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domingo, 8 de agosto de 2021

SANTA CRUZ DE LA PALMA: RINCONES CON NOMBRE (IV)

                              PLAZA SANTO DOMINGO: Una de las zonas más desconocidas de la capital de la isla, es la que comprende el entorno del que fue convento de San Miguel de las Victorias, hacia el sur de la ciudad, hoy revalorizado por las mejoras efectuadas en las calles de San Telmo y Virgen de La Luz, y en varios inmuebles de primera línea.

                              Fue rehabilitada hace pocos años, y sobre la que se levanta el mencionado recinto conventual, Este cenobio fue fundado por fray Domingo de Mendoza en 1530, el tercero de la Orden de Predicadores en Canarias, ofreciendo un amplio abanico de posibilidades para el estudio formativo en distintas disciplinas educativas al tener en posesión varias cátedras, que regentaban con prestigio y autoridad a todos cuantos se acercaban a sus dependencias. Durante mucho tiempo fue uno de los más importantes de Canarias y desde los años 60 de la pasada centuria se estableció allí el primer Instituto de La Palma, creado en 1932, una vez reformada en casi su totalidad sus dependencias religiosas, hoy bajo la denominación de su impulsor y artífice, de Enseñanza Secundaria, el diputado republicano Alonso Pérez Díaz

              Hay que reseñar, que después de la desamortización albergó distintas actividades de tipo industrial y militar como una fábrica de seda y tropas del ejército de tierra, sucediendo lo mismo en las otras fundaciones, tanto masculinas y femeninas, quedando sólo los templos y escasas estancias, que sirvieron de habitáculos a sus moradores. Los padres paúles se hicieron cargo del decoro del culto por residir en las dependencias que dan a Fernández Ferraz, en la primera mitad de la centuria, hasta la década de los años 20.

                              En la iglesia, capilla de dicho exsolar eclesiástico, actual Santo Domingo, se puede disfrutar en su interior de 6 tablas flamencas que componían un viejo retablo de pincel, atribuidas a Pierre Pourbus el Viejo; de una excelente Santa Cena, firmada por Ambrosius Francken o de un soberbio retablo barroco de columnas salomónicas, junto al homónimo de Nuestra Señora del Rosario. De la estatuaria sobresale por su alto valor artístico un San Francisco Javier, atribuido al círculo de Pedro Roldán y San Miguel Arcángel.

        Al barroco americano pertenece el lienzo de Nuestra Señora de Guadalupe y la imagen de origen cubano de Santa Catalina de Siena, que con otras provienen del vecino y desaparecido exmonasterio de las Catalinas. Y a los talleres locales, la tela de la Virgen de la Merced con San Ramón Nonato y Santa María de Cervellón, conjuntamente con las efigies de Santo Domingo de Guzmán, titular de la sagrada edificación, Santo Tomás de Aquino y Santa Rita de Casia.

                              Con portada principal de cantaría rojiza, coronada por el escudo de la Orden de Predicadores y en arco de medio punto, alfiz y capiteles góticos que desarrollan un programa iconográfico sobre el triunfo de los dominicos sobre la herejía, la iglesia, el camarín de la Virgen del Rosario, las capillas de la Portería y Capitular, esta última con una magnífica techumbre muy deteriorada, púlpito, la torre campanario y otras dependencias son las únicas piezas arquitectónicas que han quedado.

           El recinto fue reconstruido después del incendio provocado por los piratas franceses hugonotes, protestantes de doctrina calvinista durante las guerras religiosas, al mando de François Le Clerc (¿?-1563), apodado Pata de Palo. Es de una nave en forma de cruz latina, con altares laterales cubiertas de armaduras mudéjares policromadas y doradas. En él conviven estéticamente un conjunto de estilos diferentes como el Renacentista, plasmado en su arquitectura, el Barroco, presente en su entablado y columnatas y el Neoclásico representado en sus esculturas.

                              El vetusto templo dominico con reminiscencia de esplendor y por los blasones y otros motivos nobiliarios se dice habérsele convertido en un verdadero panteón de ilustres conquistadores y descubridores de las nuevas tierras, abre la puerta 3 veces al año por Semana Santa, martes, miércoles y viernes para dejar procesional la valiosa imaginería pasional. En primer lugar, el Señor de la Columna y la Virgen de la Esperanza se deben al escultor madrileño Andrés Falcón San José y, en segundo orden, las del Nazareno y la Dolorosa (La Magna), obras del imaginero orotavense Fernando Estévez del Sacramento (1788-1854), acompañadas por San Juan Evangelista de Manuel Hernández (1802-1871), llamado el Morenito, en los dos últimos días reseñados de la Semana de Pasión, celebrándose el Punto en la Plaza e integrándose en la Magna Procesión del Santo Entierro.

                 A un lado, junto a la entrada, en su interior, del centro formativo se halla la capilla del Cristo de la Portería, donde se puede contemplar una pintura mural al temple del legendario Señor homónimo del XVI, ejecutado por un fraile de dicho recinto conventual, que resulta ser la más antigua devoción al Jesús Crucificado a nivel isleño.

                              Después de observar sus alrededores de desigual interés como la casona ecléctica del Colegio de Arquitectos; la nueva construcción del Museo de Arte Contemporáneo, que contiene el Centro de Interpretación de la Bajada; edificio de las Escuelas Municipales, desaparecido colegio Sector Sur o Pérez Andreu, en cuyas dependencias se ubicó el Museo de la Educación Germán González, sobre los restos del exmonasterio femenino de monjas dominicas, y la Casa Van de Walle (siglo XVII) estamos ubicados en el exterior, en la misma plaza, con un frente sensacional de ocio y entretenimiento con una fenomenal escalinata en forma de anfiteatro y un fondo único.

               El hermoso lugar durante años fue de tierra con una fuente en el centro de piedra labrada, teniendo remodelaciones notables que han cambiado su fisonomía estructural paisajística por la década de los 50 del XX. Hace algún tiempo se ejecutó un cambio radical en su suelo, construyendo a un nivel inferior y dando a la calle Virgen de La Luz, plazas de aparcamientos administrado por el ayuntamiento.

                              Con añoranza se recuerda las celebraciones de las fiestas de La Naval y de los actos por la Bajada de Nuestra Señora de Las Nieves: carros del Minué y el alegórico a la Virgen, Danza de los Enanos y acróbatas, musicales y cantos, espectáculos de variedades y otros acontecimientos, etc.

                              Más allá del mismo origen histórico, social y cultural envuelto en la convivencia compartida por todos, apenas suponía un espacio determinado en el devenir ciudadano y, hoy, constituye un referente como punto de partida para rutas guiadas por distintos otros sitios cercanos.

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