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domingo, 29 de diciembre de 2024

PINTOR Y DIBUJANTE

       Sobre la superficie del folio en blanco, haciendo un borrador como el prólogo de la presente biografía, que voy a narrar una vez meditada, mi bolígrafo se desliza con rapidez al compás metacarpiano de mi muñeca, impulsos eléctricos cerebrales, precisos y coordinados, mecánicamente sincronizados. Una biografía de quien era originario de Madrid, donde había nacido el 7 de octubre alrededor de 1866. Colaboró con ilustraciones en la revista taurina ‘La Lidia’. A mediados de la década de 1890 se instaló en las islas Canarias. Entre sus trabajos en esta región archipelágica se encontró la restauración del templo matriz de El Salvador de Santa Cruz de La Palma. También realizó los frescos de la iglesia parroquial de San Antonio Abad, Fuencaliente de La Palma, murió el 26 de septiembre de 1909, en la isla de La Palma, bajo los efectos del alcoholismo.

                              Ubaldo Bordanova Moreno (c. 1866-1909), ha sido un sobresaliente miembro del mundillo pictórico de La Palma, destacando en la pintura y dibujo referencial en todos los ámbitos sociales, culturales de las islas Canarias. Una exposición recupera al pintor Ubaldo Bordanova, figura fundamental del panorama artístico isleño de finales del siglo XIX.

                              Activar la memoria para sustraer del pasado los hechos notables es actualizar la historia en todas sus facetas. La Palma tiene un puesto privilegiado en esta actividad promovida por isleños o por artistas venidos de otros lugares del país o del mundo, enamorados de sus peculiares actitudes humanas y cualidades naturales.

      Es vástago del periodista y escritor Vicente Bordanova Alemán, oriundo de Santa Olalia, Toledo, y de Fernanda Moreno Aparicio, natural de Almagro, Ciudad Real. En la capital de España dio sus primeros pasos como artista, colaborando en la ilustración de varias publicaciones periódicas o en la decoración como auxiliar de Casto Plasencia y Maestro (1846-1890), del palacio de Linares, Jaén. De la villa del Manzanares marchó a París, Francia, allí continuó su formación en la Escuela de Artes Decorativas de Pierre Víctor Gallad (1822-1892) y es ese pintor que nos dejó un gran legado, tanto en el entorno religioso como civil, público y privado, óleos sobre lienzos y ornatos de techumbres y paredes de iglesias y casas. Sólo, existe la vivienda, números 38 y 40, en la calle A. Cabrera Pinto, y un muro en la parte alta del viejo barrio de San Sebastián, popularmente conocido por el de ‘La Canela’, en la capital palmera, de lo que fue propietario, como la finca de ‘La Caballita’, donde falleció.

                              En 1889, se documenta su traslado al archipiélago canario, primero, a Gran Canaria y, luego, a Tenerife, simultaneando sus trabajos como decorador en hoteles, cafeterías, teatros, templos y viviendas de particulares junto con otras realizaciones para caballete, plasmadas en diversos géneros como retratos, paisajes, dibujos litografiados y otros. Tuvo la oportunidad, poco después de su llegada, al contemplar la Danza de los Enanos, entre 1892 y 1894, en Santa Cruz de Tenerife, cautivándolo tanto su corografía, que le sedujo a escribir un artículo y dibujar al enano bastonero, que abría el baile de los liliputienses. Publicita su firma con su presencia, en la exposición artística celebrada en 1892, en Santa Cruz de Tenerife.

      En ese mismo año acrecienta los contactos con la Palma, fijando su residencia desde 1894 o al siguiente, y que se materializan a través de las Fiestas Lustrales de 1895, con las incursiones estéticas en la Danza de los Enanos y en compañía del escritor y autor teatral Antonio Rodríguez López (1836-1901). Desde la ventana del The Palma Hotel, conocido en esa época como el ‘hotel inglés’, actual sede del Real nuevo Club Náutico, vio el incomparable espectáculo de la Danza de las Mariposas, Enanos y el Carro Alegórico Triunfal, describiendo de esta última celebración un sugerente análisis, desde la perspectiva de un estudioso, del reflejo por la admiración de la tramoya, entramado y entresijo escénico y del ambiente urbano con los hachones de tea y la iluminación de las casas colindantes. Pinta el templete de la loa ofrecida a la Patrona, Nuestra Señora de Las Nieves, en su entrada a la ciudad, ubicado en la plaza de España. En ese año de Bajada actuó en la techumbre de la capilla mayor y otras labores menores del Real Santuario mariano insular.

                              En las galas marianas de 1900 participó en varias comisiones, dirigiendo el embellecimiento de la carroza virginal y, de igual modo, en la de 1905, centrando su atención en el paseo de La Alameda, canto de bienvenida, Batalla de flores y una proyectada verbena o ‘baile de magos’.

        Ejemplos de su ingente labor tenemos en la parroquia Matriz de El Salvador con los cuadros de San Cristóbal y el arcángel San Miguel batiendo al demonio, las cubiertas del presbiterio y capillas colaterales; el entablado del techo de la homóloga San Antonio Abad, Fuencaliente de La Palma, con fecha del 23 de enero de 1904, referente a las tres virtudes teologales en una superficie, aproximada, de ochenta metros cuadrados de superficie; cubierta principal de la ermita de su vecindario, en 1899; un atribuido emblema de reducidas medidas en la otra homóloga de San Telmo y el Real Santuario mariano del monte, patronal de la isla de La Palma. En el terreno burgués destacó con las acometidas en propiedades de los médicos Juan José Martín Cabrera (1854-1916) y Elías Santos Abreu (1856-1937), sin olvidarnos de las obras hechas a la sociedad Terpsícore y Melpómene, administradora del Teatro Chico. A criterio personal le atribuyo el malogrado telón escénico del teatro Circo de Marte, lamentablemente, desaparecido durante la última restauración del inmueble, reabierto el jueves, 25 de octubre de 2008, después de 24 años de estar cerrado, cinco lustros, como proceso de rehabilitación y restauración, siendo alcalde-presidente Juan Ramón Felipe San Antonio (1962). La construcción del mismo, en 1871, vino a colmar buena parte de las ansias culturales de la sociedad palmera en el tránsito de los siglos XIX y XX, acogiendo peleas de gallos, veladas, varietés, actos políticos, cine, carnavales y piñatas, etc. esa época fructífera que el profesor Juan Régulo Pérez (1914-1993), definió como ‘edad de oro’ de La Palma. De este modo, se convirtió en testigo privilegiado del devenir del teatro, la danza y la música en la isla. La adquisición del teatro por el excelentísimo ayuntamiento capitalino, en 1981, devolvió al mismo su vocación escénica. En 1997, fue declarado el inmueble Bien de Interés Cultural (BIC).

                              Contrajo matrimonio, en 1897, Santa Cruz de La Palma, con la joven Isabel Ferrer Sánchez (1878-1941), hija del acaudalado maestro e ilustrado Bernardo Ferrer Sánchez (1837 ¿?). Dejó descendencia natural, María Teresa, antes de su enlace formal.

                              Durante su estancia tinerfeña hace los murales de la Cueva de San Blas de la villa de Candelaria y en las Madres Concepcionistas de la Villa y Puerto de Garachico. En el largo proceso de la parafernaria actividad culminó su permanencia con su valiosa intervención en la capilla de San Pedro de Arriba de Güimar, aunque su origen parte de 1765, no fue construida hasta 1794 y es de categoría Bien de Interés Cultural (BIC), cuyo motivo fue albergar al patrón de la localidad sureña en la antevíspera de su festividad en los bienios pares, porque en los impares se desplaza a la homóloga de Abajo. Se descubrió su autoría, entre 1890 y 1895, oculta entre suciedad y deterioro, elementos adversos a la obra. Volvieron a tomar extraordinaria vivencia y reinaugurado el domingo, 21 de febrero de 2010.

          Continuando con el cometido de señalar sus creaciones, lo haremos con el diseño presentado a concurso del monumento, base de mampostería, a Manuel Díaz Hernández (1774-1863), plaza de España, que por méritos propios ganó entre dos más proposiciones presentadas por fundición de Federico Masriera y Campins de Barcelona. No se sabe a ciencias cierta el por qué se prescindió de la bella reja de hierro forjado, según el boceto, que rodeaba la base.

                              Mención aparte merece su colaboración profesional con el fotógrafo Miguel Brito Rodríguez (1876-1972), conocido por ‘medio millón’ y ser artífice y diseñador del primer pabellón, al comienzo de Las Tosquitas, donde se representaban cuadros plásticos de gran difusión popular, en la primera visita a Cajita Blanca de la Santísima Virgen Nuestra Señora del Rosario en la víspera de las Fiestas de la Naval de 1902.

       En la Bajada de la Virgen de Nuestra Señora de Las Nieves de 2010, del 12 al 25 de julio, se le rindió un modesto homenaje por medio de una exposición conmemorativa patrocinada por la empresa Construcciones y Restauraciones Miguel Hernández Ventura (1942-2020), (MHV); Cabildo Insular de La Palma; Parlamento de Canarias; Patronato Municipal de la Bajada de la Virgen; Caja Insular de Ahorros de Canarias y Vinatería Albillo Gourmet y que fue ofrecida en el inmueble, fabricado en 1902, de la calle Pérez de Brito, número 57, con claras tendencias francesas del que es una evidente prueba del gusto moderno en los albores del XX. El fresco que ocupa el hueco de la escalera de la entrada principal fue una propuesta del propietario, librepensador, de gustos renovadores rompiendo de esta manera los modos estilísticos vigentes. Hacia el exterior se halla la siguiente leyenda: ‘Cuando Ubaldo Bordanova llegó a estas tierras, era un andarín más del montón de las filas, un hombre más, que traía, no obstante, una profundidad de la vida y un conocimiento del mundo admirables’.

                              Se ha elegido para la exposición una de las viviendas decoradas por el artista durante su etapa de vida en la isla, se trata de la casa del doctor Juan José Martín Cabrera. La muestra permaneció abierta durante catorce días y organizada por la Asociación Cultural Cartas Diferentes.

                              En una colección privada de Gran Canaria se conserva una tabla de pequeñas dimensiones, 20,50 cm. De alto y 14 cm. de ancho, que representa a un campesino de la isla de La Palma. El personaje está situado en el centro de la composición, en medio de un paisaje abocetado. En el ángulo inferior izquierdo figura la firma de Ubaldo Bordanova. La obra pertenece a los descendientes del notario herreño, establecido en la ciudad de Las Palmas, Isidoro Padrón y Padrón (1841-1915), cuyo hermano Valentín (1833-1896), ejerció de cura ecónomo de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Los Remedios. En Los Llanos de Aridane los hermanos Padrón contaban con familia y amigos en la isla de La Palma.

      ‘El campesino, un hombre de edad madura con una espesa barba cana, se presenta de pie ante el espectador, apoyado en una lanza de tipo medio. Aparece ataviado con las prendas ligeras de verano a las que añade un chaleco, mientras que su cabeza está cubierta por una montera, en vez de un sombrero de paja. Estas particularidades ofrecen la apariencia de una representación fidedigna de la indumentaria insular, alejada de las artísticas estilizaciones de Juan Bautista Fierro Vandewalle (1841-1930). Consideramos que el cuadrito tiene mucho interés no solamente por acreditar la pericia del artista para trabajar con pequeños formatos, sino también por la información que puede aportar esta imagen al estudio de la vestimenta tradicional’ (Manuel Poggio Capote. Cronista Oficial de Santa Cruz de La Palma).

                              El recuerdo de Bordanova Moreno se ha encontrado estrechamente vinculado a la historia local de Santa Cruz de La Palma como autor o diseñador de algunos de las obras más visibles de la capital palmera, según nuestro cronista actual de nuestra ciudad Manuel Poggio Capote (1969).    

                              No hay mejor epílogo, que dedicar estas líneas a quien supo granjearse el afecto de todos, marcando un hito social, que ha perdurado hasta hoy.

                              Una vez más, asimismo el compromiso de exaltar lo merecido de una persona, sin más alarde que lo necesario y real hallado en sus obras se merece un punto y aparte. Se lo damos sin temor a equivocarnos y a proyectar sus cualidades pictóricas en favor de Canarias y de La Palma.

                              No deja lugar a dudas, que La Palma le cautivó su corazón, fijando su residencia y su atención de participar, crear y constituir un imperio de sabias y acertadas ideas en pro de sus principales iconos sociales, religiosos y civiles, irradiando luz propia con tan solo implantar su firma en una contribución y manejo de elementos esenciales perdurables y grandilocuentes.

1 comentario:

  1. Un gran pintor que tuvimos la suerte de tener en La Palma. Nadie como él encarna el espíritu bohemio de los artistas de finales del siglo XIX y principios del XX. ¡Enhorabuena por el artículo!

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