Fue rehabilitada hace pocos años, y sobre la que se levanta
el mencionado recinto conventual, Este cenobio fue fundado por fray Domingo de
Mendoza en 1530, el tercero de la Orden de Predicadores en Canarias, ofreciendo
un amplio abanico de posibilidades para el estudio formativo en distintas
disciplinas educativas al tener en posesión varias cátedras, que regentaban con
prestigio y autoridad a todos cuantos se acercaban a sus dependencias. Durante
mucho tiempo fue uno de los más importantes de Canarias y desde los años 60 de
la pasada centuria se estableció allí el primer Instituto de La Palma, creado
en 1932, una vez reformada en casi su totalidad sus dependencias religiosas,
hoy bajo la denominación de su impulsor y artífice, de Enseñanza Secundaria, el
diputado republicano Alonso Pérez Díaz
En la iglesia, capilla de dicho exsolar eclesiástico, actual
Santo Domingo, se puede disfrutar en su interior de 6 tablas flamencas que
componían un viejo retablo de pincel, atribuidas a Pierre Pourbus el Viejo; de
una excelente Santa Cena, firmada por Ambrosius Francken o de un soberbio
retablo barroco de columnas salomónicas, junto al homónimo de Nuestra Señora
del Rosario. De la estatuaria sobresale por su alto valor artístico un San
Francisco Javier, atribuido al círculo de Pedro Roldán y San Miguel Arcángel.
Con portada principal de cantaría rojiza, coronada por el
escudo de la Orden de Predicadores y en arco de medio punto, alfiz y capiteles
góticos que desarrollan un programa iconográfico sobre el triunfo de los
dominicos sobre la herejía, la iglesia, el camarín de la Virgen del Rosario,
las capillas de la Portería y Capitular, esta última con una magnífica
techumbre muy deteriorada, púlpito, la torre campanario y otras dependencias
son las únicas piezas arquitectónicas que han quedado.
El vetusto templo dominico con reminiscencia de esplendor y
por los blasones y otros motivos nobiliarios se dice habérsele convertido en un
verdadero panteón de ilustres conquistadores y descubridores de las nuevas
tierras, abre la puerta 3 veces al año por Semana Santa, martes, miércoles y viernes
para dejar procesional la valiosa imaginería pasional. En primer lugar, el
Señor de la Columna y la Virgen de la Esperanza se deben al escultor madrileño
Andrés Falcón San José y, en segundo orden, las del Nazareno y la Dolorosa (La
Magna), obras del imaginero orotavense Fernando Estévez del Sacramento
(1788-1854), acompañadas por San Juan Evangelista de Manuel Hernández
(1802-1871), llamado el Morenito, en los dos últimos días reseñados de la
Semana de Pasión, celebrándose el Punto en la Plaza e integrándose en la Magna
Procesión del Santo Entierro.
Después de observar sus alrededores de desigual interés como
la casona ecléctica del Colegio de Arquitectos; la nueva construcción del Museo
de Arte Contemporáneo, que contiene el Centro de Interpretación de la Bajada;
edificio de las Escuelas Municipales, desaparecido colegio Sector Sur o Pérez
Andreu, en cuyas dependencias se ubicó el Museo de la Educación Germán
González, sobre los restos del exmonasterio femenino de monjas dominicas, y la
Casa Van de Walle (siglo XVII) estamos ubicados en el exterior, en la misma
plaza, con un frente sensacional de ocio y entretenimiento con una fenomenal
escalinata en forma de anfiteatro y un fondo único.
Con añoranza se recuerda las celebraciones de las fiestas de
La Naval y de los actos por la Bajada de Nuestra Señora de Las Nieves: carros
del Minué y el alegórico a la Virgen, Danza de los Enanos y acróbatas,
musicales y cantos, espectáculos de variedades y otros acontecimientos, etc.
Más allá del mismo origen histórico, social y cultural envuelto en la convivencia compartida por todos, apenas suponía un espacio determinado en el devenir ciudadano y, hoy, constituye un referente como punto de partida para rutas guiadas por distintos otros sitios cercanos.
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