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domingo, 7 de julio de 2013

TRANSMISOR DE POEMAS


                              Desde lo más profundo de mi humilde pensamiento e intención de escribir algunas palabras, no dichas por los demás  a través de la Prensa local por el sentido fallecimiento de Luis Cobiella Cuevas (1925-2013), comienzo una sencilla crónica. Su memoria no desaparecerá fácilmente de nuestra mente, habiendo sido un mito en el desafío perenne del pulso musical, marcando sigilosamente una nueva etapa en la historia artística palmera y aportando renovados aires a la Bajada de la Virgen. Eventos esenciales y tradicionales que perpetúan un hito sin fronteras.
                             La resonancia de sus dotes intelectuales y personales vibró en las cuerdas vocales de los ecos reverberantes de su ingente sabiduría, que transfirió ansias de mejorar lo presente y crear riqueza en sus contribuciones. El ahínco de afianzar los pilares de una vocación, que se convierte en herramienta fundamental en casi toda una vida, descubre la identidad de alguien convertida en auténtica realidad con solo engrandecer lo heredado y transmitir novedosas sensaciones en obras maestras o poemas sinfónicos.
                            La inspiración en el mar circundante y dado al espejismo, esperó  que en el cristal de la brisa se dibujara el paraíso al que todos tenemos derecho tocar y creyó en la esperanza y anhelo de recibir el premio merecido de sus afanes, buscando en el recorrido de la escala del pentagrama sonoras melodías, aluvión de horas  sumergidas en el poder de sugestión de la poesía, que se convierte en virtud, pudiendo ser la síntesis y, al mismo tiempo, el arte de transformar lo cotidiano en trascendente y de elevar a la categoría de espíritu el sentir natural y humano.

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