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domingo, 7 de septiembre de 2025

LA CASA DE MI INFANCIA


    Gotas de rocío como agua de mayo

que caen todas las mañanas, muy temprano,

restregándose las pupilas soñolientas

ahondando el silencio de la tierra seca

de la inmensa llanura con los brazos abiertos,

abrazando el húmedo manto con agua fresca,

transparente elemento de efímero momento,

como el que en medio de la vida busca

una tabla que impida su naufragio.

   Aquella vieja casa que se cubre de sombras

en memoria de los sólidos instantes

bajo el sol puro y bella luz de agosto

que al calor fugaz del fuego de la existencia

permanece en pie, junto a una plaza.

   La casa de mi infancia se levanta sobre el rumor del viento

a unos pasos, en ella nací, en ella fui creciendo,

guardando secretos, palabras detrás de una ventana

con sonoros reflejos de amor y esperanza.

   Recuerdos atrapados en medio de una telaraña

furtivos pensamientos se desvanecen en oscura noche

de invierno o primavera, de tarde en tarde doloridos

y de noche en noche amamantados por mis sueños

locamente, sin mirar a quién y a dónde, sostenidos

en brazos de acordes y melodías entrelazadas con notas

en pentagramas, líneas paralelas, compases incesantes…

en otoño y en verano fabrica sentimientos con sus manos.

   Creo que la lluvia es mi amiga en lo bueno y en lo malo

porque la siento caer en las manos como suspiros,

desde aquel rincón la esperaba limpia y hermosa.

   Sin asustar el canto de los pájaros,

sin desgarrar las hojas de los árboles

me arrullo como el infante en su cuna

contemplando lo que fue y que hoy no es mío. 

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