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domingo, 6 de septiembre de 2020

HECHIZO DE UNA TARDE DE ENERO

                              La magia de un recital de poemas, patrocinado por la Asociación de Profesores “RAYAS”, celebrado el jueves, 28 de enero de 1999, tuvo un especial encanto en el incomparable marco del Teatro Chico de Santa Cruz de La Palma, a la memoria del poeta y escritor granadino Federico García Lorca (1898-1936), que más tarde publiqué en el matutino EL DÍA, prensa local de Santa Cruz de Tenerife, mi trabajo con fecha 2 de febrero del año en curso y referente al mismo con el título mencionado en el encabezado del presente.
                              Con secretas palabras, para transformar las voces dormidas en el tiempo de un gran maestro de la lírica, comenzó el acto organizado, que con gran acierto se fueron desgranando de los labios ávidos e ingenuos los versos y cantos con sentimientos.
                              Absorto de tan insólita visión, escuchaba atentamente, que en mi memoria quedó prendida su magia, al descubrir la sensibilidad que despertaba en la imaginación de cualquiera del público asistente, comunicando su sentido.
                              Los pequeños actores mantenían la emoción en un diálogo firme y preciso en las canciones, auténticos poemarios, que con asombrosa serenidad usaban amplios recursos expresivos.
                              El ritmo y lo admirable del espectáculo, con un especial decorado, que reflejaba la bella estampa de un patio andaluz, jugaba con el sonido y las palabras hasta llegar a descubrir el latir y el sentir poético de García Lorca.

-Suena… suena la guitarra
al temblarse las cuerdas
por unas manos gitanas,
que recuerdan Andalucía.
Es imposible callarla
cuando salen de los labios
los versos de García Lorca.
¡Calla guitarra, calla!
que se marcha aprisa
la aura callada y sola.
¡Calla guitarra… calla…!
                              
                              Poesía, escenografía y plástica se conjugaban con los sones armónicos de la guitarra, que poco a poco hablaba con arte para adentrarse en el corazón y mente de todos, convirtiendo el silencio en bulla profunda.

-No me niegues la mirada,
ilustre García Lorca,
para tu Granada amada.
Bañada de plata fina
y esculpida por luceros,
entre fuentes cristalinas.
Los trinos de ruiseñores
y agua que baja del río
dibujan con mil colores,
con luces y poderío,
la pasión de tus amores.

                              Es todo un sueño, un mundo de ilusiones que las niñas y niños, pequeños vates y protagonistas, se eleven hasta el más alto escalón de esa escalera, que los lleve al País de las Maravillas, al Mundo de Pompas de Jabón, a un Bosque Encantado… con especial visión del Universo y como no parece fácil creer lo imaginable o comentar lo imposible, el mundo lorquiano en el idioma infantil se vuelve sencillo, grandilocuente y hermoso.
                              Jamás pensé, ni siquiera un instante, que fuera a disfrutar de tan maravillosa contemplación, desatando el lazo que ata los sentimientos y depositando el alma entre el espíritu de todo lo reconocible y de aquellos que luchan por hacer la labor cada día un poco mejor.
                              Con el firme convencimiento de que todo se acaba en el interminable andar del tiempo, lo hizo el homenaje al Centenario de Federico García con apoteósico epílogo que concluyó con notas de música y palabras, en medio del embrujo teatral y de la elegante danza.

-¡Andalucía…
suspiro de la Patria Chica!
¿Por qué lloras
con llantos de una guitarra?
¡Andalucía…
suspiro de la Patria Chica!
En mañanas blancas, granas…
se convierten los poemas
de Federico García Lorca,
que son pajarillos volando
desde el corazón del poeta
para llegar a ser sueños
en un mundo de cometas.
¡Andalucía…
suspiro de la Patria Chica!
¿Por qué lloras
con llantos de una guitarra?
¡Andalucía…
suspiro de la Patria Chica!

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