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domingo, 24 de abril de 2022

SANTA CRUZ DE LA PALMA: RINCONES CON NOMBRE (XXXIII)

     PARROQUIA MATRIZ DE EL SALVADOR: Cuando pensamos en el templo principal de nuestra ciudad lo primero que se nos viene a la mente es un gran templo. Y, efectivamente, lo es, que nos evoca la presencia de Dios entre nosotros, nos facilita el encuentro con Él que es nuestro creador, el redentor y quien nos guía y acompaña en nuestro caminar diario. Así decimos que es un lugar sagrado, templo vivo, iglesia viva que nos acoge, nos congrega y nos envía.

                              Es el monumento más importante de nuestra capital. No sencillamente indicativo de una o varias etapas de la historia del tiempo pasado, no está anclado en siglos anteriores, sino que es un edificio vivo, que ha ido haciéndose, que se va acrecentando en diferentes épocas, tiene pasado, presente y futuro. Esta realidad, queda muy patente, muy bien documentada y muy bien expresada en su continente y contenido.

      Hasta aquí es lo que tenemos hecho y hemos de estar ciertamente muy agradecidos a las personas y las instituciones que, a lo largo de los años y los siglos, han querido hacer un buen solar para la expresión y cuidado de la fe cristiana y un magnífico monumento patrimonial para nuestro pueblo. Han sido numerosos los medios como arquitectos, por ejemplo, que han creído en la continuidad y han trabajado por el mismo, salvando las dificultades de cada momento, que habrán sido muchas.

                              El Salvador es un edificio vivo y en cada momento hemos de aportar algo o mucho de lo necesario, de lo imprescindible para su conservación y belleza. Los distintos aspectos arquitectónicos nos dan una luz enorme para admirar, la gran armonía que posee esta construcción, que hacen sea un inmueble único y que comprendamos muy exactamente, su presente y su futuro.

                              De su vida relevante es la historia del edificio, no lo es menos el papel que hoy desempeña en la vida de Santa Cruz de La Palma. Por sus actividades litúrgicas está en el centro de la vida religiosa de la Diócesis, de modo que algunos acontecimientos como la Semana Santa y sus procesiones, la convierten en el hito en torno al cual se produce el movimiento urbano. Ordena el paseo de los turistas y mueve por ello numerosos grupos de personas. Acoge hechos culturales que atraen a cientos de visitantes. Es un recinto sagrado lleno de actividades.

    De su finalidad es, también, una construcción llena de vida en otro sentido fundamental. Siempre se utilizó para lo mismo, para rezar, sin que desde entonces se haya abandonado este uso. Es pues un ente vivo, no un resto, ni una edificación abandonada o precisada de restauración por haber sufrido algún destrozo climatológico o antrópico.

                              De su unidad que es otra característica, aunque la construcción se produjo principalmente en etapas bien distintas y de la mano de tantos artistas, y fue entendido de forma diferente en cada época, ha llegado a nosotros con una unidad formal infrecuente a este tipo de monumentos.

                              De su altura, otro rasgo a tener en cuenta como identificación del mismo, cuando se planteó construir una auténtica “fortaleza de la Fe” y de ese modo la continuaron levantando una metáfora del “Palacio Celestial”.

                              De su extensión, aunque sin el valor caracterológico que tienen los apartados hasta aquí recogidos, es oportuno señalar la variedad de espacios que componen la parroquia como otra de sus señas de identidad, en los que se produce gran parte de la vida asociada a la liturgia y a la visita del complejo artístico patrimonial.

            De su historia narramos sus orígenes. Tras haber edificado la ermita de la Encarnación para poder llevar a cabo la labor pastoral, los conquistadores de la isla pronto la sustituyeron por un templo más importante, al que llamaron parroquia de El Salvador. En un principio se construyó un recinto de una sola nave, que con el tiempo se fue agrandando, aunque se desconoce la fecha exacta de su construcción, se cree que ésta tuvo lugar entre el año 1494 y el 1500.

                              Es, en su configuración actual, fruto de varias reformas y ampliaciones que terminaron por conformar su planta basilical, de tres naves separadas entre sí por arquería, de fuste liso y arcos de medio punto, que descansan sobre soportes de orden toscano, cubiertas por techumbres de estilo mudéjar, que les dan un aire arabesco.

                              Consta de cinco fachadas distintas, debido al trazado urbano de su contorno, agregados y otros acometidos, plaza, Van de Walle, Pérez Volcán, A. (Adolfo) Cabrera Pinto y Real, pero nos fijamos en la principal (ca. 1585), hacia el sur, frente a la plaza de España, elaborada en cantería gomera, que se ordena a partir de sendos pedestales laterales sobre los que se apoyan dos pares de columnas de capitel corintio que, a su vez, sostiene un frontón triangular, de cuyos vértices parten pilastras de orden dórico coronadas a los lados por jarrones y, al centro, por la imagen en mármol de El Salvador del Mundo. Su remate curvilíneo se adentra en los postulados manieristas. A ambos lados se halla un par de gárgolas con finalización grotesca, completando un marco único, cuyas inscripciones están deterioradas. Es una evocación clásica de un arco de triunfo de Cristo y su Iglesia.

          De su característica interior, modificada en sucesivas reformas, merecen destacarse las decoraciones de la bóveda de la cabecera, ejecutadas por el pintor madrileño, afincado en el barrio de San Sebastián de esta capital, Ubaldo Bordanova Moreno (1866-1909), entre 1895 y 1897, y el retablo mayor, inspirado en el modelo de arco de triunfo de la portada renacentista, con lienzo central del sevillano Antonio María Esquivel y Suárez de Urbina (1806-1857). Continuamos con la mesa del altar y tabernáculo eucarístico con dos ángeles turiferarios de Fernando Estévez y de otros dos en la parte alta del retablo. Los retablos de las capillas laterales, compuestos por el presbítero y arquitecto Joaquín Martín de Justa (1784-1842), firme representante del academicismo, se inspiran en la misma portada, albergando, el del Evangelio, el conjunto de Semana Santa del Señor del Perdón y Lágrimas de San Pedro, y, el de la Epístola, la Virgen del Carmen, todas ellas esculturas del imaginero orotavense Fernando Estévez de Salas (1788-1854). En las naves extremas, las otras dos capillas laterales contienen sendos retablos gemelos, diseñados por el nombrado Martín de Justa. El del lado izquierdo, lo preside la imagen de San Juan Bautista adscrita al círculo de Juan Martínez de Montañés (1568-1649) y, el del lado derecho, el grupo del Calvario, compuesto por el Cristo de los Mulatos, importado de los Países Bajos, Nuestra Señora de los Dolores y San Juan Evangelista, imágenes de candelero, salidas de talleres locales. Entre los elementos góticos, sobresale la bóveda de la sacristía, entre los elementos renacentistas, la pila bautismal de mármol blanco de carrara y, entre los elementos barrocos, los dos retablos de las respectivas naves, púlpito y coro. Al fondo de la iglesia, entre el coro bajo y los pórticos, están dos hornacinas que guardan dos valiosas imágenes policromadas del Sagrado Corazón de Jesús y de La Milagrosa, efigies devocionales de los hermanos/as paules, vestigios de su estancia en nuestra ciudad, para unos una veintena de años y para los otros algo más de un siglo.

                              El silencio se rompe con la contemplación del punto álgido de la Pasión del Señor, cuando nos referimos a la mortaja de Jesucristo, representada en el Cristo del Clavo, cuyo autor es el malagueño Francisco Palma Burgos (1918-1985). A la escena clamorosa surge la presencia inconfundible de las Mujeres de Jerusalén, Las Tres Marías, María la de Cleofá, María la de Salomé y María la Magdalena. Composición magistral de los tres estados de dolor mostrados por cada una de ellas, según la idea y obra del escultor palmero DOMINGO CABRERA, Domingo José Cabrera Benítez (1971).

     De su globalización con el entorno externo se acomoda al espacio disponible para adaptarse a la nueva distribución presencial, donde convergen las esferas representativas del poder político, religioso y alta burguesía. No dudamos decir, que Manuel Díaz Hernández (1774-1863), Señor Díaz, fue beneficiado del templo en cuestión, siendo el principal promotor de la actual estructura neoclásica.

                              Las escalinatas que dan acceso al solar sacro están construidas con cantería gomera, al igual que la fachada, por los canteros Juan Rivero y Pedro Álvarez.

                              En el extremo oriental encontramos la torre campanario, que aloja la sacristía edificada con piedra negra o volcánica y data del siglo XVI. Posee cuatro campanas: La Grande o “de fuego”, usada para avisar de incendios; La Pata Cabra, procedente de Cuba; La Verde, obsequio de Felipe Massieu y Tello de Eslava y La Nueva, donada por Monteverde y Brier. Y, por último, la esquila, donada por el marqués de Guisla-Ghiseliu.

                              De su acogida, cada cinco años, durante las Fiestas Lustrales de la Bajada de la Virgen, acoge durante casi un mes la imagen de Las Nieves, Patrona de la isla de La Palma.

      De su adversidad tenemos un hecho no constatado, pero de sabiduría popular, que es el incendio sufrido en 1553 del pirata galo François Le Clerc (¿?-1563), más conocido como Pata de Palo. Muchos documentos han desmentido dicho hecho.

             El lunes, 1 de abril de 2013, sufrió un conato de incendio por medio de un hombre de origen rumano, motivado por trastornos mentales que le llevaron a tal decisión de prender fuego a la puerta principal, rociando previamente la madera con un líquido inflamable, causando una gran alarma a las personas que pasaban en esos momentos de la mañana, camino de sus deberes cotidianos. Afortunadamente, la pronta intervención del cuerpo de bomberos evitó su propagación.

                              De su constancia notifico la posesión de un gran archivo documental de consulta para todos los estudiosos e investigadores. No habrá dificultad de hacerlo, una vez solicitada su visita. Hace alarde, sin condición de lucro, de un amplio y rico contingente de prendas, textiles y materiales de culto, vestuario de imágenes, ornamentales y de otros usos, como los pertenecientes a las distintas hermandades y cofradías, ubicadas en su jurisdicción, para ser efectiva su presencia como propiedad en el tiempo y espacio, disfrutando de la Cuaresma, Bajada Lustral, Día de la Cruz, Corpus Christi, Navidad y otros eventos de rango popular y religioso.

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