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División de la isla en cantones |
Por todos los escritos históricos tras la conquista del
archipiélago canario por los castellanos y a causa de las investigaciones
realizadas por arqueólogos, historiadores y científicos que apoyan las
narrativas y cualquier otra forma de hacerlo, poniendo al alcance de todos los
estudiosos del tiempo pasado, mencionando la época, sabemos que la isla de
Benahoare estaba poblada por sus aborígenes awara, awaritas o benahoaritas. Una
población que quizás habitase la isla desde el año 2000 antes de Cristo o
incluso desde el siglo V a. C. Esta población primitiva tenía el territorio
dividido y organizado en pequeños reinados o cantones. Familias benahoaritas
que ocupaban la isla de forma dispersa, trashumante y bajo las tutelas u
órdenes de los jefes o ‘reyes’ de cada ‘cantón’, a los que llamaban ‘Mencey’.
Se sabe que en La Palma no había órganos de mando superiores,
como sí lo había en las islas de Tenerife y Gran Canaria. Los cantones eran
independientes totalmente en ellos y de hecho respetaban sus territorios de
forma mutua.
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Grabados rupestres. Conjunto parcial |
Por motivos de celos u otras circunstancias surgían conatos
de enfrentamientos bélicos unos con otros, en el mismo cantón por causas
familiares llevadas a un extremo de suma gravedad, aparecían pequeñas refriegas
y leves focos de levantamientos y, también, nos narran los antepasados las
grandes contiendas entre distintos cantones por hechos inusuales como los robos
de ganados, enseres, linderes naturales, pretensiones o herencias no
testamentarias, desavenencias de las que se derivaba una lucha fratricida.
En la época prehispánica la isla de La Palma estaba
organizada en los 12 cantones siguientes, que describimos así:
Nº 1, Cantón de Tagalguen o de Tegalgen,
cuyo mencey era Bediesta; nº 2, Cantón de Tagaragre, bajo
la capitanía del awarita Temiaba; nº 3, Cantón de Adeyahamen,
su mencey se llamaba Bediesta, al igual que el de Tagalguen, sin lugar a
duda, fueron los primeros pobladores de Benahoare; nº 4, Cantón de Tenagua,
su mencey se llamaba Atabara; nº 5, Cantón de Aceró, el
último cantón en rendirse a la conquista hispánica bajo el mando del mencey, el
más conocido de la isla, el indomable Tanausú; nº 6, cantón de Tedote, territorio benahoarita
que se corresponde en parte con los actuales municipios de Santa Cruz de La
Palma y Las Breñas. Su mencey, en el tiempo de la conquista, se llamaba Bentacayse.
Estamos ante una de las mejores zonas para entender y transportarnos al pasado
de la conquista de Benahoare; nº 7, Cantón de Tigalate, sus
menceyes eran en el momento de la conquista Jariguo y Garehagua; nº
8, Cantón de Aherguareme, eran los reyes aborígenes de este
territorio Echentire y Azuquaje; nº 9, Cantón de Tamanca.
Su mencey se llamaba Tamanca y en su honor se puso nombre al cantón; nº
10, Cantón de Tijuya. Cobra especial importancia el nombre de Echedey,
que era el mencey de este cantón; nº 11, Cantón de Aridane. A su
mencey le llamaban Mayantigo, como curiosidad, marcada por una cruente
batalla, pasaron a llamarle Aganelle, que significa brazo cortado y nº
12, Cantón de Hiscaguán, su mencey respondía al nombre de Atogmatoma,
tío del homólogo Tanausú.
Fueron estas zonas cercanas a la capital, donde muchos
señores, grandes comerciantes y descendientes de colonos más adinerados se
instalaron. Podremos observar las casas coloniales, fincas y grandes casonas de
estos señores, post conquista. Siempre en torno al desarrollo de la capital,
Santa Cruz de La Palma, y a la importancia que pronto tomó la actividad
portuaria.
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Banahoaritas de la época prehispánica |
Juan de Abreu Galindo en su obra ‘Historia de la conquista
de las siete islas de Canaria’, es el seudónimo de un apócrifo religioso franciscano
de origen andaluz fechado en 1632, obra que en realidad es una edición
realizada en la década de 1630 de la Historia de las islas Canarias, que dejó
inacabada su verdadero autor, Gonzalo Argote de Molina (1548-1596), a su
muerte, que define este cantón de la siguiente manera: ‘el sexto señorío era
Tedote, y Tenibucar, que es donde al presente está fundada la ciudad hasta
Tenagua’. Comprendía los modernos municipios de Santa Cruz de La Palma, Breña
Alta y Breña Baja.
Por su parte, el ingeniero italiano Leonardo Torriani fue
arquitecto e historiador, además de geógrafo y cartógrafo militar, indica en su
obra ‘Descripción e historia del reino de las Islas Canarias’ de 1590, antes
Afortunadas, que en las ‘montañas llamadas Tedote’ habitaba la divinidad de los
aborígenes cuando descendía entre los seres humanos, y encima de ésta hacían
sus sacrificios de leche y de mantequilla.
Abreu Galindo recoge además que el cantón era gobernado por
tres hermanos Bentacayse, Tinisuaga y Agacensie, pero que estos dos últimos
murieron al ser arrastrados por las aguas torrenciales del barranco de
Aguasensio mientras se encontraban con muchas mujeres con las que se pretendía
casar. Bentacayse sobrevivió al quedar atrapado por la pierna del tronco de un
árbol, por lo cual quedó cojo.
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La Cueva de Carías. Cantón de Tedote |
Continuamos refiriéndonos a este cantón por su importancia e
influencia en el devenir de la isla y, sobre todo, de la capital. La
intervención en la Cueva de Carías pretende verificar la existencia o ausencia
de vestigios arqueológicos. Es la primera vez que se realiza una actuación de
este tipo en profundidad en esta emblemática cavidad. El Gobierno de Canarias,
en colaboración con el ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma y el Cabildo
Insular de La Palma, realiza el primer sondeo arqueológico, ubicado en el punto
de referencia, para verificar la existencia o no de elementos esenciales en el
subsuelo. A través de catas, se pretende recuperar la historia. Sede de la
primera administración insular, el Consejo de La Palma, tras la conquista.
La Cueva de Carías se lleva reutilizando durante más de
quinientos años, de tal forma que la mayor parte de su estratigrafía
prehispánica ha desaparecido o se halla revuelta, removida, al menos en los
estratos superficiales. En el estado actual de la investigación arqueológica es
imposible saber si la cavidad cuenta, aún, con algún tipo de relleno aborigen
por lo que la única manera de conocerlo es mediante una intervención urgente en
diferentes puntos del yacimiento.
Con los datos que ofrecen las crónicas, se sitúa la cueva en
la parte alta de la margen izquierda del barranco del Río, porque no otra
cavidad reúne unas condiciones de habitabilidad tan perfecta como esta en todo
el Cantón de Tedote, además, de que está emplazada en un lugar estratégico, muy
cerca del mar, de las zonas de pasto notable, situadas en medianías, y con agua
permanente.
En el yacimiento se van a hacer cinco sondeos en diferentes
partes de la cueva, para comprobar si se conserva algo de los sedimentos
arqueológicos. Si es así, habría que realizar una excavación en extensión e
intentar extraer toda la información posible de la población benahoarita que
vivió en ella.
Las catas se darán por finalizadas una vez que se compruebe
la existencia de relleno arqueológico intacto o bien se encuentre la roca
madre.
Recordemos que la Cueva de Carías posee un gran valor
patrimonial, desde el punto de vista arqueológico e histórico, puesto que en
ella vivieron los últimos señores del Cantón de Tedote, actual Santa Cruz de La
Palma y las Breñas. Una vez, finalizada la conquista, en 1493, por Alonso
Fernández de Lugo (1456-1525), se reunió en este lugar el primer Cabildo de la
isla de La Palma, donde se dictaron las primeras leyes para el régimen recién
creado.
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Exposición de vasijas de barro. Museo |
Siguiendo una ruta arqueológica por el cantón en cuestión,
desde la cumbre hasta la costa, nos encontraremos con muchísimas sorpresas, que
nos repara un conjunto de reflexiones sobre el estado en que se halla tan
eminente legado de nuestros antepasados, pobladores de la isla, conocidos por
guanches. Mientras hacemos una exhaustiva excursión, paseo, caminata… por esos
sitios de interés conservador y cognitivo en cuanto nos referimos a grabados
rupestres, conjunto de canalillos y cazoletas, tagoror con petroglifos
geométricos y alfabetiformes, cuevas naturales de habitación o de enterramiento
con el calificativo de uso funerario, vasijas prehispánicas, restos humanos y
otros utensilios de orden culinario, cortantes y cóncavos en uno de los
extremos como domésticos y personales, de estilo bélico para la batalla…
adquirimos experiencia y ponemos en práctica el sentido crítico para enriquecer
la mente y dictaminar con determinación nuestro criterio evaluador.
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Calle Tedote. Santa Cruz de La Palma |
Ahora, no obstante, indicamos las cualidades de algunos de
esos elementos o de todos ellos, que compartieron sus efectos sociales con la
utilidad que le daban los naturales de la isla y, en general, los demás
originarios canarios. En primer lugar, resaltamos el empleo del barro para
confeccionar los cuencos y vasijas, que al ser modelados eran cocidos y
fortalecidos por la acción del fuego y darle la misión de contener los
líquidos, entre ellos el agua y la leche de las cabras que criaban, mezclándola
con el gofio, mistura o mixtura de cereales o raíces de helechos. En zonas
cercanas a cuevas habitación se han hallado petroglifos transmitiendo mensajes
en forma de signos curvos o rectos como gráficos de una transmisión de mensajes
escritos sobre losas de basalto, lo mismo que los canalillos y cazoletas, hechos
por la técnica de ejecución de picado e incisión, conjuntamente con otras
cavidades de empleo funerario, tumbas de enterramientos, dando lugar al
hallazgo de momias, restos humanos preparados para su momificación por medio
del embalsamamiento. Lo más significativo es el empleo de la piedra para la
aplicación de la misma en fines precisos de utilidad hogareña y de defensa,
aunque los primitivos hacían alarde de su habilidad de transformar restos óseos
de animales de caza en utensilios de embellecimiento de cepillado, coser,
moldear… Y se han encontrado conchas de moluscos marinos, sobre todo de lapas,
en los alrededores de los asentamientos prehistóricos o prehispánicos.
Algunos, en su totalidad, han sido destruidos para la
construcción de carretera u otras vías públicas de comunicación y por el abancalar
de las laderas para crear canteros de plátanos. Lamentablemente, los demás
yacimientos han sido prácticamente arrasados por actos vandálicos, por
expoliadores, curiosos y amantes de la arqueología. Muchas de las piezas
arqueológicas han sido recuperadas y en la actualidad forman parte de los
fondos del Museo Arqueológico Benahoarita. Santa Cruz de La Palma lo honra con
el rótulo de una calle.
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