La escritora Echo Chen (Sanmao) |
Regresa al mar en donde falleció su esposo, perdiendo
posteriormente el hijo concebido en sus entrañas, en silencio y sin mediar
palabra se entrega al dolor de una tragedia. Nunca su memoria se ha esfumado
como su vida en el mundo etéreo. No hay medida entre la felicidad y el final de
un tiempo amenazado por la designación fortuita de un sino. Un lugar,
Barlovento, marcado por la fatalidad de una fecha que se torna en algo
irreversible, que, hoy, se convierte en un signo para sentirnos unidos al cielo
y a la literatura por lazos de sentimientos.
Seamos realistas y construyamos lo que pudo ser y no fue por
causas incomprensibles en tan corta estancia en nuestro suelo insular. Las
circunstancias cegajosas cerraron bruscamente lo irremediable en el polvo
sereno elevándose en el viento, en lugar fresco y tomando un baño de sol, como
nos relata el poema fragmentado lleno de ilusión para concluir en pensamientos
de amor sin pasar por el trago amargo de la muerte.
A Echo Chen (1943-1991), a nivel europeo, con el seudónimo de
Sanmao, nacida en China continental se le conocía por Chen Ping. Pablo Neruda
escribió en una ocasión de que si no escalas la montaña jamás podrás disfrutar
del paisaje, lo que viene a significar que si te quedas en casa no sabes lo que
te pierdes, bueno o malo. La escritora oriental recorrió varios países y por
los avatares de la vida llegó a Canarias, abriendo un antes y un después,
siendo el último un punto de partida en desandar caminos escabrosos con fatales
resultados.
El mirador literario. Barlovento |
¿Cómo fijaremos a Sanmao en el recuerdo? Ha pasado bastantes
años desgarrados en aquel delirio romántico tan amargo por momentos
inesperados, como el oleaje que va arrojando su furia. Algunos lo hacen sobre
una alfombra de libros y teorías que les arropan y aíslan como la escafandra de
un buzo. Recibía del fondo de la tierra la savia fuerte y contagiosa, sentía en
la negrura de la noche o en el lejano titilar de las estrellas el escalofrío de
la inmensidad y del primer misterio. Sigue viva jugando con la espuma blanca de
la orilla del océano y recitando versos o redactando líneas.
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