Fue un escritor formado en su propia isla, ya que nunca salió
de ella. Logró que lo considerase por sus primeras obras, Los bereberes del Rif
y Tetuán por España (1881), de cierta importancia, logrando con el correr del
tiempo el autor más importante y representativo que había tenido La Palma hasta
ahora.
Autor, también, de carros alegóricos de la Bajada de la
Virgen Nuestra Señora de Las Nieves, desde el primero en 1855 hasta 1915. Los
últimos representados después de su muerte y así mismo del Diálogo entre el
Castillo y la Nave:
CASTILLO:
Silencio… Silencio… Silencio…
El mar y el viento
suspendan a mi voz
su eterno acento…
(pausa)
Velera Nave, que la mar surcando
a este fuerte te vienes acercando.
No prosigas tu rápido camino
sin decirme tu nombre y tu destino.
NAVE:
Castillo altivo: detener no quiera
mi rumbo hacia el Oriente tu voz fiera.
A ella, mi marcha sin parar, respondo
qué altos misterios en mi viaje esconde,
y que a mi bordo una DONCELLA PURA
conduzco de simpática hermosura,
en cuyo corazón sacro y divino
de la raza de Adán nació el destino.
[…]
Su reconocimiento más notable fue en ocasión de las Fiestas
Lustrales de 1900 donde fue coronado públicamente como Cantor de Benahoare,
ciñéndole la cabeza con una corona de flores silvestres. El excelentísimo
Ayuntamiento de la capital palmense ha perpetuado su memoria, denominando con
su nombre a esta calle.
Él y otros miembros de su generación como Faustino Méndez
Cabezola (1836-1880) y los hermanos Fernández Ferraz se conjuraron para
rescatar a su tierra de la miseria y de la injusticia social, difundiendo el
pensamiento liberal, impulsando su desarrollo económico y promoviendo la
cultura.
Discurre en paralelo a la de Baltasar Martín, teniendo el
convento franciscano por medio, convergen en el Velachero. Parece ser, que esta
tiene más actividad que la otra por tener unas peculiaridades distintas a causa
del desarrollo urbanístico. Forman parte, una y otra, de un conjunto
monumental, patrimonio histórico y social, porque hay mucho que transmitir a
generaciones deseosas de aprender de sus antepasados.
Permanece inmutable al paso del tiempo. No nos deja de
sorprender, por lo que uno se encuentra a cada paso dado, y la historia que
mana. Ascendemos desde la Alameda, recientemente remodelada, a los pies de la
Cruz del Tercero.
Los mayos, muñecos de trapo, toman esta calle para homenajear
a vecinos significativos del barrio. Reflejar la actualidad e incluso para
hacer crítica social, pero siempre con un toque de humor.
Con la celebración del Día de la Cruz, se da paso a las
fiestas de mayo en la ciudad. Llenas de actos cívicos y religiosos, concursos,
culturales y musicales. Lo de menos será quién se lleve los premios de
diferentes categorías, a la mejor cruz o motivo alegórico. Lo importante es
poder regresar a la calle y mantener la tradición centenaria.
Llegamos a la ubicación del CEIP José Pérez Vidal
(1907-1990), está construido en lo que era el huerto conventual, siendo un
centro público, llamado desde su creación como Grupo Escolar Sector Norte.
El barquero:
Barquero, amigo barquero,
llévame al mar en tu barca,
que está mi barquita rota
y yo me acabo en la playa.
Toda la mar hoy es verde.
Quiero ir donde tú vayas:
a la mar de las tormentas
o a la mar de las bonanzas;
no me alegra el que sea buena
ni me aflige el que sea mala:
quiero la mar ¡la que sea!
que yo me muero en la playa.
¡Barquero, amigo barquero,
llévame al mar en tu barca!
Culminamos, por fin, el ascenso, habiendo alcanzado la Casa Grande, como se conoce por los vecinos. Se trata de un centenario caserón de seis grandes ventanas con medianos acristalados y puerta en el centro, de una sola planta, con zaguán y rígidas líneas arquitectónicas, comunicando el exterior con lo habitable del inmueble, sin embargo, con su sencillo estilo canario destaca con respecto a las otras viviendas.
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