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domingo, 26 de julio de 2015

LA TORRE DE SANTO DOMINGO

Año 1930
                              Qué interesante es ver frecuentemente esta torre campanario, prisma cuadrangular, del extinto convento dominico de San Miguel de las Victorias de Santa Cruz de La Palma cargada de historia. Bella estampa y única a lo largo de tres siglos hasta el momento presente. Día tras día, se yergue en un extremo del laurel de indias como entronizada en una peana entre el copo arbóreo y el pórtico del recinto sagrado, en medio de un magnífico atrio rematado por una escalera de basálticos peldaños, anfiteatro de ancestrales acontecimientos, acogida por las baldosas de la plaza de Santo Domingo.
                              El 13 de mayo de 1701 se inicia la construcción mirando al mar, otorgándole la categoría de fortaleza por su tipología de mirador de influencia militar, rematada con una cúpula o chapitel de mampostería decorada de azulejos, cerámica azul de Delft, buscando el esplendor producido por los destellos de luz solar proyectados sobre la brillante materia blanca. Durante el paso del tiempo se ha ido deteriorando progresivamente estas piezas de colección, casi invisibles debido a su inaccesibilidad de su emplazamiento.
                               Para los amantes del arte constituye un atractivo cultural del primer orden, que nos obliga a estudiar su origen y cuidar de su conservación. Avanzamos lentamente, pero lo hacemos con criterios fundados en unos principios de influencia flamenca. En 1513, Jacomo de Monteverde, fue el primer comerciante de tal origen, que compró tierras y aguas para hacer florecer la producción del azúcar y, así, extender un intenso comercio a Europa, dejando imborrables huellas.
                   Las piezas reseñadas son típicas de los alrededores de Delft (Holanda Meridional), Países Bajos, caracterizada por el empleo del azul y blanco pintado, generalmente, a mano. Se conocía desde el XVI y, entre 1600 y 1800, se elaboraban bajo la firma Delft Blauw, que gozó de gran popularidad en colecciones privadas de familias acaudaladas, aunque los alfareros preferían llamarlas porcelana, versión más barata de la homóloga china. No se hacía con el caolín propio de dicho proceso, sino de otro recubierto con vidriado de plomo tras pasar por el horno. Pese a todo alcanzó una gran importancia y en su momento de apogeo hubo treinta y tres fábricas en la ciudad. De todas ellas, sólo, queda actualmente la Royal Delft.
                              Consta de tres cuerpos con aperturas sin carpintería, comunicados en su interior por escaleras apoyadas de manera vertical y puerta cubierta al exterior en el primero. Sus caras sur y norte muestran en el segundo un balcón con balaustrada de madera en cada uno de ellos, mientras la del este posee dos, en las respectivas alturas. La culminación de la misma lo hacen las campanas por ambos frentes reseñados y un pequeño ventanal enrejado al lado oeste, anteriormente tapiado. Encima de los huecos alineados este y norte se hallan unos escudos nobiliarios.
                              Sabido es que el Cabildo Insular de La Palma es dueño del bien patrimonial por enajenación del cenobio religioso por motivo de la desamortización de Mendizábal en 1836 de las congregaciones eclesiásticas y a causa del adecentamiento de los bienes inmuebles por la celebración de la Bajada 2015 de Nuestra Señora de Las Nieves, Patrona de La Palma, a esta capital acometió, afortunadamente, su restauración en el mes de junio.     
                              Se ha vuelto a reponer una copia exacta de la baranda original existente en su día, que parte de ella se conserva aún. En cuanto a los colores de todos sus elementos se ha hecho conforme a las acuarelas de Juan Bautista Fierro Vandewalle (1841-1930) y Luis Pereira, además, de la fotografía publicada en 1930 por la revista Nacional Geographic.
                              El asunto como fin es promocionar la vinculación socioeconómica y urbana de Flandes con la Isla palmense, originada por los ingenios y trapiches, descubriendo un legado y llegando donde la vista no alcanza.

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