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domingo, 2 de julio de 2023

HISTORIA DE FUENCALIENTE DE LA PALMA

                              Es la narración de un hecho histórico ocurrido en las costas del sur de La Palma, concretamente en el término municipal de Fuencaliente, tierra de dormidos volcanes, testigos de un pasado pletórico, participando en lo social y religioso de Canarias, vivencias fortaleciendo un bagaje enriquecedor del pueblo. Cada palabra escrita sea una forma distinta de conocer y valorar los acontecimientos del ayer lejano, habiendo transcurrido tantos siglos, se han transmitido a través de generaciones por vía oral o narrada en papel, convertidos en leyendas o manifestaciones literarias.

                              Localizado en el sur de la isla bonita, Fuencaliente está sostenido por unos cimientos llenos de historia y esperanza. Anécdotas de vida que han hecho una fuente inagotable y lugar que se vislumbra hoy. Cada senda, pino o pared, rincón o paraje ennegrecido por el color oscuro de cientos de coladas incandescentes esconde un legado, que merece la pena ser citado a todo aquel que desee acercarse a la localidad sureña.

                              El presente trabajo realiza un recorrido por lo relevante del martirio de los 40 misioneros en misión apostólica, miembros de la Compañía de Jesús, fundada por el vasco San Ignacio de Loyola (1491-1556), los santos Mártires de Tazacorte, conocidos por los portugueses como los Mártires del Brasil. Se adquieren conocimientos de los hechos ubicados en momentos determinados con tensiones insospechadas, pero dignos pregones de entrega y de amor para la gloria de Dios, llena de dureza. Hoy, coexisten varias historias en esta tierra, que con esfuerzo y dedicación salen a la luz y ayudarán a las generaciones venideras a conocer lo heredado de sus antepasados y sentirnos implicados en sus raíces.

                              “[…] Al amanecer del miércoles, 15 de julio de 1570, el corsario galo Jacques Sourie, a bordo del navío de guerra Le Prince, pudo interceptar al galeón de los misioneros jesuitas, mayoría portugueses, cuando este se aproximaba a la Punta de Fuencaliente, salinas o faro, aprovechando los vientos favorables, que le venían del mar por la parte del naciente.

                              Por lo tanto, es bueno recordar la historia de lo que allí pasó, después de refugiarse unos días en Tazacorte y dejar las reliquias, que en la actualidad se custodia en el templo de San Miguel, cuyo destino eran las nuevas parroquias que se fundarían en la evangelización de Brasil, según se narra las dejaron por motivo de una premonición del padre Beato Ignacio de Acevedo (1527-1570), sobre el martirio que iban a sufrir, cuando el martes anterior, día 14, celebraba la Eucaristía en el sagrado solar parroquial en acción de gracia para emprender luego el desafortunado viaje al Nuevo Mundo, con intención de hacer escala en el puerto de Santa Cruz de La Palma.

                              A los disparos de intimidación por parte de los piratas, les siguen los intentos de abordaje. Mientras tanto, los otros navíos del pirata se iban acercando al galeón Santiago. A la orden de Sourie, de los 5 barcos franceses saltaron salvajemente sobre el galeón de origen portugués unos marinos armados, ávidos de sangre y riquezas. Nada pudieron hacer los tripulantes y los religiosos, porque iban sucumbiendo ante tal atroz ataque.

                              Acevedo alentaba como podía a los compañeros y compatriotas. Un capitán calvinista lo hiere en la cabeza con una espada. A duras penas seguía exhortando a los suyos a perdonar a los verdugos, mientras abrazaba con fuerza el pequeño cuadro de la Virgen, obsequio de Su Santidad (SS.) el Papa Pío V. Herido de muerte por 3 golpes de lanza, cayó al suelo sin vida.

                              Los malvados hugonotes lanzaron por la borda a los cuerpos, algunos moribundos, hasta que los vieron hundirse en las profundas y azules aguas del océano. Los martirizados fueron 2 sacerdotes, 7 alumnos del Escolástico, 8 hermanos coadjutores y 23 novicios […]”.

                              Habiendo pasado 453 años de tal monstruosa atrocidad, aparece un argumento convincente, un comentario desconocido o un simple detalle, que aporte luz a nuestro desconocimiento de un hecho acaecido vehemente, surge sin previo aviso en el instante en que se desvela una parte de nuestra historia, que nos ayuda a comprender la realidad de algunos de los capítulos más destacados de la misma.

                              Tras la inauguración el viernes, 11 de octubre de 2014, del monumento mirador con una cruz de 4 metros de altura en honor a los 40 jesuitas martirizados, vecinos estudiosos de todo aquello que constituye su patrimonio, acervo social, cultural, ancestral y popular, que difícilmente tiene cabida en el marco siempre estrecho de las palabras, Juan José Santos y Juan Luis Curbelo, narraban una historia conservada por la tradición oral, que pudiera dar algo de luz a lo ocurrido.

                              “Próximo al faro se encuentra la Cueva del Fraile y según los informantes, siendo muy pequeños los maestros de escuelas y otras personas le relataban que en esta cueva estaban enterrado jesuitas a causa del martirio habido en la cercanía, que recalaban en ella por mediación del flujo de las mareas y corrientes imperantes”. Esa concavidad volcánica, según los narradores fue sepultada por la erupción del Teneguía (1971). Se encuentra bajo toneladas de material magmático en un espacio protegido por su interés medioambiental.

                              La posibilidad de que los cuerpos no se hundieran todos en el océano, no se había recogido públicamente en ningún documento, no se tiene constancia, de ahí proviene la sorpresa tanto del sacerdote portugués Joao Caniço, vice postulador de la causa para la canonización de los beatos mártires de Tazacorte, invitado especial al evento por parte del Cabildo Insular, como de las personas que la escucharon, da sentido a lo transmitido. El acto de reconocimiento de La Palma a los mártires, ayuda en esa causa, que dicho invitado lidera desde el 2004, para que sean santos son necesarios milagros auténticos, aunque en su opinión “los mártires no lo necesitan, porque su martirio ya es una autenticidad de santidad” y que se demuestre que existe una devoción perenne, no solo del pueblo, sino que los poderes públicos se involucren como sucede en esta isla.

                              La costa de este litoral estaba y está llena de cuevas, rutas y calas en las que la corriente arrastra hacia ellas lo transportado. Es normal que algunos componentes del grupo mal heridos, sus cuerpos moribundos o ya sin vida, eligieran a alguna de ellas a modo de sepultura. Teniendo en cuenta, evidentemente, partimos de una suposición y por lo que se desconocen cuantos serían.

                              En las proximidades del siniestro lugar y a pocos metros de profundidad, 15 o 20 metros, el domingo, 5 de noviembre de 2000, las 40 Cruces de Malpique recuerdan lo acontecido, despertando una labor encomiable, que transformaría la realidad socio-religiosa de La Palma desde el punto de vista devocional por su importancia.

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