Sinceramente, deseo dar a conocer mis opiniones sobre la
libertad en todas sus facetas, libremente y sin coacción, según vayan surgiendo
en mi mente lo que guardo celosamente desde hace muchos años. No sé si a
cualquier persona le sucede lo mismo, porque a mí me apasiona y me somete a ser
más libre y comedido en mis tendencias sociales, erradicando lo adverso y
absurdo a cometer errores, ya que no consiste
en hacer lo que se quiera, entonces sería libertinaje, sino lo que se
debe con respeto a los demás, convivencia pacífica, paz y ayuda humanitaria.
Todas las cosas, sean cuales sean, tienen una finalidad,
tanto implícita como explícita. Están sujetas a unas leyes físicas naturales,
según así lo requiera. Ahí tenemos a una piedra cumpliendo con la ley de la
gravedad, las plantas y animales sujetos a un cometido de acuerdo a unos
fundamentos biológicos… sin paliativos, obedeciendo a la perfección.
En el hombre existe un concepto de libertad, que lleva hasta
el máximo peldaño de una escala de valores. Los hechos históricos nos narran episodios
por la lucha de su obtención, cuando se pierde por los motivos que sean. Ser
libre, sólo lo puede experimentar un ser humano, hombre o mujer, sin distinción
de raza, sexo, idioma o religión entre tantas otras maneras de diferenciarnos
en la vida.
Es un gran reto para la convivencia y coordinación en el
planeta. Observando el orden existente, pronto llegamos a una conclusión firme
y definitiva. De lo contrario, iríamos en dirección contraria de cualquier
principio de perfección, que distingue al hombre, en general, de la piedra,
planta y animal, que poseen necesidades, no por propia voluntad, como lo
necesita el ser humano, por ser la capacidad que tendría para hacer el bien y
por obediencia a la ley.
Es fácil tergiversar la cuantía del término por seguir los
instintos personales o de otros, que nos conducen a una esclavitud
condenatoria.
Tiene un sentido muy importante con relación hacia el otro,
porque los demás, familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos o de
diferente procedencia, también son entes con derechos y deberes, haciendo que
todo el conjunto constituyan los principios o pilares de las libertades.
No podemos ser protagonistas de nuestra propia voluntad, sin
contar con la convivencia y comportamiento. La sociedad nos impone unas normas,
que bajo la tutela y cumplimiento, cada uno debe moverse. El que abusa,
atropella o merma el fiel cumplimiento del otro es un impostor.
Señalo lo dicho por Su Santidad el papa Pío VII a Napoleón
Bonaparte: “Podréis quitarme la vida, de ella he hecho muchas veces sacrificio,
pero no podréis quitarme nunca la libertad que tengo de deciros la verdad”.
Y, también, de Miguel de Cervantes Saavedra -Don Quijote de
la Mancha- el siguiente texto: “La libertad, Sancho, es uno de los más
preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; ni el mar encubre; por la
libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida…”.
Conlleva la responsabilidad, como la capacidad y deber de
responder o de inhibir de nuestros propios actos. Somos responsables de lo que
libremente hagamos o no. Sobre todo, de aquello cuanto se haga con plena
libertad y de todo lo que se derive de dichos actos.
La ley no limita nuestra libertad, sino constituye el cauce para
respetar los derechos de los otros y hacer posible la de los demás. El miedo
cohíbe la libertad del hombre, siendo imposible la paz y convivencia.
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