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domingo, 3 de septiembre de 2017

EL FUEGO DE VERANO

El Borrachito Fogatero. Mazo
                    El verano nos abre las puertas desbordantes de sorpresas, repletas de tradiciones ancestrales, con carisma extraordinario, que año tras año, nos invitan a aquellas ocasiones  donde el fuego juega un papel fundamental en el transcurso del evento. Obviamente, en junio, sirve de elemento purificador y reparador con las hogueras de San Juan, que iluminan la noche de víspera por toda la geografía isleña. La Palma se transforma en belleza ofrecida por el inmenso resplandor lejano, reflejando el jolgorio de los corazones de miles de participantes.
                              Nos estamos refiriendo, sin más rodeo, a costumbres pueblerinas dentro del calendario festivo con gran arraigo en celebraciones populares, perdurando con altibajos a consecuencia de restricciones para afianzar la seguridad ciudadana.
Danza del Diablo. Tijarafe
                              Salta a la palestra en el marco de lo que tratamos de argumentar con énfasis y con simple intención de resaltar las mismas, las de agosto y septiembre, respectivamente, en la Villa de Mazo y Tijarafe. En el primer lugar, destacamos ‘el Borrachito y la Libélula fogateros’ por las fiestas en honor de la Virgen de los Dolores, Nuestra Señora de Lodero. Y, en el lado opuesto, noroeste de la Isla, ‘la Danza del Diablo’, que consiste en transmisión pagana para simbolizar el triunfo del bien y del mal, de su Patrona, Santa María de Candelaria, sobre las maléficas acciones del Maligno. Tanto uno y otro, conforman el programa de festejos costumbristas, siendo estelar en las respectivas madrugadas del Día principal con sabor mariano, estallando en  vistosos agasajos de pirotecnia, fantasmagóricos y luminosos destellos, al compás de las letras de animados pasacalles, envueltos en un ambiente alegre y socarrón del momento. Por su afluencia de foráneos, cada vez mayor, se han convertido en multitudinarios.
                              El complemento lo dan los llamados ‘Gigantes y Cabezudos’  y otras caprichosas figuras, que muchas se han perdido o deteriorado. Cada una tiene una historia a su espalda, pues sus rostros han sido calcos de naturales y vecinos de distintas edades y etapas. Bailan sin parar hasta que el último cartucho diga el adiós hasta la próxima ocasión. 

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