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domingo, 7 de noviembre de 2010

MARÍA FÉLIDA DÍAZ

                              El 1 de octubre del año en curso fue galardonada con todo merecimiento María Félida Díaz, que con su coraje salvó muchas vidas en los Canarios de Fuencaliente, en el fatídico incendio que asoló la Villa de Mazo desde Tigalate hasta el pueblo de referencia, la noche del 1 de agosto del 2009. Las grandes catástrofes suceden en momentos inesperados y su poder devastador y destructivo es horrible. Sólo bastó el hacer uso de un simple altavoz para avisar a sus vecinos de la triste realidad. La megafonía accionada con el ímpetu y la solidaridad por ayudar en una madrugada de infierno empuja a los soñolientos y atormentados lugareños a la supervivencia y, por supuesto, a no lamentar ninguna desgracia humana, aunque sí hubieron cuantiosas pérdidas materiales.

                              Con la sencillez de unas bellas flores y una estatuilla, pequeña escultura, siendo la primera de este estilo concedida hasta ahora y que representa la sabiduría inmersa en un pensador que observa el infinito para mantener el sosiego, se homenajeó la decisión heroica, valiente e incondicional de Felita, como es conocida entre sus paisanos. Lo emocionante y maravilloso fueron sus palabras entrecortadas por los nervios: “Gracias… y que no pase más”.

                              Con ella se premia el valor de mujeres y hombres que de forma altruista actúan en cualquier parte del planeta para rescatar o aliviar los males de otros en situaciones límites, que arriesgando su integridad física llegan a tener un desgaste tan pronunciado, en algunas ocasiones, produciéndole la muerte. Son personas anónimas, que ponen al servicios de los demás su voluntad. Su labor muchas veces no es reconocida, porque es un don que pertenece a unos pocos privilegiados.

                              En aquella ocasión, no quepa la menor duda, la protagonista pensaría: “Señor dame la fuerza suficiente para gritar ¡fuego…, huyan…, háganlo muy deprisa…! Su esfuerzo se transforma en una orden para alejar el angustiado presagio de impotencia. Enhorabuena a todos y dejar el precedente de que la sala noble del Palacio de los Condes de Salazar de Santa Cruz de la Palma hizo honor a un acto único.

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