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domingo, 22 de junio de 2014

CORPUS CHRISTI, CENTRO DE LA VIDA CRISTIANA

                              A semejanza de los planetas girando alrededor del sol, así es el Corpus Christi entre los cristianos, centro y adoración del autor de la vida. Bendito y alabado sea Jesús Sacramentado. Sea por siempre…, que nunca podré agradecerle el inmenso regalo de la compañía viva en la Eucaristía, donde se renueva la memoria de su pasión, muerte y resurrección.
                              La religiosa Santa Juliana de Mont Cornillón (1193-1258), priora de la Abadía agustina del referido lugar, promovió, en 1208, la idea de arraigar dicha expresión de gratitud, que, en 1246, se hace por primera vez en la Diócesis de Lieja (Bélgica), sin antes haber dificultades por la incredulidad científica del hecho acaecido, en 1263, al celebrarse una misa en la iglesia de la localidad de Bolsena (Italia), cuando al partir la hostia consagrada por el celebrante brotó sangre. El motivo relatado dio impulso a Urbano IV pp. (1195-1264) a instituirla, 8 de septiembre de 1264, como fiesta litúrgica y encargar al dominico Santo Tomás de Aquino (1225-1274), Doctor Angélico, preparar los textos para el Oficio y Misa propia de la jornada, que incluye himnos y secuencias (Pange Lingua). A través del Concilio de Vienne (a. 1311), Clemente V pp. (1264-1314) dictó las normas para regular el cortejo procesional en el interior de los recintos sagrados. Juan XXII pp. (1249-1334) introduce la Octava y, por último, Nicolás V pp. (1397-1455) sale por las calles de Roma, en 1447, con la Santa Forma.
                              “El cáliz de nuestra Acción de Gracias, ¿no nos une a todos en la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan” (1 Cor 10, 16-17).
                              “Dijo Jesús a los judíos, Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, el que come de este pan vivirá siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. […] Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo, no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron. El que come este pan vivirá para siempre” (Jn 6, 51-58).
                              Las palabras sobran para describir tan grande misterio de fe, fundamento de la Iglesia Católica y Apostólica. El pilar que sustenta a millones de creyentes con un solo signo sin miedos ante las demás confesiones a manifestar la Divinidad de un Dios unitario y trino en personas. Sabio en enaltecer a los humildes y en humillar a los soberbios, misericordioso en extender los brazos en la cruz para acoger los pecados de todos, saciar las necesidades de los pobres y despedir a los ricos vacíos, perdonar al que lo solicita en el sacramento de la reconciliación, desprendimiento de su condición humana para amar a sus enemigos, pastor de un único rebaño…
                              En muchos sitios de Canarias posee especial relevancia, que lo hace singular lleno de alegría, emotividad, fervor y tradición popular. En las villas de Mazo (14-01-1986) y La Orotava (16-02-1980), respectivas publicaciones en el BOE, han sido declaradas de Interés Turístico Nacional, distinción de carácter honorífico que se concede por la Secretaría General de Turismo con especial consideración a sus características etnológicas y que tengan una especial importancia como atractivo de valores culturales. En otras localidades destacan alfombras, pasillos, altares, descansos, arcos y tapices de flores, variada gama de materia prima y vegetal, brindada generosamente por la naturaleza, y sal marina, teñidas de múltiples colores, desprendiendo aromas de mar a cumbre, que embriagan la brisa y las montañas, cercanas al entorno ciudadano. Platón, filósofo griego, afirmaba que “la realidad se compone de formas que están más allá de los límites de la sensación humana y que son los modelos de todas las cosas que existen para la experiencia”. Con esta reflexión daba origen a una teoría, que defendía el pensamiento estético de que el arte imita la naturaleza.
                              La evolución de los pueblos está marcada por la existencia de rasgos, confiriendo un sello denominativo de origen y contribuyen al enriquecimiento patrimonial. Toman protagonismo en la mayoría de los acontecimientos sociales. Es una realidad palpable con la suma de voluntades y entusiasmos, reavivando la llama que alimenta una emblemática costumbre festiva. Constancia y sacrificio de forma ininterrumpida se afianza, aquí y allá, todos los años. Poseen un componente etnográfico intrínseco, de índole complejo, que resalta su importancia para dar a conocer el carácter, idiosincrasia y expresión.
                              Es maravilloso el amor de Cristo al hombre. El expreso deseo de un intercambio recíproco. Dos amores que se encuentran y crean la amistad. Alabemos al Señor presente en el Santísimo Sacramento del Altar, porque su gracia es la que nos sostiene y reanima. Nos dice San Juan Crisóstomo: “Cuando veas que está sobre el altar el Cuerpo de Cristo, di a ti mismo: por este Cuerpo, no soy ya en adelante tierra y ceniza; ya no soy cautivo, sino libre; por este Cuerpo, espero los cielos y estoy seguro de que obtendré los bienes que hay en ellos: la vida inmortal, la suerte de los apóstoles, la conversación con Jesucristo. Este es aquel Cuerpo que fue ensangrentado, traspasado con la lanza y que manó fuentes saludables, la de la sangre, la del agua para toda la tierra… Este Cuerpo se nos dio para que lo tuviéramos y comiéramos, lo cual fue de amor intenso”.
                              La Virgen fue el primer sagrario, la primera custodia, el primer templo donde el Señor se hace presente en el mundo. Cuando la Madre visitó a su prima Isabel tuvo lugar la primera procesión del Corpus. El Hijo estaba ya invisible entre los hombres en el seno de María. Ella es la fiel oyente de la Palabra que nos ayuda, que nos anima.  Es la modelo de todo adorador eucarístico.
                              La razón de nuestra existencia terrenal y futura estancia está en presencia del Altísimo, amigo incomparable, que está allí siempre para escucharnos y ofrecernos el espíritu de aliento en las horas bajas del bregar cotidiano para seguir el camino hasta la meta. Con esta ansia en nuestro interior podemos atravesar cualquier obstáculo y superar las pruebas más difíciles que tengamos.

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