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domingo, 8 de enero de 2023

HISTORIA DE LAS ALDABAS

Avenida El Puente, 7
           Dando un paseo por Santa Cruz de La Palma, ciudad llena de sorpresas por todos los rincones de su entorno urbano, con mi cámara de fotos colgada alrededor de mi cuello, haciendo un reportaje documental por el antiguo Casco Histórico, observando a un lado u otro de las calles, disparando el dispositivo fotográfico con precisión a lo que me interesaba obtener y plasmar en un álbum, que sería celosamente custodiado, ya que mi intención giró en torno a las aldabas, viejos llamadores de metal que muchas puertas de viviendas u otros entes civiles y religiosos lucían mucho antes de que existieran los timbres o porteros.

                              Durante siglos fue, sin duda, un símbolo de distinción de tal forma, que existía un refrán en español que decía “A tal casa tal aldaba” refiriéndose por completo a términos de clase social y poder de los moradores donde se encontraban. Así mismo el proverbio “tener buenas aldabas” significaba que la familia contaba con el beneplácito de amistades cuya influencia les podían aportar distintos privilegios.

Calle Álvarez de Abreu, 17
         Cuando visitamos los cascos antiguos de las distintas poblaciones podemos reparar en elementos colocados en las puertas de entrada a casas que, aunque en su momento proliferaban e incluso servían de referentes para distinguir a las mismas de mayor o menor alcurnia, tenían una funcionalidad necesaria. Elementos que han ido desapareciendo, poco a poco, por aquello del avance de la tecnología pero que, aún hoy, quedan vestigios que ahora sí tienen el carácter puramente ornamental. Reparar en ello y valorar el arte y significado que tienen es un juego divertido para quienes nos gusta pasear exprimiendo visualmente todo lo que encontramos a nuestro paso.

                              Una aldaba, picaporte o llamador es una pieza articulada de metal, que suele de estar fabricada en diversos materiales de fundición, tales como hierro forjado, bronce o latón y sirve para llamar por medio de golpes.

                              Proviene del árabe andalusí “ad-dabbah; a su vez picaporte se deriva del vocablo catalán “picaportes” y llamador del latín “clamator”. Como suenan demasiado bien las palabras castellanas de origen árabe, quizás por la abundancia de vocales, prefiero referirme a las “aldabas”.

Calle Garachico, 6
            Las primeras en la Edad Media consistían en martillitos suspendidos de las hojas de las puertas por la parte exterior. La forma más típica, más usual y más antigua es la de argolla o aro, de hierro en las primigenias, unidas a una cabeza de bronce. Se golpeaba sobre un clavo bastante grueso. Servían como tiradores y en las puertas de algunas construcciones eclesiásticas eran un signo de asilo.

                             En España se conservan todavía muchos ejemplos en puertas de templos y de casas señoriales con notabilísimos estilos de aldabas y aldabones, bastantes de valor artístico. La forma más lejana en el tiempo fue la de argolla suspendida bien de una anilla o bien de una cabeza de león o grifo que se destaca en el centro de una placa circular o en el vértice de un cono, cuya base está encima de la madera.

                              La argolla suele estar facetada de cuatro caras adornadas con trabajo lineal que se repite, generalmente, en el disco. Se descubre en todas, los caracteres de una influencia árabe. El Renacimiento produjo bellos llamadores, en cuya composición se esmeraron en mostrar los cerraderos.

Calle San Sebastián, 4
        Me ha intrigado el origen y evolución que tuvo este elemento y, por supuesto, descubro que me encuentro ante un paréntesis prácticamente vacío de contenido. Muchos son los documentos o estudios que podemos hallar, relativo a los patrimonios de las urbes y sus principios más característicos, pero ninguno aparece referido al que ahora nos ocupa, lo que sin duda pone leña en el asunto de las interrogantes que nos inquietan, tanto como para atrevernos a conocer algo más y recorrer nuestra propia ciudad para informarnos de la imagen de todas las variantes que se detectan, en la cada vez menos casas que mantienen esta decoración, por aquello de que el paso del tiempo ha supuesto que se fueran quitando tras las restauraciones o por su deterioro.

                              Su principio se remonta a la Antigüedad, pero no será hasta el XIII, cuando comienzan a tener cierta relevancia artística. A partir de esos comienzos y en especial desde el XIV, empiezan a extenderse en domicilios privados, palacios, catedrales e iglesias y, paulatinamente, la decoración y las formas diversas se imponen, dotándolo no solo de su función práctica, sino, también, ornamental.

                              Manifiesto mi respeto a su historia, que hoy tiene un claro tinte decorativo y ornamental. Deseo que se sigan respetando para no quedar atrás como otro componente de nuestro pasado próximo, tan relevante como puedan ser otros utensilios o herramientas a los que damos el privilegio merecido.

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