de La
Palma, bajo los efectos del alcoholismo.
Ubaldo Bordanova Moreno (c. 1866-1909), ha sido un
sobresaliente miembro del mundillo pictórico de La Palma, destacando en la
pintura y dibujo referencial en todos los ámbitos sociales, culturales de las
islas Canarias. Una exposición recupera al pintor Ubaldo Bordanova, figura
fundamental del panorama artístico isleño de finales del siglo XIX.
Activar la memoria para sustraer del pasado los hechos
notables es actualizar la historia en todas sus facetas. La Palma tiene un
puesto privilegiado en esta actividad promovida por isleños o por artistas
venidos de otros lugares del país o del mundo, enamorados de sus peculiares
actitudes humanas y cualidades naturales.
Es vástago del periodista y escritor Vicente Bordanova
Alemán, oriundo de Santa Olalia, Toledo, y de Fernanda Moreno Aparicio, natural
de Almagro, Ciudad Real. En la capital de España dio sus primeros pasos como
artista, colaborando en la ilustración de varias publicaciones periódicas o en
la decoración como auxiliar de Casto Plasencia y Maestro (1846-1890), del
palacio de Linares, Jaén. De la villa del Manzanares marchó a París, Francia,
allí continuó su formación en la Escuela de Artes Decorativas de Pierre Víctor
Gallad (1822-1892) y es ese pintor que nos dejó un gran legado, tanto en el
entorno religioso como civil, público y privado, óleos sobre lienzos y ornatos
de techumbres y paredes de iglesias y casas. Sólo, existe la vivienda, números
38 y 40, en la calle A. Cabrera Pinto, y un muro en la parte alta del viejo
barrio de San Sebastián, popularmente conocido por el de ‘La Canela’, en la
capital palmera, de lo que fue propietario, como la finca de ‘La Caballita’,
donde falleció.
En 1889, se documenta su traslado al archipiélago canario,
primero, a Gran Canaria y, luego, a Tenerife, simultaneando sus trabajos como
decorador en hoteles, cafeterías, teatros, templos y viviendas de particulares
junto con otras realizaciones para caballete, plasmadas en diversos géneros
como retratos, paisajes, dibujos litografiados y otros. Tuvo la oportunidad,
poco después de su llegada, al contemplar la Danza de los Enanos, entre 1892 y
1894, en Santa Cruz de Tenerife, cautivándolo tanto su corografía, que le
sedujo a escribir un artículo y dibujar al enano bastonero, que abría el baile
de los liliputienses. Publicita su firma con su presencia, en la exposición
artística celebrada en 1892, en Santa Cruz de Tenerife.
En ese mismo año acrecienta los contactos con la Palma,
fijando su residencia desde 1894 o al siguiente, y que se materializan a través
de las Fiestas Lustrales de 1895, con las incursiones estéticas en la Danza de
los Enanos y en compañía del escritor y autor teatral Antonio Rodríguez López
(1836-1901). Desde la ventana del The Palma Hotel, conocido en esa época como
el ‘hotel inglés’, actual sede del Real nuevo Club Náutico, vio el incomparable
espectáculo de la Danza de las Mariposas, Enanos y el Carro Alegórico Triunfal,
describiendo de esta última celebración un sugerente análisis, desde la
perspectiva de un estudioso, del reflejo por la admiración de la tramoya,
entramado y entresijo escénico y del ambiente urbano con los hachones de tea y
la iluminación de las casas colindantes. Pinta el templete de la loa ofrecida a
la Patrona, Nuestra Señora de Las Nieves, en su entrada a la ciudad, ubicado en
la plaza de España. En ese año de Bajada actuó en la techumbre de la capilla
mayor y otras labores menores del Real Santuario mariano insular.
En las galas marianas de 1900 participó en varias
comisiones, dirigiendo el embellecimiento de la carroza virginal y, de igual
modo, en la de 1905, centrando su atención en el paseo de La Alameda, canto de
bienvenida, Batalla de flores y una proyectada verbena o ‘baile de magos’.
Ejemplos de su ingente labor tenemos en la parroquia Matriz
de El Salvador con los cuadros de San Cristóbal y el arcángel San Miguel
batiendo al demonio, las cubiertas del presbiterio y capillas colaterales; el
entablado del techo de la homóloga San Antonio Abad, Fuencaliente de La Palma,
con fecha del 23 de enero de 1904, referente a las tres virtudes teologales en
una superficie, aproximada, de ochenta metros cuadrados de superficie; cubierta
principal de la ermita de su vecindario, en 1899; un atribuido emblema de
reducidas medidas en la otra homóloga de San Telmo y el Real Santuario mariano
del monte, patronal de la isla de La Palma. En el terreno burgués destacó con
las acometidas en propiedades de los médicos Juan José Martín Cabrera
(1854-1916) y Elías Santos Abreu (1856-1937), sin olvidarnos de las obras
hechas a la sociedad Terpsícore y Melpómene, administradora del Teatro Chico. A
criterio personal le atribuyo el malogrado telón escénico del teatro Circo de
Marte, lamentablemente, desaparecido durante la última restauración del
inmueble, reabierto el jueves, 25 de octubre de 2008, después de 24 años de
estar cerrado, cinco lustros, como proceso de rehabilitación y restauración,
siendo alcalde-presidente Juan Ramón Felipe San Antonio (1962). La construcción
del mismo, en 1871, vino a colmar buena parte de las ansias culturales de la
sociedad palmera en el tránsito de los siglos XIX y XX, acogiendo peleas de
gallos, veladas, varietés, actos políticos, cine, carnavales y piñatas, etc. esa
época fructífera que el profesor Juan Régulo Pérez (1914-1993), definió como
‘edad de oro’ de La Palma. De este modo, se convirtió en testigo privilegiado
del devenir del teatro, la danza y la música en la isla. La adquisición del teatro
por el excelentísimo ayuntamiento capitalino, en 1981, devolvió al mismo su
vocación escénica. En 1997, fue declarado el inmueble Bien de Interés Cultural
(BIC).
Contrajo matrimonio, en 1897, Santa Cruz de La Palma, con la
joven Isabel Ferrer Sánchez (1878-1941), hija del acaudalado maestro e
ilustrado Bernardo Ferrer Sánchez (1837 ¿?). Dejó descendencia natural, María
Teresa, antes de su enlace formal.
Durante su estancia tinerfeña hace los murales de la Cueva
de San Blas de la villa de Candelaria y en las Madres Concepcionistas de la
Villa y Puerto de Garachico. En el largo proceso de la parafernaria actividad
culminó su permanencia con su valiosa intervención en la capilla de San Pedro
de Arriba de Güimar, aunque su origen parte de 1765, no fue construida hasta
1794 y es de categoría Bien de Interés Cultural (BIC), cuyo motivo fue albergar
al patrón de la localidad sureña en la antevíspera de su festividad en los
bienios pares, porque en los impares se desplaza a la homóloga de Abajo. Se
descubrió su autoría, entre 1890 y 1895, oculta entre suciedad y deterioro,
elementos adversos a la obra. Volvieron a tomar extraordinaria vivencia y
reinaugurado el domingo, 21 de febrero de 2010.
Continuando con el cometido de señalar sus creaciones, lo
haremos con el diseño presentado a concurso del monumento, base de mampostería,
a Manuel Díaz Hernández (1774-1863), plaza de España, que por méritos propios ganó
entre dos más proposiciones presentadas por fundición de Federico Masriera y
Campins de Barcelona. No se sabe a ciencias cierta el por qué se prescindió de
la bella reja de hierro forjado, según el boceto, que rodeaba la base.
Mención aparte merece su colaboración profesional con el fotógrafo
Miguel Brito Rodríguez (1876-1972), conocido por ‘medio millón’ y ser artífice
y diseñador del primer pabellón, al comienzo de Las Tosquitas, donde se
representaban cuadros plásticos de gran difusión popular, en la primera visita
a Cajita Blanca de la Santísima Virgen Nuestra Señora del Rosario en la víspera
de las Fiestas de la Naval de 1902.
En la Bajada de la Virgen de Nuestra Señora de Las Nieves de
2010, del 12 al 25 de julio, se le rindió un modesto homenaje por medio de una
exposición conmemorativa patrocinada por la empresa Construcciones y
Restauraciones Miguel Hernández Ventura (1942-2020), (MHV); Cabildo Insular de
La Palma; Parlamento de Canarias; Patronato Municipal de la Bajada de la
Virgen; Caja Insular de Ahorros de Canarias y Vinatería Albillo Gourmet y que
fue ofrecida en el inmueble, fabricado en 1902, de la calle Pérez de Brito,
número 57, con claras tendencias francesas del que es una evidente prueba del
gusto moderno en los albores del XX. El fresco que ocupa el hueco de la
escalera de la entrada principal fue una propuesta del propietario, librepensador,
de gustos renovadores rompiendo de esta manera los modos estilísticos vigentes.
Hacia el exterior se halla la siguiente leyenda: ‘Cuando Ubaldo Bordanova llegó
a estas tierras, era un andarín más del montón de las filas, un hombre más, que
traía, no obstante, una profundidad de la vida y un conocimiento del mundo
admirables’.
Se ha elegido para la exposición una de las viviendas
decoradas por el artista durante su etapa de vida en la isla, se trata de la
casa del doctor Juan José Martín Cabrera. La muestra permaneció abierta durante
catorce días y organizada por la Asociación Cultural Cartas Diferentes.
En una colección privada de Gran Canaria se conserva una
tabla de pequeñas dimensiones, 20,50 cm. De alto y 14 cm. de ancho, que
representa a un campesino de la isla de La Palma. El personaje está situado en
el centro de la composición, en medio de un paisaje abocetado. En el ángulo
inferior izquierdo figura la firma de Ubaldo Bordanova. La obra pertenece a los
descendientes del notario herreño, establecido en la ciudad de Las Palmas,
Isidoro Padrón y Padrón (1841-1915), cuyo hermano Valentín (1833-1896), ejerció
de cura ecónomo de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Los Remedios. En
Los Llanos de Aridane los hermanos Padrón contaban con familia y amigos en la
isla de La Palma.
‘El campesino, un hombre de edad madura con una espesa barba
cana, se presenta de pie ante el espectador, apoyado en una lanza de tipo
medio. Aparece ataviado con las prendas ligeras de verano a las que añade un
chaleco, mientras que su cabeza está cubierta por una montera, en vez de un
sombrero de paja. Estas particularidades ofrecen la apariencia de una
representación fidedigna de la indumentaria insular, alejada de las artísticas
estilizaciones de Juan Bautista Fierro Vandewalle (1841-1930). Consideramos que
el cuadrito tiene mucho interés no solamente por acreditar la pericia del
artista para trabajar con pequeños formatos, sino también por la información
que puede aportar esta imagen al estudio de la vestimenta tradicional’ (Manuel Poggio Capote. Cronista
Oficial de Santa Cruz de La Palma).
El recuerdo de Bordanova Moreno se ha encontrado
estrechamente vinculado a la historia local de Santa Cruz de La Palma como
autor o diseñador de algunos de las obras más visibles de la capital palmera,
según nuestro cronista actual de nuestra ciudad Manuel Poggio Capote (1969).
No hay mejor epílogo, que dedicar estas líneas a quien supo
granjearse el afecto de todos, marcando un hito social, que ha perdurado hasta
hoy.
Una vez más, asimismo el compromiso de exaltar lo merecido
de una persona, sin más alarde que lo necesario y real hallado en sus obras se
merece un punto y aparte. Se lo damos sin temor a equivocarnos y a proyectar
sus cualidades pictóricas en favor de Canarias y de La Palma.
No deja lugar a dudas, que La Palma le cautivó su corazón,
fijando su residencia y su atención de participar, crear y constituir un
imperio de sabias y acertadas ideas en pro de sus principales iconos sociales,
religiosos y civiles, irradiando luz propia con tan solo implantar su firma en
una contribución y manejo de elementos esenciales perdurables y
grandilocuentes.
Un gran pintor que tuvimos la suerte de tener en La Palma. Nadie como él encarna el espíritu bohemio de los artistas de finales del siglo XIX y principios del XX. ¡Enhorabuena por el artículo!
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