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domingo, 26 de febrero de 2023

LA MÍTICA SAN BORONDÓN

La leyenda de San Borondón. Una isla imaginaria y fascinadora
         Los contornos de una isla imaginaria, la mítica San Borondón, siempre me ha fascinado. Por eso estoy escribiendo para socavar de mis pensamientos algo de ella, cuanto sepa o me imagine. La isla que aparece o desaparece, una y tantas veces, decimos haberla visto, incluso algunos manifiestan haber pisado su orilla y contemplado un vergel de belleza, poblado de animales asilvestrados, serviles al hombre, quienes compartían compañía y convivencia doméstica.

                              Se ha realizado un estudio de la cartografía sobre este misterioso territorio a lo largo y ancho de la historia, representado en decenas de mapas, incluido uno del ingeniero italiano Leonardo Torriani (1560-1628), en 1592.

                              Esta isla, según los investigadores, conforma uno de los paisajes más cautivadores de nuestra historia y de nuestra geografía y, por supuesto, ha penetrado en el universo cultural de los isleños, que encuentran en la escurridiza roca una seña común de identidad.

El misterio de San Borondón
           Entre las leyendas y mitos de las islas canarias, existen bastantes misterios que desentrañar o considerarlos falsos reflejos de nuestro inconsciente, ilusiones producidas por fenómenos atmosféricos.

     “Pero, ¿cuál no sería su asombro cuando conocieron que la que habían tenido por una verdadera isla no había sido, en la realidad, sino una monstruosa ballena que desapareció al instante?

                              Este extraño suceso, que no es menester creer, dio sin duda, todo el fundamento para que a nuestra isla incógnita se le aplicase el título de San Borondón, […]”, (citando un texto antiguo).

El enigma de la isla fantasma
          Escribo para combatir la tiranía de lo cotidiano. Para bostezar ante el aburrimiento. Para entrometerme en el laberinto de la soledad o en busca de la fascinación de la serenidad vital. Sabe que la palabra es la expresión de lo pensado, el vehículo de la comunicación. El testimonio de vida. Y el distingo de los seres superiores. Se escribe para manifestar lo que se posee dentro, lo que corre por las venas, lo que alimenta y excreta el cerebro.

                              Y sabe que, el juego de la inteligencia, es el juego más objetivo de todos los juegos. La utilización de la mente para el desenvolvimiento propio y ajeno, sin duda, el mejor recurso, para mantener la comunicación consigo mismo, para verse reflejado, reflexionado en un espejo, en el espejo del papel garabateado.

El contorno de la isla errante
     Bombardeado por estímulos, que se infiltran por los sentidos, que se entrecruzan en los caminos más divergentes, que se funden y se repelen, para que al final converjan, construye nuevos materiales para el pensamiento. Somete al objeto y al sujeto al veredicto de la interpretación. Al juicio favorable de la verosimilitud o a la sentencia condenatoria del error. Y el error es la regla. La verdad es percance del error. La verdad histórica no existe. Existe la verdad imaginada, la verdad poética, la verdad humana. La verdad criatura de la oscuridad de mi mente, de la tuya. La verdad que yo imagino que es verdad. Pensar por pensar, sin meta y sin premio. Al fin de cuenta, la meta es inalcanzable y el premio intocable. Es una isla mítica, imaginaria, como ya dije al principio de éste, pero a la que se le ha puesto contorno y se le ha situado en los mapas. A lo largo del tiempo ha sido un rompecabezas o una pieza de un puzle perdida en el infinito ilimitado, que nunca se encuentra ubicada, en el sitio donde tiene que encajar o de estar para formar un todo, ansiosamente buscado por navegantes e intrépidos marinos con la piel curtida de sal y quemada por el furibundo astro solar.

Vista desde la lejanía inaccible
         “La existencia en Canarias del mito de San Borondón se sustenta en tres pilares básicos. Por un lado, las leyendas de la Antigüedad clásica que hablaban de la existencia de las Islas Afortunadas. En tiempos de los romanos se incluyera, a través de los primeros geógrafos como Claudio Ptolomeo en el siglo II d. C., una isla denominada Aprositus, que literalmente significa inaccesible. Por otro, la aparición periódica de un efecto óptico atmosférico, que hace que, en determinadas ocasiones meteorológicas, los habitantes canarios vean en distintos puntos del horizonte algo que pueden identificar como una ínsula más. En la época de los descubrimientos geográficos esta aparición se consideraba un indicio de que quedaban tierras por descubrir en el océano Atlántico. El tercer pilar del mito es la historia del monje irlandés Brendan de Clonfert, San Borondón, que vivió entre el V y VI. Este santo es conocido, sobre todo, por unos manuscritos datados en el IX y X, que dan cuenta de la Navigatio Sancti Brandani, un periplo oceánico, que el monje hizo en compañía de otros clérigos y que le llevó a una serie de escalas fabulosas, entre las que se encuentra un gigantesco pez que confundieron con tierra firme y en cuyo lomo celebraron una misa de Pascua”.

San Borondón. Ojos curiosos
         Después de tantas vicisitudes de quererla ubicar, aunque se hace cerca de Terranova, que será una de las posiciones más frecuentes en los mapas posteriores, pero en este caso es particularmente interesante, porque incluye una ilustración de un barco de monjes cristianos anclado en la ballena borondoniana y unos personajes sobre el lomo del animal.

                              “En esos mares del norte permanecerá la isla errante para los cartógrafos europeos, pero en nuestro archipiélago seguían considerando que San Borondón es una isla canaria y, era tal, el convencimiento de su existencia, que acabaron por cartografiarla algunos personajes destacados en tales menesteres. De esa forma se avivaba el interés por descubrir, de una vez por todas, el misterio de esta isla inaccesible, y de hecho fueron muchas las expediciones que se organizaron para descubrirla. La fuerza de la San Borondón canaria fue tal que los cartógrafos de Europa acabaron devolviendo la isla a nuestras costas”.

La fuerza de San Borondón canaria
          Mientras nos niegan su existencia, sin embargo, San Borondón sigue estando en Canarias, al menos en forma de isla mítica conformadora de uno de los pasajes más cautivadores de nuestra historia y de nuestra etnografía.

                              Por último, Poggio y Regueira, también, realizaron algunas aportaciones en este campo en el libro La isla perdida, publicado en 2009, en el que señalan que “el mito de San Borondón es patrimonio de todo el archipiélago. En no pocas ocasiones en esta tierra se ha dejado ver desde las otras atalayas canarias, penetrando su recuerdo en la etnografía, la literatura, la toponimia y, sobre todo, en el universo cultural de los isleños, que hallan en la escurridiza roca una seña común de identidad. Si San Borondón tiene un significado simbólico, este seguramente estará relacionado con el placer de descubrir lo intangible más allá de lo que la razón nos enseña”.

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