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domingo, 4 de noviembre de 2012

MODELISMO NAVAL


                             No voy a decir nada nuevo, sino dar mi opinión sobre la maravillosa exposición de modelismo que se está mostrando en estos días en el Palacio de Salazar de Santa Cruz de La Palma, con gran afluencia de visitantes y con una peculiar organización y ornamentación en cuatro salas, entre las dos primeras plantas del emblemático edificio. Todo un acontecimiento único, sencillo e histórico en su género. Con él recalcamos y aumentamos el conocimiento de un patrimonio universal de la marina y de distintas modalidades en su amplia diversidad.                            
                               La descripción comienza desde el momento que entra llevado por la curiosidad, despertando una expectativa de observación del más mínimo detalle. Posteriormente, surge el comentario y la comparación de hechos, situaciones y ubicación en el tiempo.
                             No quepa la menor duda, que cada uno de los elementos expuestos marcó una línea con acento y énfasis de memorándum en los países ribereños de azules y profundas aguas oceánicas. El prestigio surgió con referencia económica y con cuño de poderío en esa vía de comunicación de defensa y transporte mercantil, ocio o deportivo.
                             El conjunto se engloba en el contenido de una enciclopedia abierta para comprender mejor lo que hasta ahora se ignoraba. Se trata de mucha paciencia en el acabado y confección de la jarcia, casco, puentes, cubiertas, mástiles… Los miles de nudos dan testimonio del trabajo y de la auténtica telaraña de cabos para mover vergas, picas o velas. Es un complicadísimo puzzle de útil manejo en la navegación.
                             Sus tripulaciones audaces surcaron los anchurosos mares de una a otra orilla, caracterizándose por su admirable dominio de esos trapos sometidos a la fuerza motriz del viento, que permitían a las naves ofrecer una civilización nueva y más prometedora. Su existencia transcurrió en esas lejanas fechas sobre la movediza superficie, salpicados de sal y bañados por la caprichosa y blanca espuma.
                             Y, finalmente, deseo hacer una mención especial al gran maquetista Jaime Pérez Acosta (1934) poseedor de una gran trayectoria en la fiesta lustral de la Bajada de la Virgen de Las Nieves. Sus obras son auténticas labores de artesanía repartidas en numerosas colecciones privadas y museísticas, merecedoras de premios y distinciones por sus participaciones y calidad a las imitaciones de originales.

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