Es imposible no contagiarse de la fidelidad y el derroche de
trabajo en beneficio de una ciudad capital tan bella y capaz de mostrar a todo
el mundo dicho galardón y que ahora nuestros regidores, pomponeándose como ave de
corral, nos quieren transmitir a bombo y platillos o como moneda de cambio para
darnos por las narices.
Monumento a qué…, a la desesperación y engaño por parte de
aquellos que han pactado, según dicen ellos todo es posible en democracia.
Seamos honrados con promesas dadas en los medios de comunicación social y que
los demás aplaudimos por esa decisión.
Se dijo a treinta metros, ya que el mamotreto desfavorecía la
mejor imagen de la entrada sur de Santa Cruz de La Palma y es la recepción de
miles de visitantes venidos en los muchos cruceros. La impotencia nos ha jugado
una mala pasada por tantos errores y por una vil traición al pueblo palmero.
Cuando le coloquen alguna placa conmemorativa, ponedle como
epitafio o descripción, la leyenda siguiente:
Aquí me hicieron,
aquí me quedo
en medio de podredumbre
y mal olor.
La ciudad llora
entre dolor y lamentos,
que con rabia maldice
a causa del mamotreto.
Monumento a qué,
unos a otros se
preguntan,
en tan bella ciudad será
holocausto a la “eme” (m)
y no más.
Lamentablemente pasemos las páginas en blanco de nuestra
historia insular para no tener un futuro revelador del desafortunado presente.
Todo lo ocurrido cabe en el marco de posibles maniobras políticas para desviar
la atención de la ciudadanía sobre una construcción de máxima importancia. No
dudo, que antes del comienzo de las obras de la nueva playa, se sabía.
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