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domingo, 6 de febrero de 2022

SANTA CRUZ DE LA PALMA: RINCONES CON NOMBRE (XXIV)

             CALLE ANTONIO RODRÍGUEZ LÓPEZ (EL TANQUE): La de El Tanque, a la que se le conoce por este nombre debido a la existencia de un gran tanque de agua para el regadío de plátanos, perpetúa la memoria ciudadana de lo relatado de algo, que fue característico en ella. Hoy, se le ha puesto el de Antonio Rodríguez López (1836-1901). Impulsor del mayor florecimiento teatral de La Palma. Fue profesor de Retórica y Poética en el colegio de Segunda Enseñanza Santa Catalina de esta ciudad. Periodista y director de El Time y La Causa Pública. Fue, sobre todo, poeta y dramaturgo, dejando una extensa e importante obra literaria.

                              Fue un escritor formado en su propia isla, ya que nunca salió de ella. Logró que lo considerase por sus primeras obras, Los bereberes del Rif y Tetuán por España (1881), de cierta importancia, logrando con el correr del tiempo el autor más importante y representativo que había tenido La Palma hasta ahora.

                              Autor, también, de carros alegóricos de la Bajada de la Virgen Nuestra Señora de Las Nieves, desde el primero en 1855 hasta 1915. Los últimos representados después de su muerte y así mismo del Diálogo entre el Castillo y la Nave:

CASTILLO:

Silencio… Silencio… Silencio…

El mar y el viento

suspendan a mi voz

su eterno acento…

        (pausa)

Velera Nave, que la mar surcando

a este fuerte te vienes acercando.

No prosigas tu rápido camino

sin decirme tu nombre y tu destino.

NAVE:

Castillo altivo: detener no quiera

mi rumbo hacia el Oriente tu voz fiera.

A ella, mi marcha sin parar, respondo

qué altos misterios en mi viaje esconde,

y que a mi bordo una DONCELLA PURA

conduzco de simpática hermosura,

en cuyo corazón sacro y divino

de la raza de Adán nació el destino.

[…]

      Por uno de sus poemas aparecidos en la prensa de aquel entonces, El Progreso en La Palma, obtuvo en este campo la Lira de Oro, en el certamen organizado por la Sociedad La Unión. Socio de Mérito de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, representante de las de Granada y Cádiz, cónsul de Grecia en La Palma, miembro fundador de la Real Sociedad La Cosmológica y de la Cruz Roja.

                               Su reconocimiento más notable fue en ocasión de las Fiestas Lustrales de 1900 donde fue coronado públicamente como Cantor de Benahoare, ciñéndole la cabeza con una corona de flores silvestres. El excelentísimo Ayuntamiento de la capital palmense ha perpetuado su memoria, denominando con su nombre a esta calle.

                              Él y otros miembros de su generación como Faustino Méndez Cabezola (1836-1880) y los hermanos Fernández Ferraz se conjuraron para rescatar a su tierra de la miseria y de la injusticia social, difundiendo el pensamiento liberal, impulsando su desarrollo económico y promoviendo la cultura.

        Justo al doblar el umbral del siglo XX, Rodríguez López dejó este mundo. Había dedicado buena parte de su vida a luchar por encauzar a su Isla en la senda del progreso moral y material, con el fin de mejorar la suerte de sus habitantes. Nunca cejó en ese empeño. Siempre pensó que alcanzar el grado máximo de perfectibilidad en la Tierra, la civilización era el paso previo, para que el hombre se ganase el Cielo, en el que creyó.

                              Discurre en paralelo a la de Baltasar Martín, teniendo el convento franciscano por medio, convergen en el Velachero. Parece ser, que esta tiene más actividad que la otra por tener unas peculiaridades distintas a causa del desarrollo urbanístico. Forman parte, una y otra, de un conjunto monumental, patrimonio histórico y social, porque hay mucho que transmitir a generaciones deseosas de aprender de sus antepasados.

                              Permanece inmutable al paso del tiempo. No nos deja de sorprender, por lo que uno se encuentra a cada paso dado, y la historia que mana. Ascendemos desde la Alameda, recientemente remodelada, a los pies de la Cruz del Tercero.

      Caminar por ella es una experiencia única de observación y vivencias compartidas. Los vecinos haciendo gala de la unión y vínculo entre ellos, verdadero sentimiento de cariño a lo nuestro, a nuestra cultura y tradiciones, siguen conservando el espíritu del enrame de los cruceros.

                              Los mayos, muñecos de trapo, toman esta calle para homenajear a vecinos significativos del barrio. Reflejar la actualidad e incluso para hacer crítica social, pero siempre con un toque de humor.

      Para elaborarlos se empieza semanas antes, cuidándose hasta el último detalle en el dibujo del rostro, la temática y el enderezo de los mismos, así para apreciar esta labor colectiva y voluntaria de los residentes, nada mejor que compartir la amistad y tertulia, como el buen momento de esta tradición, que se remonta a principio del siglo XIX.

                              Con la celebración del Día de la Cruz, se da paso a las fiestas de mayo en la ciudad. Llenas de actos cívicos y religiosos, concursos, culturales y musicales. Lo de menos será quién se lleve los premios de diferentes categorías, a la mejor cruz o motivo alegórico. Lo importante es poder regresar a la calle y mantener la tradición centenaria.

                              Llegamos a la ubicación del CEIP José Pérez Vidal (1907-1990), está construido en lo que era el huerto conventual, siendo un centro público, llamado desde su creación como Grupo Escolar Sector Norte.

    Dentro del programa de actos conmemorativos del Primer Centenario del nacimiento del filólogo y etnógrafo palmero, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y conservador del Museo del Pueblo Español, el 30 de diciembre de 2007, se inauguró el mural cerámico dedicado a su persona, instalado en la casa natal y en la fachada de la homóloga de Tedote, e inspirado en los antiguos carteles publicitarios de cerámica que decoraban los paños vacíos de las paredes medianeras. La obra, costeada por el Excelentísimo Cabildo Insular de La Palma, depositario del legado bibliográfico y archivístico donado a la isla por el notable polígrafo, fue diseñado a partir del cuadro del escritor y pintor local Anelio Rodríguez Concepción (1963), titulado Mar y ejecutado por la empresa Cerámicas Abora. Sobre un paisaje marítimo en el que aflora el sol naciente al fondo, se incluyó un poema del referido personaje biografiado publicado en la revista canaria de vanguardia La Rosa de los vientos (1928), que constituye una de las composiciones más bellas que sobre el simbolismo del mar se han escrito en las islas:

El barquero:

Barquero, amigo barquero,

llévame al mar en tu barca,

que está mi barquita rota

y yo me acabo en la playa.

Toda la mar hoy es verde.

Quiero ir donde tú vayas:

a la mar de las tormentas

o a la mar de las bonanzas;

no me alegra el que sea buena

ni me aflige el que sea mala:

quiero la mar ¡la que sea!

que yo me muero en la playa.

¡Barquero, amigo barquero,

llévame al mar en tu barca!

                              Culminamos, por fin, el ascenso, habiendo alcanzado la Casa Grande, como se conoce por los vecinos. Se trata de un centenario caserón de seis grandes ventanas con medianos acristalados y puerta en el centro, de una sola planta, con zaguán y rígidas líneas arquitectónicas, comunicando el exterior con lo habitable del inmueble, sin embargo, con su sencillo estilo canario destaca con respecto a las otras viviendas.

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