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domingo, 31 de enero de 2016

UN ARTE DECORATIVO EN LA PALMA

Calle Apurón, 22
                              La curiosidad me lleva más allá de lo que es y puede ser un simple adorno con arte y buen gusto para cumplir una misión específica en el mundo urbano. Una aldaba, según la definición académica, es una pieza articulada de metal situada en las puertas exteriores de las casas y que sirve para llamar a sus ocupantes por medio de golpes. Las hay sencillas y de bella factura, admiradas por quienes las contemplan. En nuestra ciudad muchas de ellas se repiten o son semejantes entre sí, variando en algún detalle. Los motivos son diversos y de distinta confección conforme al estilo y antigüedad del inmueble.
Calle Párraga, 9
                              Repasando la historia nos enteramos que en la Edad Media las primeras consistían en martillitos pendulares, aunque después se fueron modificando y multiplicando en formas y tamaños, siendo vulgares, típicas y más usuales las de argolla o aro de hierro en las más antiguas, unidas generalmente a una cabeza de bronce perteneciente a un león o clavo bastante grueso, destacándose en el centro de una placa circular y de estrella, como la puerta mudéjar (s. XIV) de la sacristía de los Cálices en la catedral de Sevilla, o en el vértice de un cono cuya base está sobre la madera. Suele estar facetada de cuatro caras adornadas linealmente grabada, teniendo cierta influencia árabe. Además, servían de tiradores en muchas iglesias como signo del derecho de acogida, tal como lo pedía la tradición. De tan vieja costumbre  nos lo transmite San Gregorio de Tours (538-594), autor galorromano, obispo e historiador. Con silueta del animal melenudo aludido, grifo o quimera, como de lo primero son los llamadores de la portada de la homónima hispalense de Puy-en-Vélay (s. XI), al igual de la occidental de la de Noyón (s. XIII).
Calle Pérez de Brito, 14
                              Pasando a tratar otro capítulo diremos que el referido al martillo se usó en las viviendas privadas, siendo simples los primitivos adornados con grabados a buril, existiendo preciosos ejemplares del XV, forjados y cincelados, con escudos heráldicos pintados de los colores correspondientes.
                              El tiempo transcurrido fue marcando un antes y después con incertidumbre y desazón. Un olvido progresivo y anímico, cayendo en desuso. Se conservaron en zonas rurales para advertir la presencia de alguien antes de entrar a las habitaciones. En los castillos estaban en las denominadas poternas, trasera o rincón oculto, o murallas cuando la edificación carecía de puente levadizo y, así, servían de camuflaje a los moradores.
Calle San Telmo, 32
                              Recorriendo nuestra geografía isleña se observan cientos de ellas en casonas y templos con sorprendente valor artístico y diferencia social de clases acomodadas y pobres. En la iglesia catedralicia de Bayona (Francia), hay un ejemplar muy notable con rica reminiscencia española, abundante en la península difiriendo en sus reducidas medidas, que data del XIII y persistiendo en el XIV, mostrando como el felino sujeta con la boca el metal con contorno de circunferencia.
                             Del XI es el aldabón de la arabesca portada del castillo de Daroca que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, así, también, se ve otro perteneciente al palacio de Carlos V en Granada, compuesto por dos en forma de serpentina por medio de una sujeción circular suspendida de las fauces del rey de la selva.
                              El Renacimiento produjo bellos elementos renovadores en los que se extremaron los cerrajeros y que se conocieron por llamadores. El tema más común es dos S (eses) contrapuestas y, excepcionalmente, los hubo de piedra. El de la construcción real anteriormente reseñada pertenece a este periodo de la edad moderna.
Calle Virgen de La Luz, 15
                              Llegamos a la fase del tirador curvado, cuyos extremos se abren hacia fuera por medio de abrazaderas u otros ingenios. En Ávila y en casas modestas abundan asidos a dos semicírculos, mientras en Toledo y Barcelona, menos frecuente en la ciudad condal, existen enlazados a la vieja usanza de agarraderas.
                              Es asiduo no contar con el beneplácito de lo que nuestras retinas no retienen por falta de atención. Están constantemente clamando nuestras miradas para demostrarnos unos derechos patrimoniales adquiridos por imperativos propios de unas manos, que fueron en algún tiempo histórico artífices de su creación. Fruto de la imaginación y mente de auténticos maestros de la forja en el uso de métodos tradicionales de seguimiento. La constancia y el esfuerzo son medidas incalculables de gran prestigio en el proceso de deformación del material, que se produce por la aplicación de fuerzas de compresión. 

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