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domingo, 13 de febrero de 2022

SANTA CRUZ DE LA PALMA: RINCONES CON NOMBRE (XXV)

       PLAZA SAN FERNANDO: Entre las características que tiene este emblemático rincón de nuestra ciudad, destacamos, que desde aquí se suelen preparar muchas rutas y tramos todos los días del año. Posee una amplia área digna de mencionar. Los transeúntes de esta zona en repetidas ocasiones, también, pasan al otro lado del barranco de Las Nieves para seguir caminando a otros sitios con la intención de comprar en un entorno comercial bien nutrido de una gama de comercios. Independientemente de todo lo dicho anteriormente, el tráfico no es muy denso, motivado por una razón muy sencilla, ser casi peatonal, que resulta interesante.

                              Popularmente se conoce con el apelativo de La Explanada, situada cerca del Barco y del Castillo de la Virgen, símbolos lustrales, de las fiestas de la Bajada de Nuestra Señora de Las Nieves desde su Real Santuario del Monte. Con libre albedrío, como diría el poeta, podemos observar tranquilamente y sentir la brisa embriagadora del mar. Un sitio donde coger aire fresco y, sobre todo, poder disfrutar de la tranquilidad palmera. En el jardín de la misma, se enclava la parte norte, está situada una escultura de piedra.

  Estando en el epicentro del entorno histórico, nos hallamos frente a la Portada Norte, entre esta y Maldonado, desde donde parte una escalera como acceso a la Encarnación, extrarradio del callejero santacrucero, constituyendo un tesoro olvidado casi durante 96 años, que pasado 35, después del grave incendio causado por la marinería del corsario francés François Le Clerc (¿?-1563), apodado Jambe de Bois, Pata de Palo, en 1553, asedio que duró 10 días, se decide por parte de los legisladores isleños cerrar la ciudad, amurallándola, tanto por el norte, como por el sur, con el único fin de evitar posteriores invasiones piráticas.

                              Estaba construida de piedra negra o de cantería con tres escudos en la parte superior del portal, dintel, que servía de entrada o salida, según lo necesitara el viandante. Esos escudos eran el del Reino de Castilla, San Miguel de La Palma y Gobernador Fonseca, que se conservan en la Real Sociedad La Cosmológica.

                              Sobre la portada, un puesto de guardia y en su lateral derecho una cruz que bendecía a todo aquel que llegaba o partía por los angostos Caminos Reales y, además, hacía alusión al nombre de la Villa del Apurón, como posteriormente fue denominada la Muy Leal y Noble Ciudad de Santa Cruz de La Palma. La puerta, al igual que la homónima del extremo sur, se abría o cerraba a toque de campana de 9 a 21 horas, generalmente, aunque la franja horaria era flexible según fuera la estación del año.

   En 1923, debido al crecimiento demográfico, se decidió ampliar la carretera del norte de La Palma (LP-1), por lo que, tanto la portada, parte de la muralla y la cruz fueron eliminadas. Lo curioso de esta historia, a fecha de hoy, es que el nicho del madero continúa en pie, la muralla original se conserva y el castillo de la Santa Cruz del Barrio sigue firme, sin que nadie haya tomado las medidas necesarias para el embellecimiento y bagaje que posee.

                              Es un lugar privilegiado para hacer camino en el tiempo. Lo decía Antonio Machado (1875-1939), en “la vida se hace camino al andar”, y para transitar con sentido en esta vida, todos caminamos al paso de prioridades esenciales.

                              La muralla norte de sillería de la antigua Villa del Apurón rematada junto al fuerte, se extendía desde el castillo a las Dehesas y hacia su mitad se abría la puerta de comunicación, antes descrita, formada por un gran arco adintelado sostenido por pilares de piedra.

        Las murallas y fortalezas evidentemente no constituyen en nuestros días un elemento defensivo, ni siquiera cumplen en muchos casos su función de deslindar el campo ciudadano, por lo que han perdido su antiguo uso, sin embargo, se impone su recuperación, no, sólo, por la importancia que como patrimonio arquitectónico tienen en sí, ya que las primeras forman parte de nuestra memoria histórica, sino para dotarlas de un nuevo empleo. La cuestión se puede abordar, por lo tanto, desde dos perspectivas, “conservar y restaurar para usar” y/o “conservar y restaurar para contemplar”.

                              La capital desarrolló una gran actividad comercial, canalizada por su propio puerto, que significó un importante crecimiento económico. Esto trajo como consecuencia la acumulación de un notable patrimonio, tanto arquitectónico como artístico, que la hace destacar como una de las ciudades del archipiélago con más riqueza en ese sentido.

                              El casco histórico se encuentra encajonado entre el risco de La Concepción y el barranco de Las Nieves, entre el borde marítimo y la accidentada orografía a su espalda, y se sitúa prácticamente a nivel del mar, discurriendo de cumbre a costa, y que da lugar a los diferentes barrios.

    Carlos V autorizó en el año 1558 al ingeniero, arquitecto e historiador italiano Leonardo Torriani (1560-1628), que además fue geógrafo y cartógrafo militar, a proyectar su trazado y éste se construyó en varias etapas. En el plano de Torriani destacan cuatro plazas (España, Muelle, Borrero y La Alameda) al igual que las explanadas conventuales de Santo Domingo y San Francisco, iglesia de El salvador, hospital de Nuestra Señora de los Dolores, muelle y las fortificaciones de Santa Catalina y Santa Cruz del Barrio o Fuerte del Barrio del Cabo. El levantamiento fortificado en cuestión fue causado por el vacío existente en este lado, entre la batería del Carmen y el castillo de Santa Catalina.

                              Construido en prevención de un desembarco por el costado norte, donde había una playa con abrigo y un camino que conducía al núcleo urbano, con la pretensión de completar una línea defensiva. Mandado a edificar por el Gobernador de Tenerife y La Palma, Juan Álvarez Fonseca, al igual que las otras obras anejas antes mencionadas, en una fecha, que según el profesor Rumeu se puede situar en la segunda etapa de su mando en Canarias, que se extiende entre 1579 y 1582, las obras fueron costeadas por los vecinos mediante repartimientos y se llevaron a feliz término con rapidez.

                              Estaba constituido por un pequeño torreón de planta pentagonal, todo terraplenado y cuyo acceso se hacía por intermedio de la muralla. Era de sillería y su plataforma estaba enlosada y con su pretil correspondiente.

  Después de presentar una situación deplorable, producto de los efectos naturales, que se mantuvo durante centurias, concibió un estado de ruina hasta alcanzar la actualidad con una configuración distinta. En enero de 1924 se declaró inadecuado para el servicio y en junio de 1946 fue cedido en usufructo al Ministerio de Obras Públicas, quien lo destinó a almacén de materiales, hasta que fuera vendido.

                              Para dar el broche final tenemos que abrir la memoria de un pasado no muy lejano, profundizar en su raíz y catapultar nuestras ansias de descubrir lo que sucedió en un momento determinado:

                              La batería de Jacques de Bier o de San Roque fue levantada por el capitán Jacques de Bier, de ahí el nombre de “Fuerte de Jacques”. Cerca del sitio de referencia había unas puertas para el paso al camino de Puntallana o de Maldonado. Sin duda, algún desembarco enemigo hecho en la playa bordeada por ese camino, demostró la necesidad de construir una nueva fortificación para la defensa de dicho paraje.

                              Parece probable que fue sustituida por otra de mejor trazado, mejor vista y menos batida y con mejor campo de tiro. El 19 de octubre de 1906 y por orden del Excmo. Sr. Capitán General de Canarias fue entregada en usufructo a Antonio López Anca.

        En el barranco de Maldonado y situada más abajo, que la anterior, se erigió en 1573, la batería de Nuestra Señora del Carmen, ocupando una superficie de 468 metros cuadrados. Tenía forma semicircular cerrada, siendo curvas las líneas de fuego en todo el frente marítimo.

                              Por circular de 29 de julio de 1892 y Real Orden de 24 de mayo de 1893 se propuso su enajenación, y por Real Orden de 2 de enero de 1924 se declaró inadecuada para los servicios del Ejército, pasando a depender en 1936 del Ministerio de Hacienda.

                              Damos por acabado el presente rincón con nombre, documentado con rigor, valiéndonos de una pequeña recopilación, que dice:

  “La historiografía canaria ha centrado preferentemente su atención sobre la historia de las islas centrales, Gran Canaria y Tenerife, mientras que el resto de las islas han quedado olvidadas. A pesar de los esfuerzos en estos últimos años, no se ha conseguido un avance sustancial que las equipare a las dos primeras. El aliento imprescindible de la investigación propicia poner de relieve el papel desempeñado por la Palma en el contexto de la historia de nuestro Archipiélago.

                              Se pretende acercarse a uno de los aspectos más fundamentales en el devenir histórico de la Isla, en clara conexión tanto con su ubicación geográfica como a su evolución económica y comercial, que la ha vinculado estrechamente a Europa y América. Esta misma situación la hizo víctima en numerosas ocasiones de la codicia de los corsarios y piratas que infectaban las rutas atlánticas. Por ello la preocupación por la defensa estuvo siempre presente en la mente de los palmeros y quedó reflejada en las fortalezas de sus costas y muy especialmente en las playas de Santa Cruz de La Palma, objeto principal de lo tratado y de mi intención”.

          BIBLIOGRAFÍA: Historia de las Fortificaciones de la isla de La Palma. José Manuel Castellano Gil (1960), Francisco Javier Macías Martín (1960) y José Juan Suárez Acosta (1963). Premio de Investigación Histórica Juan Bautista Lorenzo Rodríguez (1841-1908). 1990. Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma. Centro de la Cultura Popular Canaria (CCPC). Abril, 1991.

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