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domingo, 8 de marzo de 2020

BAJADA DE LA VIRGEN DE LAS NIEVES 2020

                               Inicio el presente trabajo, afirmando “María, ternura de Dios”, porque así lo es y se manifestó a lo largo de la vida de Jesús y de los comienzos de la Iglesia. El viernes, 7 de febrero, fue presentado el cartel anunciador de los actos religiosos de la Bajada 2020 de la Virgen de Las Nieves, muy bien sincronizado bajo la dirección de Domingo José Cabrera Benítez, en la parroquia Matriz de El Salvador de Santa Cruz de La Palma, como lo indicaba el cura párroco, José Francisco Concepción Checa.
                              Volviendo al interés prestado por el presentador del acto, que nos diría: “no como anhelan sus almas, sí como alcanzan sus vigores”, insinuando que de esa manera en 1765 el improvisado cronista reflejaba con dichas palabras la arraigada devoción a la Patrona y las ansias con las que el pueblo palmero espera su Bajada.  
                               El autor de la pintura representada, Damián Rodríguez Álvarez, dijo que con él transmitía el camino desde el Santuario del monte hasta el templo de La Encarnación, con su final en el litoral ciudadano, haciéndolo visiblemente con la presencia de las tres moradas y que en segundo plano se observan, conjuntamente con la silueta enigmática del enano, porque en todo evento importante hay un recibimiento apoteósico y no puede ser diferente a los palmeros, que se miden su ciclo vital por lustros.
                              Continuando con el relato de tal solemne ocasión, los presentes atentamente escucharon la intervención de Yolanda Arrocha Duarte, Coordinadora de Cáritas Arciprestal de esta ciudad capitalina, que nos informó de la problemática de la referida ONG en el mundo. Y, amenos fueron los intervalos musicales, que nos ofrecieron Silvia Pileño en canto y Larysa Baravik en piano, que con su presencia, soprano y pianista, deleitaron extraordinariamente la velada.
                               Pretendo acercarme a uno de los aspectos, que pudo influir en la decisión de escribir sobre la Gran Fiesta 2020, el embrujo de La Palma, contagiado por la herencia de distintas corrientes intelectuales que llegan por la necesidad de saber las vicisitudes históricas, que incidieron en la evolución de las preocupaciones pasadas y actuales  con proyección inmediata.
                                Se convierte en tradición la popularidad de una devoción mariana cuando está tan apegada al sentir de un pueblo, que deja una huella trascendente en el corazón de todos. El pensamiento de inculcar en la efigie santa de María de Las Nieves, Alcaldesa Honoraria Perpetua de cada uno de los catorce municipios, el desvelo de ofrecer lo mejor de los cultos, tanto paganos o religiosos, nos revela cual es la inmensidad de una promesa sin frontera y la esperanza de ver la luz que guía la ruta interminable a un destino en donde la mirada sin límite nos conduce al lugar estrellado de quienes poseen unos ojos ilusionados, transportados al umbral de un presente que nos marca la intransigencia temporal. Es un lenguaje entre distintas formas de ver las cosas y concebir un universo abierto a la unión de constantes manifestaciones religiosas y de un imparable latido de amor para reflejar el nuevo estilo de abrir una página en la sugerente Celebración.
                               Sé que el nombre de la Virgen palmense viaja por las venas de los isleños, tanto los que viven aquí como los que no, pregonando su grandeza espiritual en ambas orillas del azul Atlántico con el encanto de una espera, alumbrando el compás de un abrazo con lo nuestro, convirtiéndose en metáfora la participación multitudinaria.
                                 Como epílogo del acto mencionado, no podía ser mejor que la exhortación, hecha por él mismo, del obispo Nivariense, Bernardo Álvarez Afonso, para alabar el motivo del LXIX Año Lustral, en el que estamos llamados a celebrar con espíritu compartido, alegre y fraterno. Conducido por la gracia de Dios, confiando en sus promesas y animados por el testimonio de “María, ternura de Dios”, miremos el porvenir con decisión.

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